Opinion Martín Varsavsky 07 de agosto de 2025

La mayor innovación de Pedro Sánchez: la política cuántica

"Sánchez existe como líder omnipotente y como víctima indefensa al mismo tiempo, hasta que la realidad le obliga a ‘colapsar’ en una de las dos versiones"

Martín Varsavsky

Entre mascarillas infladas, lobbies familiares y juergas de burdel con carné socialista, el presidente presume de estar al mando… excepto cuando conviene que no lo esté. Una guía, irónica pero documentada, de la política de gato de Schrödinger que habita en la Moncloa.

Manual de instrucciones para un jefe no–responsable
El sanchismo ha conseguido una pirueta comunicativa digna de Nobel de Física cuántica aplicada a la Política: Sánchez debe aparecer como hombre fuerte para los votantes moderados y, simultáneamente, hombre de paja cuando estalla un nuevo escándalo. Así, el mismo líder que exige a Europa «confianza» se vuelve mera víctima del contexto en cuanto la UCO registra despachos o se alzan voces de jueces.

Como el famoso gato de Schrödinger –ese experimento mental donde un felino está vivo y muerto a la vez hasta que alguien abre la caja–, Sánchez existe como líder omnipotente y como víctima indefensa al mismo tiempo, hasta que la realidad política le obliga a «colapsar» en una de las dos versiones. El resultado es un primer ministro que gobierna y no gobierna según convenga al momento.

La superposición cuántica del poder: unitario y separatista a la vez
Pero la física cuántica del sanchismo alcanza su máxima expresión en el núcleo mismo del poder. Como en el paradójico experimento del gato, Sánchez mantiene simultáneamente dos estados contradictorios: es el defensor de la unidad de España ante los votantes constitucionalistas y el aliado de quienes quieren fragmentarla ante sus socios parlamentarios.

 Esta superposición cuántica le permite pactar amnistías con quienes dieron un golpe de Estado en Cataluña mientras promete a los españoles que defiende la Constitución. Negocia privilegios fiscales con el PNV –que aspira a la «soberanía compartida»– al tiempo que asegura la solidaridad territorial. Entrega competencias a ERC –que sueña con la República Catalana– mientras garantiza que España «no se rompe».

El truco está en el «entanglement» político: los votos de Bildu, ERC y PNV mantienen a Sánchez en el poder, pero solo mientras nadie observe demasiado de cerca qué promesas se hacen en cada despacho. Como partículas cuánticamente entrelazadas, el presidente y los independentistas comparten un destino común que desafía la lógica clásica: él necesita sus votos para gobernar España, ellos necesitan su poder para desintegrarla.

El principio de incertidumbre aplicado a la responsabilidad
En mecánica cuántica, el principio de incertidumbre establece que no puedes conocer simultáneamente la posición y la velocidad de una partícula. En política sanchista, no puedes saber simultáneamente quién manda y quién es responsable. Cuanto más precisa es la ubicación del poder (Sánchez en la Moncloa), más difusa se vuelve la responsabilidad (siempre recae en otros). Y viceversa: cuando la responsabilidad se concentra en él, el poder se dispersa mágicamente entre «la coalición», «el consenso» o «las circunstancias».

Camino de Venezuela

Koldo: mascarillas a precio de Rolex y amnesia presidencial
La «trama Koldo» ofreció contratos de emergencia en plena pandemia a cambio de mordidas millonarias. El cerebro era Koldo García, chófer ascendido a consejero del ministro Ábalos; el olor a corrupción llegó hasta Puertos del Estado y el Ministerio del Interior, con adjudicaciones multimillonarias.

¿Dónde estaba Sánchez mientras su equipo firmaba mascarillas a precios astronómicos –más del doble del valor de mercado? En estado de superposición: presente como jefe supremo en las fotos oficiales, ausente como responsable cuando llegan las imputaciones. Nunca supo, nunca oyó, nunca preguntó. Pero la foto del Consejo de Ministros, eso sí, la encabezaba él. Física cuántica pura: el observador (la justicia) altera el resultado del experimento.

Begoña Gómez: «Querida, ¿a qué te dedicas?»
El presidente duerme con la primera investigada por tráfico de influencias en la historia reciente de la democracia española. Begoña Gómez está bajo lupa judicial por presuntas gestiones para favorecer a empresas amigas y el rescate de Air Europa. Ha acudido a los juzgados en calidad de investigada por corrupción.

