El sectarismo de Sanidad: quiere imponer el aborto a los médicos aunque su rechazo es unánime

La comunista Mónica García insiste en su proyecto político: un aborto libre, gratuito, legal y obligatorio para los médicos dentro de la sanidad pública. Su obsesión ideológica quiere borrar la objeción de conciencia, imponiendo a los facultativos una práctica que la inmensa mayoría rechaza por convicción ética, moral y profesional.

La realidad es clara: los médicos no estudian una carrera exigente y sacrificada para acabar convertidos en aborteros. Su vocación es defender la vida. Frente a esa vocación, el sectarismo político intenta transformar la medicina en un instrumento ideológico.

Este proyecto de imposición del aborto en España no es un mero debate sanitario, sino un ataque directo contra la libertad de conciencia y la dignidad del médico.

Datos reveladores: rechazo unánime y práctica residual
La realidad desmiente a la ministra. En Madrid, en los últimos diez años, se registraron 162.000 abortos, pero solo 177 se practicaron en hospitales públicos. La mayoría absoluta se realizó en clínicas privadas. ¿Por qué? Porque los médicos no quieren realizarlos.

En Melilla, el caso es aún más revelador: el 100% de los médicos ha rechazado practicar abortos, defendiendo la vida como esencia de su vocación. Lo mismo ocurre en Ceuta, donde casi todos los profesionales se han declarado objetores de conciencia.

Esta actitud valiente obligó al Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa), dependiente del Ministerio de Sanidad, a enviar a las mujeres que buscan abortar a otras comunidades autónomas. Una demostración clara de que la imposición del aborto en España es un proyecto político contra la voluntad médica.

El aborto: la obsesión de la izquierda
La izquierda española ha convertido el aborto y la eutanasia en banderas ideológicas. Hablan de derechos, pero ocultan las cifras: desde que el aborto es legal en España, hace más de 40 años, y ha producido más de 2,5 millones de muertes de bebés, de asesinatos.

El aborto, junto la eutanasia, se presenta como un supuesto avance, cuando en realidad responde a una agenda ideológica contraria a la defensa de la vida. La imposición del aborto en España no solo atenta contra la conciencia de los médicos, sino también contra el derecho de los padres a proteger la vida de sus hijos.

La vocación médica frente a la imposición
La profesión médica se sostiene sobre un principio: proteger la vida. El juramento hipocrático lo deja claro: el deber del médico es curar y, cuando no sea posible, aliviar y acompañar. Nunca matar.

Por eso resulta inaceptable que la ministra, la comunista Mónica García, pretenda transformar hospitales públicos en centros de aborto masivo, obligando a los médicos a actuar contra su conciencia. Su proyecto busca arrasar la libertad profesional y personal de quienes se han formado para salvar vidas.

La imposición del aborto en España vulnera no solo la libertad religiosa y moral, sino también la libertad profesional. El médico que se niega a matar no es un rebelde, sino un defensor de la esencia misma de la medicina.

El aborto obligatorio: un paso más en la agenda ideológica
El empeño de la izquierda no se limita a mantener el aborto como un negocio financiado por la Seguridad Social en clínicas privadas. Ahora buscan dar un paso más: que se realice de manera obligatoria en hospitales públicos, eliminando la objeción de conciencia.

El plan es claro: normalizar el aborto como un acto médico rutinario. Pero esa normalización pasa por encima de los principios básicos de los facultativos. La imposición del aborto en España es, en realidad, un ataque contra la libertad de quienes no se pliegan al dogma ideológico.

Consecuencias sociales y políticas de la imposición
La pretensión de imponer el aborto en la sanidad pública tiene graves consecuencias:

Ataca la libertad de conciencia de los profesionales.
Debilita la confianza en la sanidad pública, transformándola en un instrumento político.
Divide a la sociedad, al imponer una práctica que genera un rechazo moral mayoritario en muchos sectores.
 
El debate sobre el aborto no puede reducirse a cifras ni a ideología. Detrás de cada aborto hay una vida truncada y un médico presionado a traicionar su vocación.

La imposición del aborto en España no triunfará, porque los médicos han dejado claro su rechazo unánime. Su misión no es destruir, sino salvar. La sociedad debe apoyar a estos profesionales que, con valentía, dicen no al sectarismo político y sí a la vida.

Defender la vida es defender también la libertad de conciencia, la dignidad del médico y la esencia de una nación que no puede permitir que la ideología destruya sus fundamentos más sagrados.

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