La hipocresía de Sánchez y el regreso encubierto de Paco Salazar
El asesor abrió en agosto una consultora para trabajar con el PSOE a pesar de las denuncias por acoso de varias compañeras
El regreso de Paco Salazar ha destapado nuevamente la podredumbre interna del PSOE. Menos de dos meses después de renunciar a sus cargos por denuncias de acoso sexual y abuso de poder, el ex secretario de Acción Electoral reaparece desde una consultora política. Este retorno encubierto refleja la hipocresía de Pedro Sánchez y la doble moral de un partido que presume de feminismo mientras protege a sus hombres fuertes.
La consultora, bautizada como Servicios e Ideas Estrategias Sociales y Electorales S.L., se fundó el pasado 26 de agosto y ya genera alarma entre diputadas y militantes socialistas. Para muchas, el regreso de Salazar simboliza “una regresión alarmante en los compromisos del partido con la lucha contra el acoso y los abusos de poder”.
De pieza clave del PSOE a caída fulminante
La carrera de Francisco José Salazar Rodríguez, más conocido como Paco Salazar, alcanzaba su punto más alto en julio. Sánchez lo había situado como secretario de Acción Electoral y estaba a punto de convertirlo en adjunto a la Secretaría de Organización, tras la caída de Santos Cerdán. Su influencia crecía en Moncloa y en Ferraz.
Todo se derrumbó el 5 de julio. Ese mismo día, eldiario.es publicó los testimonios de varias mujeres socialistas que denunciaban “comportamientos inadecuados”, desde acoso sexual hasta abuso de poder. Horas después, Salazar renunció a sus cargos y desapareció del foco mediático.
Su salida pareció entonces un golpe a la cúpula socialista. Sin embargo, la sombra de Sánchez volvió a protegerlo. Hoy, desde su consultora, Salazar intenta mantener su influencia, reforzando la sensación de que el PSOE nunca rompe con quienes sirven a sus intereses.
Un historial de favores y ascensos exprés
El regreso de Paco Salazar no puede entenderse sin repasar su trayectoria dentro del PSOE. Afiliado desde 1992, fue alcalde de su municipio natal, comisario de Memoria Histórica en Andalucía y técnico en Dos Hermanas.
En 2018 dio el salto a Madrid. En 2019 se convirtió en diputado nacional y pronto pasó a ser asesor clave de Sánchez. Participó en campañas estratégicas como las elecciones catalanas de 2021, donde se habló del “efecto Illa”. Trabajó bajo la dirección de Iván Redondo y, tras su salida, Sánchez volvió a rescatarlo para la Secretaría General de Planificación Política en Presidencia del Gobierno.
Su ascenso meteórico se basó en la lealtad al líder, más que en méritos propios. Una práctica habitual en el socialismo: premiar la obediencia por encima de la competencia.
Una empresa al servicio de Moncloa
Aunque Salazar presenta su nueva consultora como un proyecto privado, todo indica que continúa vinculado al poder socialista. Su oficina se ubica cerca de Ferraz y Moncloa, lo que no parece casual.
Según diversas fuentes internas, Salazar sigue participando en decisiones estratégicas del PSOE. La crisis de la cúpula —con las caídas de Ábalos y Cerdán— deja un vacío que Salazar estaría aprovechando para volver a situarse en el círculo de confianza de Sánchez.
El regreso de Salazar, confirma la sospecha de muchos militantes: lejos de ser apartado, ha sido recolocado.
Feministas del PSOE indignadas: “Una regresión alarmante”
El regreso de Paco Salazar ha generado un profundo malestar entre los colectivos feministas del propio PSOE. Diputadas, militantes de base y mujeres con cargos internos denuncian que esta rehabilitación encubierta contradice los discursos oficiales de igualdad.
El malestar no se limita al partido. Asociaciones vinculadas al movimiento feminista se preguntan qué mensaje lanza el PSOE a las víctimas. ¿De qué sirven las denuncias si, al final, los acusados acaban volviendo con más poder desde el ámbito privado?
La respuesta del socialismo refleja su verdadera cara: un feminismo de pancarta que se evapora cuando se trata de proteger a los suyos.
Sánchez, la hipocresía convertida en gobierno
La figura de Salazar es, en realidad, un espejo de Pedro Sánchez. El presidente utiliza la bandera del feminismo y de la igualdad como herramienta electoral, pero en la práctica ampara a quienes manchan esos principios.
El regreso de Paco Salazar pone de manifiesto que en el PSOE no importan las víctimas ni las denuncias, sino la utilidad política. Sánchez prefiere mantener a sus peones, aunque arrastren acusaciones graves, antes que dar un mensaje claro de rechazo a los abusos.
El caso Salazar se suma a otros episodios de corrupción moral y política que demuestran que el PSOE vive instalado en la mentira. Un partido que presume de progresismo pero que no duda en pisotear la dignidad de las mujeres cuando conviene a sus intereses.
Una rehabilitación encubierta
Aunque no tiene cargos oficiales, Salazar cuenta con las herramientas para influir de nuevo en el PSOE. Su cercanía a Sánchez, su experiencia en campañas electorales y su consultora le ofrecen un trampolín para regresar a la primera línea.
El silencio del partido confirma la estrategia: dejar que el tiempo enfríe las denuncias y permitir que, poco a poco, Salazar recupere espacio. Un patrón ya conocido en la política socialista, donde los escándalos se gestionan con el olvido.
El regreso de Paco Salazar representa una traición a los principios que el PSOE dice defender. Hablan de feminismo, pero protegen a los acusados. Hablan de transparencia, pero ocultan la verdad. Hablan de dignidad, pero rehabilitan en la sombra a quienes dañan la confianza ciudadana.
La verdad es clara: el PSOE no defiende a las mujeres ni a las víctimas, defiende a Sánchez y a sus intereses de poder. Y ese es el verdadero rostro del socialismo.
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