El PP es abortista: la gran mentira del falso “centro derecha”

El PP abortista no es una exageración ni una acusación ideológica. Es una evidencia. Quien observe su trayectoria sin fanatismos lo verá claro: el Partido Popular jamás derogó una sola ley del aborto del PSOE. Por el contrario, las consolidó, las mantuvo y las amparó con su silencio cómplice.

Durante décadas, los populares han vendido una imagen de “moderación” y “defensa de la vida” que no se corresponde con sus actos. Bajo gobiernos del PP, las clínicas abortistas siguieron abiertas, las subvenciones continuaron y las leyes socialistas se mantuvieron intactas.

Por tanto, que nadie se engañe: el PP es abortista. Y si alguien aún decide votarlo, que lo haga con plena conciencia de que apoya a un partido que defiende la “cultura de la muerte”.

Primer ejemplo: Isabel Díaz Ayuso, abortista y orgullosa
La presidenta madrileña lo ha dejado claro: “Que no se señale a nadie por abortar o por no abortar… ni a ningún médico por abortar o por no querer abortar”, dijo Isabel Díaz Ayuso.

Estas palabras no son un lapsus ni una interpretación errónea. Son una declaración ideológica que equipara matar a un hijo en el vientre materno con salvarlo y criarlo. Poner ambas decisiones en el mismo nivel moral es una aberración ética.

Una madre que da la vida no es igual que una madre que la quita. Un médico que protege al no nacido no es igual que el que lo elimina. La vida y el asesinato no son equiparables, y quien lo pretende confunde el bien con el mal.

Ayuso, aplaudida por muchos votantes del PP como “referente liberal”, demuestra que el liberalismo termina defendiendo lo indefendible. Su mensaje pretende normalizar el aborto bajo el disfraz de la “tolerancia”, pero en realidad legitima el crimen del no nacido.

Segundo caso: José Luis Martínez-Almeida, cobardía disfrazada de prudencia
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, representa el otro rostro del PP abortista: el de la cobardía política. Hace unas semanas, propuso que se informara a las mujeres que quieren abortar sobre el síndrome post-aborto, una secuela psicológica real que sufren muchas mujeres tras interrumpir la gestación.

Parecía un gesto positivo, un tímido avance hacia la verdad. Pero duró poco. En cuanto la izquierda y los medios progresistas alzaron la voz, Almeida dio marcha atrás. Retiró su propuesta y se justificó, alegando que “no quería abrir debates ideológicos”.

Esa renuncia retrata perfectamente al PP: miedo, cálculo electoral y sumisión a la corrección política. Un alcalde que cree en la vida no se echa atrás cuando se le presiona; un líder con principios no negocia con la verdad.

La cobardía, en política, se paga con la pérdida de la moral. Y el PP la perdió hace tiempo.

Tercer caso: el PP vota contra la derogación del aborto y la eutanasia
Lo más grave ocurrió en el Congreso de los Diputados. La Comisión Constitucional debatió una proposición no de ley que pedía derogar la ley del aborto y la ley de eutanasia. Era una oportunidad para que el PP demostrara, con hechos, que defiende la vida.

Pero no lo hizo. Votó en contra. Sí, el PP se alineó con el PSOE y con la izquierda en defensa de ambas leyes de muerte.

La diputada Carmen Navarro Lacoba (PP) intentó justificarlo diciendo que la propuesta formaba parte de una “estrategia de polarización para obtener rédito político”. En otras palabras, el PP se negó a defender la vida para no incomodar a los izquierdistas.

Esa es la realidad del PP: se presenta como alternativa al socialismo, pero acaba gobernando como el socialismo. La diferencia es solo estética; el fondo es el mismo.

La hipocresía del PP: abortista por acción y omisión
El discurso del PP abortista combina la ambigüedad con el oportunismo. Prometen respeto a la vida cuando están en la oposición, pero consolidan las leyes abortistas cuando gobiernan.

El PP de hoy no es un partido de los valores cristianos, sino el partido del cálculo. En lugar de combatir el aborto, lo normaliza, lo tolera y lo protege bajo la bandera de la “libertad individual”.

Esa libertad, mal entendida, es la misma que justifica el asesinato de un inocente. El PP pretende quedar bien con todos, pero al hacerlo traiciona a los más indefensos: los no nacidos.

PP abortista: un espejo del fracaso moral de la política española
El problema no es solo el PP. Es una clase política incapaz de defender principios. Un país que calla ante la muerte de miles de niños cada año no puede llamarse civilizado.

El aborto no es un “derecho”, es una tragedia. Y mientras partidos como el PP sigan mirando hacia otro lado, España seguirá avanzando por el camino del relativismo moral y la decadencia cultural.

La defensa de la vida no es negociable. No depende de encuestas ni de estrategias. Depende de la verdad, esa verdad que el PP ha abandonado en su intento de agradar a todos.

Que no te engañen
El PP es abortista. Lo es por acción, por omisión y por cobardía. Lo demuestra Ayuso con su discurso liberal proaborto, Almeida con su marcha atrás y el PP con su voto contra la vida.

Por tanto, quien aún crea que el PP representa una opción provida, se engaña o quiere engañarse. Si decides votarles, hazlo sabiendo que entregas tu voto a un partido que legitima el aborto y la eutanasia.

La vida no se negocia. La conciencia tampoco. Y la verdad, aunque duela, debe decirse sin miedo.

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