Un exempleado de las saunas del padre de Begoña Gómez: «Llegaban jovencitos extranjeros sin papeles, incluso menores y les dejaban entrar a prostituirse»

Un ex responsable de seguridad de la famosa Sauna Adán ha revelado que Begoña Gómez, actual esposa del presidente del Gobierno, participaba activamente en las tareas de gestión y reparto económico dentro de los negocios vinculados a su familia.

Según el testimonio emitido en Telemadrid por un exempleado identificado bajo el nombre ficticio de Toni, Gómez se encargaba de pasar por los locales tras las noches de actividad para organizar el dinero recaudado y distribuir en sobres los pagos correspondientes a las trabajadoras sexuales.

Toni asegura que esta labor la realizaba ya siendo pareja de Pedro Sánchez y que los negocios familiares de los Gómez estaban centrados, en origen, en la prostitución femenina, no en establecimientos de ambiente gay. Fue más tarde cuando, adaptándose al auge del barrio de Chueca, comenzaron a abrir locales dirigidos a un público homosexual.

 Según este exempleado, el entramado empresarial incluía al menos cinco saunas y dos prostíbulos —uno en Segovia y otro ubicado en la carretera de La Coruña— además de un piso en el edificio de la propia Sauna Adán, arrendado a través de MUFACE por un importe mensual de 850 euros. Dicho ático, según Toni, servía como una extensión operativa del negocio.

Una de las acusaciones más delicadas formuladas por el entrevistado apunta a la falta de controles sobre los jóvenes extranjeros que accedían a la sauna. Relata que algunos de ellos eran menores de edad y que entraban sin ningún tipo de verificación para ejercer la prostitución. “Ha habido sanciones por esto”, ha afirmado, sin entrar en detalles sobre las autoridades implicadas.

El testimonio también describe cómo funcionaba el modelo de trabajo dentro del negocio. Las prostitutas, según Toni, eran técnicamente “autónomas” y alquilaban habitaciones “para descansar” entre turnos, ya que los locales funcionaban ininterrumpidamente las 24 horas. No obstante, con el paso del tiempo, el negocio habría evolucionado: “Cuando vieron que sólo alquilar habitaciones no era rentable, habilitaron muchas más para que pudieran prestar servicios allí mismo”, ha asegurado.

En cuanto a los clientes que no querían consumir dentro de la sauna, ha explicado que las trabajadoras también hacían “salidas” a otros lugares por precios más bajos. Un ejemplo típico, dijo, era cobrar 100 euros por hora fuera del local para atender a clientes que evitaban acudir a la sauna por discreción o preferencias personales.

Aunque Toni niega que hubiera trata de blancas o explotación directa, su relato dibuja una estructura consolidada de prostitución organizada, con la implicación directa de varios miembros de la familia Gómez. Ha reiterado que, aunque en su mayoría se trataba de mujeres, la familia se reconvirtió parcialmente al público gay cuando el barrio madrileño de Chueca se convirtió en un enclave de referencia dentro del colectivo LGTB.

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