El nuevo Museo Memoria navarro busca romper con los valores católicos y patrióticos que inspiraron su construcción. En su lugar, se pretende imponer una visión revisionista de la historia, diseñada por sectores ideológicos de la extrema izquierda y proetarra
Nacional19 de octubre de 2025 Andrés Bartolomé@Abalberca
El Valle de los Caídos navarro será convertido en un Museo Memorial revanchista bajo control político de los proetarras de Bildu, que jamás condenaron el terrorismo. El Ayuntamiento de Pamplona, presidido por el Joseba Asiron (HB), ha presentado un proyecto que busca borrar los símbolos cristianos y patrióticos del edificio, levantado en memoria de quienes dieron su vida en la Guerra Civil.
Durante el acto, los portavoces de su supuesto comité —Fernando Mendiola Gonzalo, Nuria Ricart Ulldemolins y Cristian Dürr— afirmaron que el objetivo es una “transformación profunda” del monumento, al que califican como “una de las manifestaciones más elocuentes de apología del franquismo”. Con el visto bueno del alcalde de la formación proetarra, Asiron, el equipo pretende eliminar toda huella simbólica de la Guerra, reinterpretando el espacio como un centro de pensamiento crítico y acción política.
El nuevo Museo Memoria navarro busca romper con los valores católicos y patrióticos que inspiraron su construcción. En su lugar, se pretende imponer una visión revisionista de la historia, diseñada por sectores ideológicos de la extrema izquierda y proetarra que busca reescribir el pasado a conveniencia del presente.
Desacralización, censura y demolición simbólica
El informe del comité —con el beneplácito del Ayuntamiento de Bildu— propone la desacralización integral del edificio, incluyendo la eliminación de la cripta y de todos los elementos funerarios. Según sus palabras, el objetivo es “transformar los usos del lugar para fines culturales, pedagógicos y contemporáneos”.
En la práctica, esta decisión supone vaciar de contenido religioso y patriótico el edificio, destruyendo su significado espiritual y arquitectónico. También plantea que la cúpula y el tambor “pierdan protagonismo”, esto es, semidestruirlo, incorporando “elementos que oculten su visión desde el interior”. Incluso el fresco principal “debe ser mediatizado e interpretado”, en un ejercicio de censura estética y simbólica.
Esta transformación del Valle de los Caídos navarro incluye la retirada de los mármoles con los nombres de los caídos, las inscripciones históricas y toda iconografía que recuerde el sacrificio de miles de españoles. El plan busca sustituir la memoria por ideología, la historia por relato, la fe por propaganda.
La Asociación por la Reconciliación y la Verdad Histórica ha denunciado desde el principio esta deriva sectaria. Según la entidad, “el perfil de los componentes del comité sirve solamente para blanquear las directrices del equipo de gobierno del Ayuntamiento, no solo vaciando de contenido el edificio, sino queriendo convertirlo en el vocero de los planteamientos de un consistorio sectario y dirigido por una formación que ha justificado el terrorismo y el dolor en España”.
Una manipulación histórica al servicio del relato de la izquierda
Los impulsores del nuevo Valle de los Caídos navarro lo que realmente buscan es imponer un discurso marxista y revanchista, cargado de odio y anulando cualquier visión distinta de la historia.
La Asociación por la Reconciliación y la Verdad Histórica lo explica con claridad: “El proceso es claro y sovietizante. Primero se decide cuál es el discurso, y después se buscan supuestos expertos que lo avalen. No se da entrada a personas con pensamiento diferente”.
Este método recuerda a los regímenes totalitarios comunistas que definían primero la verdad oficial para luego perseguir cualquier disidencia. La izquierda española, de la mano del socialismo y del separatismo, repite la estrategia: controlar el relato para controlar la conciencia.
Detrás de esta operación se esconde, además de un odio visceral, una venganza política y cultural. Los proetarras de Bildu y sus aliados buscan reabrir heridas que España ya cerró hace décadas con la reconciliación nacional. En lugar de promover unidad, reavivan el odio y la revnacha, destruyen símbolos y manipulan la memoria colectiva.
El Valle de los Caídos navarro se convierte así en el nuevo laboratorio de la memoria histórica, donde el revisionismo se disfraza de cultura y la ideología suplanta a la verdad.
Ataque al patrimonio y a la libertad de pensamiento
La transformación del monumento no solo tiene una carga política, sino también cultural y religiosa. Según la asociación crítica con el proyecto, las conclusiones del comité “privan a la sociedad navarra de la riqueza del debate y de la libertad de pensamiento”.
Este ataque al Valle de los Caídos navarro forma parte de una ofensiva más amplia contra todo lo que recuerde las raíces cristianas y patrióticas de España. Los mismos que toleran homenajes a etarras y quemas de iglesias son los que ahora promueven la destrucción simbólica de los monumentos nacionales.
El objetivo es claro: reeducar a las nuevas generaciones bajo una narrativa culpabilizadora de España. Una narrativa que convierte a los héroes en villanos y a los verdugos en víctimas. Es el mismo espíritu de la llamada “Ley de Memoria Democrática”, que busca silenciar a quienes disienten del discurso oficial.
La memoria histórica, cuando se usa como herramienta política, deja de ser memoria para convertirse en manipulación. El Valle de los Caídos navarro se está transformando en un ejemplo de esa deriva comunista totalitaria.
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