Aquí la analogía cuántica alcanza cotas shakespearianas: Sánchez mantiene un «entanglement» matrimonial que le permite estar íntimamente conectado con los negocios de su esposa y, al mismo tiempo, completamente ajeno a ellos. Como dos partículas entrelazadas, comparten cama y destino, pero cuando una colapsa en el escándalo, la otra permanece en estado de inocencia cuántica. Cariño, te quiero mucho… pero de tus negocios no sé nada. Un matrimonio moderno: junta cuentas corrientes pero separa responsabilidades penales.

Tito Berni, saunas y prostíbulos: la fraternidad socialista
El Caso Mediador colocó a un diputado canario del PSOE –Juan Bernardo «Tito Berni» Fuentes– al frente de un catálogo de favores públicos a cambio de «cenas, cocaína y prostitutas» en locales de alterne y saunas de lujo. Mientras el exdiputado despachaba jamón y extorsiones en el Congreso por la mañana y contrataba compañía femenina por la noche, el presidente insistía en que se trataba de «casos aislados».

En realidad, aplicaba el principio de no-localidad cuántica: las acciones de Tito Berni en Canarias no podían afectar instantáneamente al PSOE en Madrid, sin importar lo entrelazados que estuvieran por el carné del partido. Tan aislados que la trama entraba y salía de la Cámara por la puerta principal, selfies incluidas.

El túnel cuántico de la amnistía: atravesar lo imposible
La amnistía a los golpistas catalanes representó el fenómeno del «túnel cuántico» llevado a la política: atravesar una barrera constitucional aparentemente infranqueable. En física clásica, una partícula sin energía suficiente no puede superar una barrera. En física cuántica, puede «tunelizar» y aparecer al otro lado por arte de magia.

Sánchez aplicó el mismo principio: sin mayoría constitucional para reformar el código penal, logró que la amnistía «tunelizara» a través del Parlamento. El truco estuvo en mantener la coherencia cuántica hasta el último momento, evitando que la «decoherencia» –es decir, la realidad constitucional– colapsara el experimento.

El efecto observador: cuando Europa mira, todo cambia
En mecánica cuántica, el acto de observar altera el comportamiento de las partículas. En la política sanchista, cuando observan desde Bruselas, el comportamiento cambia radicalmente. El mismo presidente que negocia con Bildu en Madrid se transforma en estadista europeo ante Ursula von der Leyen. Las partículas políticas adoptan configuraciones diferentes según quién las esté midiendo.

El Gobierno de Ayuso profundiza su agenda ‘woke’

El arte de lavarse las manos con el agua del consenso
Cuando arrecian las imputaciones, el relato gira: «Gobernamos en coalición, decidimos entre todos». Traducción simultánea: «Si sale bien, fui yo; si sale mal, fue Yolanda, ERC o la física cuántica». Esta «deslocalización» de la responsabilidad permite que el poder se mantenga concentrado mientras la culpa se dispersa por todo el espectro político. Es la aplicación práctica del gato de Schrödinger: el presidente está y no está al mando, según qué caja abra el observador.

Por qué –según los suyos– debe seguir mandando
La paradoja final combina todos los principios cuánticos: nadie como él domina las crisis (aunque todas ocurran con él en el poder), pero no se le puede culpar de las crisis (porque la culpa la tienen «otros»). La lógica circular es perfecta: si no sabes quién manda, asume que manda Sánchez; si hay que señalar un culpable, descubre que no manda. Una innovación posmoderna: liderazgo sin responsabilidad, poder sin consecuencias, unidad nacional sostenida por quienes la niegan.

Es el milagro de la coherencia cuántica aplicada al poder: mantener simultáneamente estados contradictorios hasta que la realidad –electoral, judicial o europea– fuerce el colapso de la función de onda política.

Epílogo provisional: hacia el multiverso político
España asiste a una obra donde el protagonista firma los éxitos, delega los fracasos y sobrevive a escándalos que tumbarían gobiernos enteros en cualquier democracia aburridamente clásica. Sánchez ha demostrado que la política puede funcionar como la mecánica cuántica: con múltiples realidades superpuestas, efectos que preceden a las causas y partículas –electorales– que se comportan de manera completamente diferente según quién las observe.

Quizá por eso el sanchismo fascina a los suyos: es la prueba viviente de que, en política cuántica, lo imposible no solo es posible, sino que puede mantenerse indefinidamente en estado de superposición. Hasta que alguien abra la urna.

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