El manifiesto de la izquierda basura

El manifiesto de la izquierda basura es el último grito desesperado de un régimen que se descompone. Artistas subvencionados, políticos amortizados y sindicalistas de despacho firman un texto que no defiende la justicia, la verdad ni la democracia, sino el blindaje de Pedro Sánchez, atrapado en los escándalos de Santos Cerdán y José Luis Ábalos.

Mientras la corrupción socialista está bajo investigación judicial, este manifiesto acusa sin pudor a jueces, a periodistas y a la Iglesia de conspirar contra el Gobierno. Lo llaman «apoyo a la democracia», pero no es más que una defensa de los privilegios de una casta de extrema izquierda que vive de nuestros impuestos. El manifiesto de la izquierda basura no es un texto político: es un panfleto para encubrir la podredumbre del PSOE.

Artistas y políticos caducos: los defensores del régimen
Firman el manifiesto figuras como Pedro Almodóvar, Bardem, Ana Belén, Loles León o Víctor Manuel. Lo más granado del rojerío de siempre. Todos con algo en común: llevan décadas mamando de subvenciones y aplaudiendo al poder de turno mientras denigran a la derecha y criminalizan a la Iglesia. Son los bufones del sanchismo, los aduladores del nuevo césar, los pelotas profesionales del régimen.

A ellos se suman reliquias del PSOE como Leire Pajín, Manuel Chaves, José Montilla o Juan Fernando López Aguilar. Muchos implicados en causas judiciales, otros ya retirados con pensiones doradas. El mensaje es claro: el manifiesto de la izquierda basura es un acto de autodefensa de los que temen perder sus privilegios.

Y no podían faltar los sindicalistas de moqueta, como Ignacio Fernández Toxo y Antonio Gutiérrez. Esos que desaparecen cuando hay huelgas reales, pero siempre están listos para firmar contra la libertad, contra la verdad y contra la decencia.

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Ataques a jueces, prensa libre y la Iglesia
El manifiesto de la izquierda basura acusa a los jueces de crear una «campaña» contra el Gobierno. No mencionan que los informes están judicializados, que hay pruebas, que ya hay imputaciones. Para esta gente, la culpa siempre es de otros: del facha, del cura, del periodista. Ellos nunca tienen la culpa. Nunca dan explicaciones.

La prensa libre también es blanco del odio izquierdista. Denuncian una «orgía de noticias falsas» mientras callan sobre los contratos amañados, el uso partidista de las instituciones y el enriquecimiento de los suyos. Son los hipócritas del siglo XXI, expertos en victimismo y en vivir del cuento.

Y por supuesto, la Iglesia. Porque pedir elecciones anticipadas es, según estos fanáticos, «atentar contra la democracia». La Conferencia Episcopal no tiene derecho a opinar, pero ellos sí pueden insultar, señalar y silenciar. Así entienden la libertad.

La izquierda casposa: nostálgicos del chiringuito y la subvención
Lo más patético del manifiesto de la izquierda basura es su tono de superioridad moral. Hablan de derechos sociales mientras defienden a corruptos. Invocan la democracia mientras atacan al poder judicial. Presumen de pluralismo mientras exigen silenciar a la oposición. Son los nuevos fariseos, los que se visten de virtud para ocultar la basura bajo la alfombra.

Esta izquierda no defiende a la gente. Defiende sus chiringuitos, sus subvenciones, sus puestos a dedo. Cada vez que firman una carta, están firmando una beca, una ayuda, una película financiada por el ministerio. No tienen credibilidad. No tienen vergüenza. No tienen decencia.

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El manifiesto de la izquierda basura es también un acto de desesperación. Saben que el régimen de Pedro Sánchez se tambalea. Que la corrupción les pasa factura. Que la calle está harta. Y como buenos cobardes, echan la culpa a los jueces, a los curas, a los medios. A cualquiera, menos a ellos mismos.

La izquierda basura no merece respeto
El manifiesto de la izquierda basura no es más que el retrato fiel de una clase privilegiada, corrupta y decadente. Han vivido del Estado, lo han parasitado, y ahora lo defienden como quien defiende su último refugio. Atacan a jueces, prensa e Iglesia porque son los últimos muros que resisten al totalitarismo de izquierdas.

No merecen respeto. No merecen atención. Merecen ser denunciados, señalados y desenmascarados. Porque su apoyo no es a la democracia, sino a la corrupción. No es a los derechos, sino a los privilegios. No es al pueblo, sino a Pedro Sánchez.

La izquierda basura se atrinchera, pero España ya no traga.

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