Pedro Sánchez se bunkeriza: se atrinchera e intenta ganar tiempo a la desesperada
Pedro Sánchez, la partida final no representa solo una crisis política. Muestra la caída de un proyecto agotado y corrupto. Sánchez intenta llegar “vivo” a febrero. Necesita tiempo
Pedro Sánchez, la partida final no representa solo una crisis política. Muestra la caída de un proyecto agotado y corrupto. Sánchez intenta llegar “vivo” a febrero. Necesita tiempo. Conoce la magnitud del desastre que avanza hacia él. Sabe que cada día suma presión judicial, fracturas políticas y nuevas revelaciones de escándalos de corrupción.
Por eso, el presidente cerró el Congreso durante diez semanas tras la derrota de la senda de estabilidad presupuestaria con 178 votos en contra y 164 a favor. No existen plenos ni debates. No existen controles. Todo se paraliza para evitar más derrotas. La presidenta de la Cámara, Francina Armengol, reforzó esa estrategia. Negó plenos extraordinarios y sesiones para validar reales decretos. Negó toda posibilidad de control político.
El Congreso, que representa la soberanía nacional, queda reducido a un edificio casi vacío. Una España en pausa para que Sánchez respire.
El Gobierno se desmorona: rupturas, cárcel y miedo al futuro
La partida final se acelera cuando su mayoría parlamentaria desaparece. Junts, con los siete diputados de Carles Puigdemont, votó junto a PP, VOX y UPN. Sin ese apoyo, Sánchez navega sin rumbo y sin aritmética.
La prisión de José Luis Ábalos golpea el corazón del PSOE. El exministro se encuentra en Soto del Real por el caso Koldo, junto a Koldo García, su mano derecha. Santos Cerdán, también imputado, salió ocho días antes. El Congreso queda con 349 diputados, pero el problema no es numérico. El riesgo está en lo que Ábalos puede confesar.
Ábalos conoce secretos profundos. Participó en reuniones decisivas. Recibió confidencias clave. Sus palabras pueden abrir grietas en todo el entramado socialista. Su encarcelamiento cambia la partida.
El miedo se instala en Sánchez. Y no es un miedo político, sino judicial.
La familia del «capo» Sánchez, en la diana: Begoña, los padres y el suegro
La partida final entra en fase crítica con la implicación de Begoña Gómez, esposa del presidente. Ábalos apuntó directamente hacia ella en su declaración judicial. Además, señaló a los padres de Sánchez y a su suegro por supuesta financiación de las primarias de 2017 con dinero procedente de negocios vinculados a saunas, un claro eufemismo para prostíbulos.
La contradicción resulta evidente. Un Gobierno que presume de feminismo se ve rodeado de acusaciones relacionadas con explotación sexual. La Audiencia Nacional pidió al PSOE justificar todos los pagos en metálico entre 2017 y 2024. El juez Ismael Moreno estableció un máximo de diez días para presentar esa documentación.
Mientras tanto, los grandes medios callan.
Moncloa hiberna: Sánchez sin escapatoria se bunkeriza
La partida final se agrava porque el presidente ya no puede recurrir a su fórmula habitual: huir hacia adelante con iniciativas mediáticas o leyes polémicas. El Congreso está cerrado. No existen tribunas. No existen maniobras. Solo queda el silencio y la espera.
Las elecciones extremeñas del 21 de diciembre tendrán al candidato socialista sentado en el banquillo junto al hermano del presidente. La imagen simboliza la decadencia del Gobierno. El caso Begoña, el caso mascarillas, los hidrocarburos y las tramas internas del PSOE forman un mosaico corrupto.
Sánchez, aferrado al cargo, recurre ahora a la violencia política. No violencia física, sino presión institucional, bloqueo parlamentario y silencios impuestos. Intenta gobernar desde un piloto automático que oculta la realidad.
La parálisis institucional muestra su debilidad. Moncloa funciona lentamente. España sigue sin Presupuestos Generales por tercer año consecutivo. Y el deterioro se intensifica cada semana.
La única salida es la bunkerización ante la presión política y mediática, especialmente la relacionada con casos de corrupción en su entorno. Esta estrategia incluye un círculo de confianza reducido, evitar la confrontación directa con la oposición y limitar las intervenciones públicas, buscando aguantar la presión hasta que pase la crisis. Aguantar hasta febrero.
El Supremo, la Fiscalía y la tormenta perfecta
La partida final de Pedro Sánchez no se limita al Congreso. Alcanza al Tribunal Supremo y a la Fiscalía General. La Sala Segunda, la misma que rozó imputar a Felipe González en 1996, acaba de inhabilitar al fiscal general con cinco votos frente a dos.
Hace treinta años, nadie cuestionó la legitimidad de aquella resolución. Hoy, el sanchismo intenta convertir al Supremo en enemigo político. La culpa recae sobre quienes controlaron el CGPJ durante décadas. Pero también recae sobre partidos obsesionados con dominar la Justicia.
El caso Koldo fusiona supervivencia política y supervivencia personal. Ábalos dejó un aviso antes de entrar en prisión: “Sí, Sánchez me filtró en Moncloa la investigación secreta de la Fiscalía a Koldo”.
Ese mensaje desmantela cualquier relato oficial. Y coloca a Sánchez en una posición vulnerable.
Sánchez resiste mientras improvisa concesiones a los separatistas
La partida final se mueve ahora en un tablero donde ya no posee control total. Debe resistir. No contempla dimisiones. No contempla elecciones. Solo piensa en sobrevivir.
Concederá lo que necesite a nacionalistas y separatistas. Cupo catalán, poder judicial propio para Cataluña y el País Vasco, un Consell de Justicia que es el sueño húmedo del soberanismo desde los años de Pujol. Todo puede entrar en el pacto para mantenerse en el cargo.
Diciembre trae peligro. Los casos avanzan. Las grietas se ensanchan.
Sánchez intenta sobrevivir. Se bunkeriza mientras España necesita avanzar. Y las próximas semanas marcarán si el presidente logra prolongar su agonía o si el sistema institucional reacciona ante la mayor crisis política del sanchismo.
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