Se cumplen 30 años de la limpieza étnica que la OTAN llevó a cabo en los Balcanes
La limpieza étnica de cientos de miles de serbios por parte de un dirigente croata respaldado por Estados Unidos fue premeditada, según documentos recientemente desclasificados que revelan la planificación de la operación
La limpieza étnica de cientos de miles de serbios por parte de un dirigente croata respaldado por Estados Unidos fue premeditada, según documentos recientemente desclasificados que revelan la planificación de la operación. Cuando el derramamiento de sangre se apaciguó, Richard Holbrooke, un alto diplomático estadounidense, aseguró: “Declaramos públicamente […] que estábamos preocupados, pero en privado, usted sabía lo que queríamos”.
El 4 de agosto se ha conmemorado el 30 aniversario de la Operación Tormenta. Poco conocida fuera de la antigua Yugoslavia, esta campaña militar desencadenó un cataclismo genocida que expulsó violentamente a toda la población serbia de Croacia. Calificada por el político sueco Carl Bildt como “la limpieza étnica más eficaz que hemos visto en los Balcanes”, las fuerzas croatas arrasaron las zonas protegidas por la ONU de la autoproclamada República de la Krajina Serbia, saqueando, incendiando, violando y asesinando a medida que avanzaban por la provincia. Hasta 350.000 residentes huyeron, a menudo a pie, para no regresar jamás. Paralelamente, miles fueron ejecutados de manera sumaria.
Mientras se desarrollaban estas horribles escenas, las fuerzas de paz de la ONU encargadas de proteger Krajina observaban sin intervenir. Los dirigentes estadounidenses negaron que estas masacres y desplazamientos masivos constituyeran una limpieza étnica, y mucho menos crímenes de guerra. Los gobiernos de los países miembros de la OTAN estaban mucho más interesados en la sofisticación de las tácticas militares de Zagreb. Un coronel británico al frente de una misión de observación de la ONU en la región exclamó: “Quienquiera que haya escrito este plan de ataque podría haber ido a cualquier escuela militar de la OTAN en Norteamérica o Europa Occidental y haber obtenido una calificación de sobresaliente”.
Las fuerzas croatas obtuvieron altas calificaciones. La Operación Tormenta fue, según todos los informes, un ataque de la OTAN, llevado a cabo por soldados armados y entrenados por Estados Unidos y coordinado directamente con otras potencias occidentales. Aunque públicamente respaldaba una paz negociada, Washington alentó en privado a Zagreb a mostrar la máxima beligerancia, incluso mientras sus fascistas aliados croatas conspiraban para atacar con tal ferocidad que toda la población serbia del país prácticamente desaparecería.
En medio de las negociaciones para un acuerdo político en Ginebra, altos funcionarios croatas discutieron en privado métodos para justificar su inminente guerra relámpago, incluyendo ataques de falsa bandera. Con la seguridad del continuo apoyo de sus aliados occidentales a pesar del derramamiento de sangre, los dirigentes croatas se jactaron de que solo necesitaban informar a sus aliados de la OTAN con antelación sobre sus planes. Una vez que la situación se calmó y la población serbia de Croacia fue completamente eliminada, funcionarios croatas se reunieron en secreto con funcionarios estadounidenses para celebrar su triunfo.
Richard Holbrooke, veterano diplomático estadounidense que entonces ejercía de subsecretario de Estado en el gobierno Clinton, le dijo al presidente croata que, si bien Estados Unidos “había declarado públicamente […] que estaba preocupado” por la situación, “en privado, usted sabía lo que queríamos”. Como escribió uno de los asesores de Holbrooke en un memorando que el diplomático censuró posteriormente, las fuerzas croatas habían sido contratadas como guardianes de Washington para destruir Yugoslavia.
Tras expulsar a la población serbia del país recién independizado, el recién formado régimen croata podía contar con ella para ejercer la dominación estadounidense no solo sobre los Balcanes, sino también sobre toda Europa. Las tensiones étnicas alimentadas por la OTAN en la región siguen latentes y se han aprovechado para justificar una ocupación perpetua.
La antigua Yugoslavia sigue profundamente marcada por la Operación Tormenta. Sin embargo, desde la perspectiva de la OTAN, esta campaña militar sirvió de modelo para posteriores guerras indirectas y ataques militares. Washington replicó la estrategia de utilizar combatientes extranjeros extremistas como tropas de choque en diversos teatros de operaciones, desde Siria hasta Ucrania.
