Sánchez fracasa estrepitosamente con su concurso de videojuegos contra Franco

El Gobierno se ve obligado a ampliar el plazo del certamen escolar sobre Franco por la escasa participación
Fracaso absoluto del concurso de videojuegos sobre Franco

Sánchez fracasa con su concurso de videojuegos sobre Franco. El concurso de videojuegos contra Franco promovido por el Gobierno de Pedro Sánchez ha sido un nuevo fiasco. A pesar de los importantes recursos destinados, la escasa participación obligó a ampliar los plazos y replantear su impacto. Esta iniciativa, presentada como “innovadora y educativa”, evidencia el rechazo de los jóvenes a los intentos descarados de adoctrinamiento ideológico desde las instituciones.

Una cruzada ideológica disfrazada de pedagogía digital
Con motivo del 50 aniversario de la muerte de Francisco Franco, el Gobierno lanzó el programa escolar “Vivir, Sentir y Contar la Democracia: España en libertad. 50 años”. El objetivo era claro: impulsar una visión concreta, sectaria y marxista, del pasado reciente, alineada con los postulados del socialismo y la extrema izquierda. Una de las herramientas estrella fue el concurso de videojuegos sobre Franco, dirigido a estudiantes de primaria y secundaria, con suculentos premios económicos.

Hasta 1.500 euros por proyecto individual y 5.000 para trabajos en grupo. Un total de 75.000 euros solo en premios, más gastos asociados a viajes, alojamiento y manutención. Sin embargo, el plan no salió como esperaba La Moncloa. El alumnado no respondió. La fecha límite inicial —prevista para mayo— se ha tenido que prorrogar hasta el 25 de junio debido a la escasa participación.

¿El principal motivo del fracaso? El evidente rechazo al intento de imponer un relato único sobre la historia reciente.

Los jóvenes no se dejan manipular por la ideología oficial
El fracaso del concurso de videojuegos sobre Franco evidencia un hecho contundente: los jóvenes no quieren que se les adoctrine ni quieren ser cómplices adoctrinadores. El Gobierno podrá disfrazar su iniciativa como “educativa”, pero el contenido y el contexto hablan por sí solos. No se trata de fomentar el pensamiento crítico o de la búsqueda de la verdad, sino de forzar un enfoque ideológico único y absolutamente parcial.

La excusa que dan desde el Ministerio de Educación para justificar su fracaso es que “crear videojuegos es complejo en el entorno escolar”. Pero lo cierto es que el mensaje ha sido rechazado de raíz. El relato monolítico, el desprecio hacia otras memorias —los miles de asesinados por el Frente Popular en la guerra civil, los asesinatos de Paracuellos del Jarama, las torturas de las checas, o más recientemente, las víctimas del terrorismo de ETA— y el uso partidista de la historia no conecta con las inquietudes reales de los jóvenes.

El Ejecutivo socialista pretendía usar la tecnología como excusa para colar su visión ideológica sectaria en las aulas. Pero los estudiantes han dado la espalda a este intento de manipulación. “No queremos propaganda, queremos libertad para pensar y aprender”, ha sido el sentir generalizado en múltiples foros y comunidades educativas.

Memoria histórica sesgada y recursos públicos malgastados
No se trata de rechazar los videojuegos como herramienta pedagógica. Muy al contrario: el uso de recursos digitales en las aulas puede ser muy positivo si se aplica con neutralidad y profesionalidad. Crear videojuegos puede fomentar la creatividad, el trabajo en equipo, la lógica o la programación. Pero todo eso pierde valor cuando se impone un contenido ideologizado y excluyente.

Aquí se utiliza la historia como arma política, se reescribe el pasado para imponer el pensamiento único, y se invierte dinero público en campañas propagandísticas mientras los problemas reales del sistema educativo siguen sin solución.

Una inversión económica en el concurso de videojuegos sobre Franco que resulta, además, escandalosa. Casi 100.000 euros de dinero público han sido destinados a esta campaña de adoctrinamiento marxista.

La respuesta es clara: no buscan educar, buscan moldear. Y por suerte, los jóvenes españoles no se dejan utilizar como marionetas del poder. Esta generación quiere aprender de verdad, contrastar ideas, analizar hechos sin filtros ideológicos.

Un síntoma más del fracaso del modelo educativo socialista
Este concurso de videojuegos sobre Franco es un ejemplo más de cómo el socialismo utiliza la educación como un laboratorio de ingeniería ideológica. Ya no basta con los manuales reescritos o los currículos alterados. Ahora, también quieren controlar el contenido digital, imponer una narrativa única y premiar solo las voces que repiten el dogma oficial.

Pero ya no cuela la propaganda disfrazada de innovación. La respuesta ha sido clara: los jóvenes no quieren participar. Prefieren ser libres que subvencionados. Prefieren buscar la verdad que repetir el relato del poder. La educación no es un campo de batalla ideológico. Es un espacio para el crecimiento, la crítica, la verdad y la libertad.

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