Opinion MARIANO GALIÁN TUDELA 07 de septiembre de 2023

UNIDAD “CENTRO DERECHAS” (I)

Ahora, mientras que los golfos de a pie se unen para hundir a España, el mundo centro derecha, por sus egos, no da pie con bola y así les va

VALORES

El mal llamado progresismo cultural está haciendo añicos a estos zagalones del posliberalismo de baja alcurnia, de tal cocido mental que, si cayesen en manos de Góngora y Quevedo tendrían “dimes y diretes” para rato. Muchos de ellos andan jugando con algún fuego que otro cuando todo lo bueno se cuestiona.

Ahora, mientras que los golfos de a pie se unen para hundir a España, el mundo centro derecha, por sus egos, no da pie con bola y así les va. ¿Piensan en los españoles?  Cuando un buen manjar toma el camino de aguarse, cuando una familia se destroza, no lo duden, cada miembro “toma un camino” por no haber llegado a sucesivos encuentros donde el “yo” previamente ha desaparecido. Mientras que eso pasa, como siempre, se aprovechan los sinvergüenzas y ya la tenemos liada.

Eso es lo que está pasando últimamente en España. Todos creen tener razón pero en realidad, en el fondo, les come el puñetero galardón del “yo”, del “mi, me, conmigo”. Así, ahora mismo, el progresismo cultural y relativista saca su buena tajada.

Ahora, el mundo posliberal,  adopta el papel de victimismo y lamentan las críticas que les dirigen los que una vez estuvieron con ellos y no fueron firmes en sus convicciones y la ira de los progresistas. Estos que ganan 11 millones de votos, pero no pueden llegar al gobierno.

Se deberían replantear por dónde pierde agua su casa, por dónde. Hungría y Polonia están siendo países cada vez más fuertes, tienen claro lo que anhelan y luchan por ello, más aún, frenan la deriva a la que va la mismísima Unión Europea. ¿Qué está pasando pues? No han descubierto aún el significado del bien común y ni han superado la polarización en que se encuentran.

La vuelta del bien común a la escena del pensamiento político está resultando sintomática porque revela las fallas de las que adolece el modelo liberal y, ello, desde sus inicios, VALORES lo abandera y se sigue viendo entre los argumentos políticos que van hoy día desde Platón hasta Rawls.

Si tuviésemos que realizar un diagnóstico momentáneo, podríamos decir que obviar el bien común en todas las áreas de la sociedad política europea, dejando a un lado los caprichos laicistas, relativistas y neoliberales, los cuales huelen más a maquiavelismo  es una de las principales razones por las que el liberalismo ha fracasado.

El mundo capitalista donde se encuentran estos chivos expiatorios revela hasta qué punto ha calado uno de los principales postulados en los que se basa la política moderna y que erosionan la concepción clásica del bien común y, principalmente, la justicia social.

La enseñanza liberal, la que observamos hoy en la democracia moderna europea no está resultando válida para solventar el conflicto entre individuo y sociedad. La política se aleja de lo compartido y si acaso te da unas pobres migajas, vaciándose del bien común o, a lo sumo, reduciéndolo a la mera suma de intereses compartidos.

Michael Sandel, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales en 2018, daría por bueno que la defensa del bien común es compatible con la libertad individual y los derechos del ciudadano. Si confundimos el bien común con el interés general es porque hemos perdido de vista la naturaleza comunitaria, política de cada ciudadano. Al soslayarla, el juego político llega a ser una lucha entre individuos, cada uno con sus deseos e inclinaciones, opuestos a renunciar a lo suyo en beneficio de los intereses privados de la otra parte o en aras de un supuesto interés de la colectividad.

Pero de aquella verdad antropológica es de donde nace realmente la doctrina clásica acerca del bien común, que constituye uno de los pilares en los que se asienta el Humanismo Cristiano.

Desde el punto de vista anterior, no vemos como al bien común es algo que debe ser superado, sino como un factor arraigado en nuestro deseo natural de lo que nos eleva como seres humanos que somos. Si pensamos en cada persona como animal político, significa que el ser humano solo puede desarrollarse plenamente en sociedad. Sabemos que algún centro derecha, desparramado por nuestra España, este tema no lo tienen claro pues alegan que, supondría colocar el bien colectivo por encima del individual.

Pero parece no haberlo reflexionado. “No existe oposición alguna entre el bien del cuerpo social y el de la persona, pues toda persona necesita bienes a los que solo puede acceder socialmente. Así pues, una sociedad constituida por personas que aman su bien privado por encima del común, o que identifican el bien común como un bien privado, no es una sociedad de hombres y mujeres libres, sino de tiranos. No nos olvidemos: “el bien común es un bien de todos”. 

No nos extraña que una España que no lee, no estudia, no reflexiona, no posee los suficientes ánimos para entrar de lleno en batallas culturales estamos donde estamos. Tal como va el panorama de juego de vocablos, no lo duden, nos engañan con un caramelo y, VALORES, se ha tomado con seriedad esta guerra cultural a la que no desean entrar los mismos que posturean de continuo en el mundo mediático y han preferido ladearse del humanismo en el que nacieron, el faro guía de Europa, por el cascabeleo neoliberal y ya casi tan relativista como los que guían tales pasos. 

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