Pedro Sánchez ya no gobierna: simplemente aguanta. Se aferra al sillón de La Moncloa como un náufrago a un pedazo de madera, y en esa desesperación está dispuesto a vender el país al mejor postor. Hoy, el chantaje le llega desde ERC, que plantea la instauración de un sistema de autorización previa para que extranjeros no residentes puedan comprar una vivienda en España. ¿La reacción del Gobierno? Silencio cómplice. Suma y sigue.

Esta propuesta no es una anécdota ni una simple ocurrencia nacionalista: es un ataque frontal contra el Estado de Derecho, la propiedad privada y la libertad individual. Es un disparate legal, una trampa ideológica y un experimento social con consecuencias económicas devastadoras. Y lo más grave es que Pedro Sánchez no solo lo permite, lo blanquea con su pasividad.

 ERC manda, Sánchez obedece
El partido de Oriol Junqueras quiere que cualquier extranjero que desee comprar una vivienda en España tenga que pedir permiso a la comunidad autónoma correspondiente. Sí, has leído bien: pedir permiso para comprar una casa. Como si España fuese un cortijo privado de los nacionalistas, donde el acceso a la propiedad depende del humor del político de turno.

Y esto es solo el comienzo. La propuesta también permitiría a las comunidades restringir la compraventa a cualquier ciudadano, incluso español, en función de “las necesidades del territorio”. ¿Qué significa eso? Que la vivienda ya no sería un derecho ni una inversión, sino un privilegio administrado por burócratas con agenda ideológica.

 Inseguridad, impuestos y fuga de capital
Entre la inseguridad jurídica, las intervenciones arbitrarias y el constante aumento de impuestos, el mensaje que lanza España al mundo es claro: “inviertan en otro sitio”.

Las empresas lo han entendido. Los inversores también. Cada vez más compañías trasladan su sede fuera del país, y los fondos internacionales redirigen su capital a países donde aún existe estabilidad, previsibilidad y respeto por la propiedad. Lo que está en juego no es solo el mercado inmobiliario: es la credibilidad económica de toda una nación.

 Sánchez: rehén sin dignidad
Pedro Sánchez no lidera nada. Es un rehén político de quienes quieren romper España, dinamitar la seguridad jurídica y usar el mercado inmobiliario como arma política. Acepta cualquier imposición con tal de mantener su mayoría. Ya no hay línea roja: la amnistía, los indultos, la cesión fiscal, la impunidad... y ahora, el derecho a comprar una vivienda.

Cada concesión es una traición, y cada silencio, una complicidad. Sánchez está destruyendo los pilares de la nación para mantenerse en el poder. Es un presidente sin proyecto, sin principios y sin país. Solo le importa una cosa: él mismo.

  El coste será brutal
Las consecuencias serán nefastas. Este tipo de propuestas espantan la inversión extranjera, generan inseguridad jurídica y ponen en jaque el mercado inmobiliario. Europa observa con asombro cómo un Estado miembro se plantea cerrar su mercado a ciudadanos extranjeros, como si fuésemos una dictadura bananera.

España necesita reglas claras, libertad económica y una vivienda accesible para todos. No necesita populismo nacionalista, intervencionismo descontrolado ni un presidente que entrega el país a cambio de seguir calentando su escaño.

Sánchez: el presidente que entrega el país por mantenerse
Esta deriva no es un accidente. Es la consecuencia directa de un presidente que ha entregado la soberanía nacional a partidos que desprecian España. Que ha convertido el Consejo de Ministros en una mesa de negociación constante con quienes buscan debilitar el Estado.

Sánchez no se opone. No se planta. No defiende ni a los ciudadanos ni a la Constitución. Se arrodilla. Y por cada cesión, por cada silencio, el país retrocede un poco más hacia un modelo arbitrario, fragmentado y empobrecido.

 ¿Hasta cuándo?
Pedro Sánchez pasará a la historia no por gobernar, sino por descomponer. Por permitir que socios que desprecian la unidad de España y la libertad de sus ciudadanos impongan una agenda tóxica y destructiva. Por no decir ni una palabra mientras se levantan nuevos muros ideológicos en lugar de construir soluciones reales.

El 10 de abril se debatirá esta propuesta. Pero lo que ya no se debate es esto: Pedro Sánchez es el presidente más peligroso para el futuro de España desde la recuperación de la democracia.

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