Pedro Sánchez: pobreza energética, ineptitud y más impuestos para los españoles
Pedro Sánchez no solo pasará a la historia como el presidente más soberbio, déspota, sectario e ideologizado que ha tenido España desde la Transición; también lo hará como el mayor generador de pobreza, dependencia estatal e injusticia social
Sánchez: sin gestión, sin alma, sin rumbo
Pedro Sánchez no solo pasará a la historia como el presidente más soberbio, déspota, sectario e ideologizado que ha tenido España desde la Transición; también lo hará como el mayor generador de pobreza, dependencia estatal e injusticia social de las últimas décadas. Su legado es tan desastroso que hoy, más de 8,6 millones de españoles sufren pobreza energética, una cifra que se ha disparado un 136% desde 2019, coincidiendo con su llegada al poder.
La miseria energética, la imposibilidad de calentar el hogar o mantener un suministro eléctrico estable, ya no es un problema coyuntural, sino un drama estructural que Sánchez ha profundizado con políticas fiscales asfixiantes, una nula estrategia energética nacional, y una dependencia suicida de la Agenda 2030 y sus delirios ecológicos.
Una cifra alarmante: 8,6 millones en pobreza energética
Según datos de Eurostat, el 10,6% de la población de la Unión Europea no puede mantener su vivienda a una temperatura adecuada ni asegurar el suministro eléctrico. Pero España, junto a Portugal y Bulgaria, duplica esa proporción. El desastre tiene nombre y apellido: Pedro Sánchez.
En 2024 más de 8,6 millones de personas en nuestro país no han podido mantener su vivienda a una temperatura adecuada, lo que significa que uno de cada cinco españoles vive en condiciones indignas, pese a los impuestos confiscatorios que soportan y a la deuda pública desbocada.
En 2019, bajo gobiernos anteriores, la pobreza energética afectaba al 7,5% de la población. Hoy, en 2024, afecta al 20,8%, es decir, casi tres veces más. No hay excusa, no hay pandemia, no hay guerra en Ucrania que justifique este fracaso de Sánchez como gestor.
Sin productividad, sin renta, sin futuro
La pobreza energética no es un fenómeno aislado. Va acompañada de otros indicadores que muestran el deterioro general del país. Durante los años de gobierno socialista, la productividad laboral se ha estancado, la brecha de renta per cápita con la UE no solo no se ha reducido, sino que ha aumentado, y los indicadores educativos, como el informe PISA, se han desplomado.
La Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia del propio Gobierno reconoce en sus informes retrocesos en formación, rendimiento académico y expectativas educativas. Esto confirma que la pobreza no es solo energética, es también educativa, cultural, y moral.
La causa es clara: cuando se gobierna con ideología en lugar de con responsabilidad, el resultado es la ruina.
Sánchez: más impuestos, más corrupción, más miseria
Decir Pedro Sánchez es decir más impuestos, más corrupción y más pobreza para los españoles. Cada nueva medida que anuncia implica mayor presión fiscal para la clase media, subvenciones ideológicas para colectivos afines al poder, y más gasto inútil para mantener estructuras estatales paralelas que no rinden cuentas.
España soporta la segunda mayor presión fiscal de su historia, sin que esto se traduzca en mejores servicios, ni en seguridad energética, ni en rebajas de la luz o el gas. Por el contrario, las familias españolas ven cómo sus facturas suben, su poder adquisitivo baja, y su dignidad es arrasada por un Gobierno que prefiere regalar millones a agendas extranjeras o gobiernos autonómicos separatistas antes que garantizar calefacción a los suyos.
Los datos no mienten, Sánchez sí
Este es el legado real del socialismo del siglo XXI que Pedro Sánchez representa: una España empobrecida, dependiente y sin soberanía energética. Mientras presume en Bruselas de «transición verde», millones de hogares españoles encienden velas en invierno o se abrigan con mantas, incapaces de pagar la calefacción.
Y todo esto mientras Moncloa gasta en propaganda, ministerios duplicados, sindicatos comprados, observatorios de género, y chiringuitos ideológicos que no producen ni bienestar ni empleo.
La única transición que ha logrado Sánchez es la de una España digna a una España empobrecida, donde la ideología vale más que el pan y el frío más que la verdad.
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