Opinion Ana Retamales 11/04/2024

LAS “HONORABLES MAFIAS” FARMACÉUTICAS

El desabastecimiento de fármacos en España viene de lejos y prácticamente se debe a las luchas intestinas entre empresas farmacéuticas y distribuidoras nacionales para ampliar sus ventas y sus ganancias económicas

LAS “HONORABLES MAFIAS” FARMACÉUTICAS

Me temo que el tema de las “honorables mafias” farmacéuticas da para varios libros gordos de Petete. Un mero resumen de todo ello sería en sí mismo un sólo libro del tal Petete. Y es posible que el resultado fuese una segunda enciclopedia Espasa, considerada como saben, la más extensa del mundo.

Intentaré pues ceñirme a ciertos puntos opacos, como todo en este mundo de mafias «humanitarias», que desgraciadamente ha supuesto y supone un problema actual y sanitario de primer orden para quienes lo sufren y que los organismos competentes no llegan a aclarar o explicar abiertamente.

Me estoy refiriendo al desabastecimiento de fármacos o falta de suministro en países desarrollados porque en los países como algunos dicen “en vías de desarrollo” o más bien, esquilmados y explotados para que no se desarrollen por sí mismos, al no disponer de medicamentos resulta inapropiado hablar de desabastecimiento como tal, o si les llega alguno es caducado o bien experimental para utilizarlos como cobayas humanas.

En definitiva, les llegan los detritus y las miserias de occidente.

En estos momentos tan complejos que estamos viviendo, en algunos Estados miembros de Europa hay una preocupante y grave escasez de algunos antibióticos y analgésicos sobre todo pediátricos. Una de las causas posibles, nos dicen, son los    trastornos en las cadenas de producción y distribución sucedidos en los últimos años causados por la pandemia y por la guerra de Ucrania

. En cualquier caso, la Comisión Europea evita señalar motivos concretos y se limita  a responder que “las causas fundamentales de esta escasez son complejas y están relacionadas con muchos factores, como un aumento de la demanda debido a infecciones respiratorias y problemas de capacidad de producción”. Admitimos pulpo. Quien lo admita…Más adelante expondré una de las causas que callan, pero ahora vamos a España.

En España es un poco distinto todo, como sabemos, porque siempre ha existido y existe en mayor o en  menor medida, un sistema garante estatal que ha fijado los precios en un principio de todos los medicamentos; más adelante de aquellos financiables por la Seguridad Social independientemente de en qué país se distribuyese y por último y actualmente, sólo tienen precio fijo intervenido los financiables dispensados en territorio español.

Quizá sean estas diferencias las que nos puedan ayudar a entender más ciertas causas del grave desabastecimiento en algunos países miembros incluida España, pero no en todos. Y esta última apreciación es importante. Porque en aquellos de mayor poder adquisitivo tienen menos problemas de abastecimiento.

El desabastecimiento de fármacos en España viene de lejos y prácticamente se debe a las luchas intestinas entre empresas farmacéuticas y distribuidoras nacionales para ampliar sus ventas y sus ganancias económicas. Estas luchas tienen en este caso unos protagonistas con nombre y apellidos. La multinacional  Pfizer y el mayorista o distribuidor Cofares, líder en la distribución de medicamentos a nivel nacional y cooperativa de prácticamente todas las oficinas de farmacias del territorio.

Sólo unos breves apuntes.

A principio de la década de los años 2000, Europa recomendaba a España una contención del intervencionismo estatal en materia de precios de medicamentos. No creo que sea necesario decir que antes de esto ya existían problemas de abastecimiento de algunos medicamentos.

Es necesario apuntar que ese año marca un hito y un cambio de paradigma en el mercado de medicamentos español porque a partir del 1 de enero del mismo, se conseguía que los medicamentos financiables cuya dispensación no fuera en territorio español podían tener un precio libre y no intervenido administrativamente. Y esto, las distribuidoras como Cofares lo supieron aprovechar.

Tanto fue así que seis años más tarde, Farmaindustria (Asociación Nacional Empresarial de la Industria Farmacéutica establecida en España), aseguraba que el 68% de las farmacias españolas habían sufrido desabastecimiento de algunos medicamentos y afirmaban que este era causado por una práctica llamada “comercio paralelo” llevada a cabo por las distribuidoras de medicamentos (principalmente Cofares).

