Otro paso más en la ruptura de España: La Generalidad ya puede disponer de una diplomacia propia

Salvador Illa refuerza el separatismo es una expresión que resume a la perfección el proceso de colaboración entre el PSOE-PSC y el independentismo catalán. El reciente apoyo del PSC a la creación del Cuerpo de Acción Exterior y de la Unión Europea en Cataluña representa otro paso en la consolidación de estructuras de Estado paralelas.

 Esto no es nuevo: ya se inició en 2014, pero ahora, con el respaldo explícito de los socialistas, alcanza una nueva dimensión de legitimidad institucional. Es un salto cualitativo sin precedentes.

Este cuerpo diplomático catalán, que ha sido aprobado en el Parlament con los votos de PSC, ERC, los Comunes y la CUP, se configura como una herramienta para desarrollar relaciones internacionales propias, al margen del Estado español. Su creación se publicó recientemente en el BOE, modificando de forma silenciosa una ley de 2014. Es una puerta trasera que refuerza la internacionalización del proceso separatista.

La medida otorga a la Generalidad de Cataluña la capacidad de proyectarse en el exterior como si fuera un Estado soberano, y no una comunidad autónoma. Sus funciones abarcan desde establecer relaciones con gobiernos extranjeros hasta representar a Cataluña ante organismos internacionales. Una usurpación directa de competencias exclusivas del Estado, según el artículo 149.1.3ª de la Constitución Española.

El PSC: ariete del secesionismo
Decir que Salvador Illa refuerza el separatismo no es un lapsus ni una exageración. Es la consecuencia directa del proceso de mutación del PSC en una fuerza nacionalista y separatista, cada vez más alejada del proyecto común español. Illa y su partido han asumido silenciosamente la hoja de ruta del separatismo. Ya no se limitan a ceder; ahora construyen junto a él.

Las funciones del nuevo cuerpo son alarmantes: establecer relaciones con gobiernos extranjeros, revisar tratados internacionales, participar en organismos internacionales, proyectar internacionalmente la sociedad catalana, y hasta «apoyar» a las comunidades catalanas en el exterior. Funciones que, constitucionalmente, solo puede ejercer el Estado español a través del Ministerio de Asuntos Exteriores.

Los requisitos de acceso a este cuerpo son también reveladores: título universitario superior, nivel C1 de inglés y otra lengua extranjera. Todo preparado para profesionalizar un cuerpo diplomático paralelo, cuya existencia vulnera el principio de unidad de acción exterior del Estado.

Todo ello se ha legitimado con una campaña de normalización por parte de los medios afines y los partidos separatistas. Se presenta como una medida técnica, cuando en realidad es una operación política de gran calado. Una vez más, el PSOE actúa como facilitador del secesionismo.

PSOE y separatismo: alianza por el poder
Lo que estamos viendo no es una concesión puntual. Es una estrategia: consolidar estructuras de Estado catalanas, paso a paso, sin levantar sospechas. Salvador Illa refuerza el separatismo porque es la fusión del nacionalismo identitario con la ambición de poder del PSOE. Todo para que Pedro Sánchez siga un día más en La Moncloa.

Este cuerpo no solo duplica funciones estatales, también impulsa la proyección internacional de organizaciones sociales, sindicales, culturales y empresariales de Cataluña. Es decir, el embrión de un ministerio de Asuntos Exteriores catalán. Y con el aval de los socialistas.

Ya lo vivimos durante el procés, cuando las mal llamadas «embajadas» catalanas actuaban como instrumentos de propaganda secesionista. Ahora vuelven reforzadas, legalizadas y dotadas de presupuesto. La diferencia es que ahora el PSC está al timón.

Incluso se contempla la posibilidad de que Cataluña tenga una red de delegaciones permanentes en el exterior, con personal funcionario, agenda propia y plena interlocución con otros gobiernos. Esto no es descentralización: es duplicación institucional y ruptura velada del orden constitucional.

Además, el cierre anunciado de la oficina de la Generalitat en Tel Aviv, por motivos ideológicos disfrazados de técnicos, pone en evidencia cómo esta estructura sirve a fines políticos ajenos al interés general. Es el uso del dinero público para construir un relato victimista, independentista y antiespañol en el exterior.

¿Y el Gobierno de España? Silencio cómplice
Lo más escandaloso no es solo lo que hace la Generalidad, sino lo que deja de hacer el Gobierno central. Ni el Ministerio de Asuntos Exteriores, ni el Tribunal Constitucional, ni la Abogacía del Estado han reaccionado ante esta nueva vulneración de la legalidad. La sumisión institucional es total.

No se trata de alarmismo, sino de una constatación objetiva: España está cediendo su soberanía exterior en Cataluña a cambio de una estabilidad parlamentaria cada vez más precaria. El precio que paga la nación por la permanencia del PSOE en el poder es altísimo.

Una amenaza a la unidad nacional
Es el germen de una política exterior propia. Es una violación de la soberanía nacional. La defensa de la unidad nacional no puede depender de cálculos electorales ni de silencios vergonzantes. Requiere firmeza, claridad y voluntad política.

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