La sartén y el fuego
"No esperamos una revolución del PP que nos lleve a cotas inéditas de bienestar, sino una gestión sensata que restañe las heridas mafiosas inferidas por el sanchismo"
Uno de los desastres políticos que ha traído la fatídica autocracia sanchista es fomentar el rechazo a la única alternativa democrática que tiene. Ya hay mucha gente que se tiene por «progre» pero abomina del amasijo de abusos, corruptelas y torpezas que caracteriza al Gobierno actual. Critican a Sánchez, su rapaz familia y sus obtusos secuaces con todas las letras del alfabeto, el nuestro y el cirílico.
¡Se han decepcionado de la falsa izquierda y nunca les ha gustado la derecha! De modo que se salen del juego. Si uno les menciona con cautelosa esperanza el congreso del PP en julio y las aceptables noticias que de él pueden llegarnos, se refocilan en el más destructivo sarcasmo. ¡Venga hombre, Feijóo no ilusiona a nadie! No tiene más proyecto político que mandar a su casa a Sánchez y luego que venga el diluvio. Confiar en esa quebradiza alternativa es saltar de la sartén al fuego.
Por supuesto, este argumentario es apoyado y hasta suscitado con astuto entusiasmo por el sanchismo. Claro, Sánchez ha cometido errores y se ha rodeado en ocasiones de gente poco de fiar, pero es lo que hay. No es la izquierda que queríamos (los que la quisieran) pero al menos no es la derecha sosa y aburrida que solo sabe llevarle la contraria y que a fin de cuentas va a necesitar a los ultras para hacer suficiente bulto. A fin de cuentas, estos escépticos sobrevenidos vuelven a lo de siempre: está claro que la izquierda nos ha engañado, pero al menos no nos dejaremos pervertir por la derecha.
¿Votar? Con su pan se lo coman… Feijóo no tiene carisma (por lo visto, Bolaños, sí), Cayetana es muy inteligente, pero seamos sinceros aquí no nos gustan las mujeres que dan lecciones a los hombres, Ayuso es demasiado liberal, hasta sus compañeros la tienen miedo y además está lo de las residencias, sí, ya saben, las que dependían de Pablo Iglesias…
De modo que nada de nada, no me lo creo… para ese viaje no hacen falta alforjas. Los de izquierdas son puteros y los de derechas hijos de puta. A mí que no me metan en más líos, yo a quejarme y a no ensuciarme las manos. Seguir como estamos, pues sí, mire usted, con Sánchez, qué le vamos a hacer…
Pues yo seré muy conformista y lo que ustedes quieran, pero estoy deseando poder votar al PP. Serán muy insuficientes en bastantes cuestiones, siguen todavía pegados a los tópicos de izquierdas porque les parecen más «modernos» (como si a estas alturas no supiésemos ya en cuántas cosas nuestras abuelas tenían razón) pero no creo que vayan a destruir este país, desde la unidad de la patria hasta la Renfe, desde la judicatura hasta la Guardia Civil pasando por la educación, la lengua común (la mayor riqueza de los desheredados) y las tradiciones españolas que solo molestan a los arribistas de la izquierda snob.
No esperamos una revolución del PP que nos lleve a cotas inéditas de bienestar, sino una gestión sensata que restañe las heridas mafiosas inferidas por el sanchismo a las instituciones más necesarias y respetables del país. Cuando un enfermo está grave, casi en fase terminal, lo primero es que recupere el pulso y extirparle los tumores, no mandarle de vacaciones a un hotel con piscina climatizada. Los políticos probables del PP que saldrán del congreso de julio serán más o menos competentes, pero no auténticos frikis con anomalías ideológicas graves como Urtasun, Yolanda Díaz o Ione Belarra. No tenemos en Moncloa gente normal, desengáñense.
Lo único positivo que hemos aprendido en nuestra travesía del Ciclón Sánchez es que no todos los políticos son iguales… y de nosotros depende que no continúen indefinidamente los peores con mando en plaza. En un artículo excelente sobre este mismo tema aparecido en El Mundo, David Jiménez Torres concluye que como alternativa el antisanchismo no basta, pero desde luego tampoco sobra.
Si perduran las leyes disparatadas, las amnistías dolosas, los aforamientos salvavidas, la deuda infinita con los peores separatistas, los fiscales domesticados, la manía de llevar a la UE como lenguas oficiales las que no son mayoritarias ni siquiera en sus autonomías particulares y la invención de un Tribunal Constitucional a la medida de los intereses del Gobierno… ¿Qué proyectos políticos razonables pueden prosperar en España, por mucho que haga el PP? Hasta no borrar el sanchismo y sus desmanes no son factibles proyectos más ambiciosos. En el fuego ya estamos, de modo que solo queda subir en cuanto podamos a la sartén para no achicharrarnos del todo.
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