Explicaban que este comercio consistía en que las distribuidoras compran fármacos con el precio intervenido (más bajo)  a las empresas farmacéuticas afincadas en España para después venderlos con un precio superior a otros países miembros de mayor poder adquisitivo, con el consecuente beneficio y causando la falta de medicamentos en las farmacias españolas y hospitales.

Para las multinacionales farmacéuticas esta práctica por parte de las distribuidoras suponía un claro problema de competitividad y una pérdida de ganancias considerables. Así que una de ellas, Pfizer,  respondió con la misma moneda y comenzó la venta de fármacos de manera directa a las farmacias sin la intervención de las distribuidoras como Cofares. Entonces explotaron las tormentas, los truenos y  los relámpagos. Cofares se puso en pie de guerra al ver que se le iba parte del “pastel…” Como ven, aquí los enfermos y los pacientes son lo de menos.

El hecho es que Cofares llegó a admitir que sí, que había realizado comercio paralelo y añadió, “como todos…” pero que por supuesto su objetivo principal como líder en distribución de medicamentos, era abastecer el mercado nacional (por eso había desabastecimientos…).

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En ese mismo mes de julio se aprobó la Ley 29/2006, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios en la que Pfizer y otras multinacionales tenían esperanzas ya que pensaban que de algún modo acabaría con ese comercio paralelo de las distribuidoras y les dejaría el campo libre.

Y efectivamente la Ley 29/2006, permitía a las empresas farmacéuticas como Pfizer fijar un precio libre, el que ellos considerasen para un medicamento excepto si ese medicamento estaba intervenido o financiado y se vendía en territorio español, cuyo precio era considerablemente inferior al libre.

Y eso es lo que hizo Pfizer tratando de  evitar así que su amiga Cofares no hiciese comercio paralelo con los medicamentos que les vendían a menor precio por obligación, por estar intervenidos. Evidentemente entendemos que  Pfizer no lo hacía porque considerase que era una estafa a pacientes y al erario público español sino por pura y dura competencia y por ganancias económicas.

¿Acabó el culebrón? No. Una asociación europea de exportadores de productos farmacéuticos acusó a España ante la Comisión Europea de fomentar ese sistema de doble precio, por infringir la Ley de Competencia Desleal (LCD) y el artículo 101 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE).

Mientras tanto, ante todo este embrollo legal, seguía el desabastecimiento de medicamentos que era, por lo que parece lo que menos importaba a los actores de este patético circo y, por qué no decirlo, a quienes lo permitían. Es una obviedad decir que se está hablando de medicamentos no de chorizos (del embutido se entiende…) y que detrás de cada fármaco hay un paciente, puntual, crónico o terminal.

Hay que entender además, que algunos de los medicamentos que están en falta se pueden sustituir por otros del que haya existencias y cuyo principio activo sea exactamente igual pero otros no son sustituibles o no tienen alternativas terapéuticas en el mercado y se crea lo que se llama una laguna terapéutica. Ante esta situación los médicos se ven obligados a buscar un nuevo tratamiento, en muchos casos, “off-label”, es decir, un fármaco fuera de las indicaciones para el que fue aprobado lo que puede resultar complicado para el médico y sobre todo para el paciente.

Y llegamos al año 2021, cuando la Audiencia Nacional niega que las políticas de precio libre o PPL que ejercen las empresas farmacéuticas, Pfizer como protagonista, equivalen a un sistema competitivo de doble precio como acusaban desde Europa aplaudido por las distribuidoras. La Audiencia dice que Pfizer no pone dos precios, que sólo pone uno, el suyo, el de libre mercado, el que quiere, el caro y es el sistema legal vigente en España el que establece esa dualidad de precios.

Con estos hechos se puede deducir que el trasfondo del asunto en España, es en realidad la liberación del mercado de precios de  medicamentos, es decir, terminar con lo poco que queda del sistema garantista del Estado español (los dobles precios no se dan en otros países de la UE), que, recordemos es el que protege el hecho de que determinados medicamentos estén cubiertos por la Seguridad Social y sean más accesibles a todos y sobre todo a quienes tienen rentas más bajas o estén más desprotegidos.

