Estas restricciones, según indican los propios usuarios, estarían prolongando un escándalo ya de por sí incendiario.

Esta revelación ha intensificado la indignación entre los exclientes de la entidad, quienes acusan a ING no solo de vulnerar la libertad de expresión al censurar a un periodista independiente como Iker Jiménez, sino también de bloquear el legítimo derecho de sus clientes a decidir sobre sus finanzas.

Las redes sociales han servido de escaparate para estos casos, mostrando mensajes de usuarios que comparten sus dificultades para dar de baja sus cuentas, lo que ha provocado aún más preocupación sobre la transparencia de ING y su respeto hacia sus usuarios.

Boicot y desplome en bolsa
La reacción en redes ha sido contundente, con miles de usuarios abandonando la entidad y sumándose al boicot. Estos exclientes consideran la medida como una cesión inaceptable a presiones ideológicas que buscan imponer un discurso único en los medios, penalizando la independencia de un comunicador reconocido por su valentía y rigor informativo.

La viralización de este descontento se ha reflejado en los mercados, con ING registrando una caída del 1,13% en su cotización.

 La retirada de la publicidad de programas como Horizonte y Cuarto Milenio, espacios conocidos por explorar temas difíciles y fomentar el pensamiento crítico, representa un retroceso para quienes defienden la pluralidad informativa.

Iker Jiménez ha sido una de las pocas voces dispuestas a abordar temas complejos sin temor a críticas, y sus seguidores consideran que el respaldo de patrocinadores como ING es crucial para mantener la diversidad en los medios.

La postura de ING ha sido vista como una concesión a la censura, disfrazada de política de “neutralidad publicitaria.” Sin embargo, este argumento ha sido ampliamente criticado, ya que Jiménez no representa una amenaza para el debate público, sino un ejercicio de libertad de expresión necesario para la sociedad.

Al tomar una posición que afecta directamente a uno de los programas más populares e independientes de la televisión española, ING ha puesto en juego no solo su imagen, sino también la confianza de su clientela.

Respuesta de ING: ¿Neutralidad o censura?
Pese a la tormenta de críticas, ING ha mantenido su versión oficial, defendiendo que su política publicitaria no responde a preferencias ideológicas. Sin embargo, en una sociedad cada vez más polarizada, el público exige transparencia y compromiso ético en las grandes corporaciones, especialmente cuando estas deciden intervenir en el contenido informativo que respalda.

Para muchos, la falta de neutralidad de ING queda en evidencia, lo que ha intensificado el rechazo de una medida que se percibe como un ataque directo a la libertad de opinión.

La insistencia en bloquear las solicitudes de cierre de cuentas de los clientes descontentos no hace más que avivar las críticas y aumentar el escepticismo hacia ING. En última instancia, la pérdida de clientes y la caída de las acciones revelan que el público no está dispuesto a tolerar prácticas que comprometan su libertad de expresión y control financiero.

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