Se puede plantear que con este sistema garantista también hay desabastecimientos y por tanto muy garante no es. Sí, es verdad. Pero por un lado, no olvidemos que detrás están empujando con fuerza multinacionales farmacéuticas como Pfizer y  distribuidoras como Cofares y ninguna de las dos deben ser subestimadas. Y por el otro, nos podemos preguntar: si con estas mínimas garantías tenemos estos problemas de desabastecimiento ¿qué no tendremos si todo el campo es orégano para las multinacionales y distribuidoras sin freno para sus ambiciones económicas y para poner los precios que quieran a los medicamentos?

Camino de ello vamos porque en realidad, esta desprotección cada vez mayor de los precios de medicamentos en el mercado español tiene como objetivo un encaje completo de España en el sistema de libre mercado y de  precios totalmente libres de la Unión Europea.

Como apunté al principio, y al hilo de esta ausencia garantista en la UE,  hay  otra causa “callada” del desabastecimiento en Europa en general, y esta se refiere a la producción de nuevos medicamentos. La legislación farmacéutica europea permite que las empresas farmacéuticas fijen precios por encima del coste de fabricación para compensar los costes de la investigación del nuevo fármaco, añadiendo a ese precio  un beneficio justo.

La realidad es que las multinacionales piden y venden con un precio que supera con creces los costes y ese beneficio razonable amparado por ley. Y el problema es que si fijan esos precios abusivos para los nuevos medicamentos, los antiguos, que son más baratos e incluso más seguros y eficaces ya no les aportan beneficios y entonces los retiran del mercado produciendo desabastecimientos. Esta retirada la justifican con el tan manido mensaje de  “falta de materias primas o problemas en la fabricación” pero la realidad, como vemos, es otra que no nos cuentan.

En definitiva, lo que se está permitiendo (hay mucho dinero por medio…) a nivel mundial, es que farmacéuticas e indirectamente distribuidoras pongan los precios que les dé la gana y hagan negocio con algo que en teoría está reconocido como derecho fundamental de todo ser humano por la OMS: el acceso al medicamento por parte de todo ser humano.

Una última reflexión para terminar. Todo esto tiene un peligro mayor, si cabe. Si no hay medicamentos aumentará la venta por otros cauces que no sean legales con el riesgo máximo de falsificaciones y adulteraciones. Y esto me recuerda a aquella película excepcional y tremenda basada en hechos reales, situada en la Viena de la postguerra donde la penicilina era nueva y escasa  y en la que Harry Lime (Orson Welles) la robaba de hospitales militares para revenderla a precio de oro en el mercado negro, diluida y causando cientos de muertos, sobre todo niños. Sí, “ el tercer hombre”.

Como ven, más tarde o más temprano todo se repite en un circuito reverberante y eterno. Parece que no avanzamos ni evolucionamos, al menos en humanidad.

Se podría escribir mucho más acerca de las todopoderosas ‘samaritanas’ farmacéuticas. Por ejemplo, las “grandiosas, solidarias y altruistas” farmacéuticas que manipulan el sistema de patentes para impedir la comercialización de genéricos más baratos o, cómo la industria farmacéutica financia gran parte de las asociaciones de médicos o, cómo las farmacéuticas ganan 90.000 millones de dólares al año con las vacunas covid financiadas con dinero público o, cómo medicamentos prohibidos en otros países europeos y americanos en España se siguen dispensando inexplicablemente (Nolotil, metamizol), o, cómo en palabras del editor de “The Lancet”, “las revistas médicas se han convertido en meras operaciones de blanqueo de información para la industria farmacéutica” o también podríamos hablar de la absoluta desprotección de la población sobre los daños causados por fármacos, algunos graves.

En fin, tantas y tantas cosas, horrores en algunos casos; tanto delito en otros; tanta falta de humanidad; tanta ambición desmedida; tanta miseria humana…Pero esto daría  como digo, para muchos tomos de la enciclopedia “mafias farmacéuticas”, de Petete o no Petete.

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