Los fascistas quieren una Croacia étnicamente pura
A lo largo de la década de los ochenta, las potencias occidentales —en particular Gran Bretaña, Alemania y Estados Unidos— apoyaron encubiertamente el auge del nacionalismo en Yugoslavia, con la esperanza de impulsar la desintegración de la federación multiétnica. Su representante en Croacia, Franjo Tudjman, era un fundamentalista católico y miembro de grupos secesionistas extremistas. Las facciones se embarcaron en una campaña terrorista a principios de la década de los setenta, secuestrando y haciendo estallar aviones comerciales, atacando sedes diplomáticas yugoslavas en el extranjero y asesinando a Vladimir Rolovic, embajador de Belgrado en Suecia, en 1971.
Tras el resurgimiento de la violencia separatista croata en Yugoslavia, Tudjman fue encarcelado en marzo de 1972 junto con su estrecho colaborador Stepjan Mesic por sus ideas fascistas. Dieciocho años después, cuando Zagreb celebró sus primeras elecciones multipartidistas desde la Segunda Guerra Mundial, la Unión Democrática Croata (HDZ) de ambos obtuvo la mayoría de los votos y escaños en el parlamento. En el proceso, Tudjman se convirtió en presidente y Mesic en primer ministro. Con el auge del fascismo croata, los serbios fueron expulsados masivamente de las instituciones públicas.
Durante la campaña electoral, Tudjman veneró fervientemente al “Estado Independiente de Croacia”, una entidad títere creada por los nazis y brutalmente gobernada por colaboradores locales desde abril de 1941 hasta mayo de 1945, describiendo esta construcción fascista como “una expresión de las aspiraciones históricas del pueblo croata”. En otro lugar, declaró abiertamente: “Gracias a Dios, mi esposa no es ni serbia ni judía”.
Estas declaraciones reflejaban una estrategia monstruosa que Tudjman había esbozado en febrero de 1990 en una reunión pública en Cleveland, Ohio, para cuando el HDZ tomara el poder. Nuestro “objetivo fundamental […] es separar a Croacia de Yugoslavia”, explicó Tudjman. “Si llegamos al poder, entonces en las primeras 48 horas, mientras aún reina la euforia, es esencial que ajustemos cuentas con todos aquellos que están en contra de Croacia”.
“Ya se han elaborado listas de estas personas”, continuó. Los serbios de Croacia deben ser declarados ciudadanos croatas y llamados croatas ortodoxos. El nombre ‘serbio ortodoxo’ será prohibido. La Iglesia Ortodoxa Serbia será abolida […] Se declarará croata a quienes no se trasladen a Serbia”.
La Unión Europea, entonces llamada CEE (Comunidad Económica Europea), conocía estas declaraciones, a pesar de lo cual reconoció a la Croacia de Tujman dos años después.
Muchos de los partidarios de Tudjman idolatraban a los “ustachas”, los fascistas que gobernaron el “Estado Independiente de Croacia” durante la Segunda Guerra Mundial. Sus crímenes abarcaron desde la ejecución de cientos de mujeres y ancianos por decapitación o ahogamiento, entre otras cosas, hasta la gestión de una red de campos de exterminio en la Yugoslavia ocupada por el Eje, con unidades especializadas para niños. Su despiadada barbarie hacia serbios, gitanos y judíos repelió incluso a sus patrones nazis. Cientos de miles fueron asesinados por los “ustachas”, entre cuyos oficiales se encontraban el hermano y el padre del ministro de defensa de Tudjman, Gojko Susak.
Estos horribles sucesos quedaron grabados en la memoria de los habitantes del histórico territorio serbio de Krajina, asignado administrativamente a la República Socialista Yugoslava de Croacia tras la Segunda Guerra Mundial. El HDZ recibió financiación de exiliados “ustachas” en países occidentales y, al llegar al poder, rebautizó la icónica Plaza de las Víctimas Fascistas de Zagreb como “Plaza de los Nobles Croatas”, mientras que unidades paramilitares croatas ondeaban con orgullo lemas y símbolos “ustachas”. El gobierno encabezado por Tudjman avivó abiertamente el odio étnico y los serbios del naciente país comenzaron a prepararse para la guerra civil.
Tras el estallido de los enfrentamientos interétnicos en Croacia en marzo de 1991, se desplegaron unidades del Ejército Popular Yugoslavo para proteger Krajina, donde los residentes proclamaron la creación de una República Serbia autónoma hasta que se alcanzara un acuerdo internacional de paz. El entonces presidente yugoslavo, Borislav Jovic, declaró antes de su muerte que el objetivo era “proteger los territorios serbios hasta que se encontrara una solución política”.
Los fascistas croatas planearon acabar con los serbios
Para agosto de 1995 la “solución política” parecía estar a punto de concretarse. Un Grupo de Contacto especial de la ONU mantenía negociaciones de paz en Ginebra entre las autoridades de Krajina y Zagreb. La Unión Europea, Rusia y Estados Unidos elaboraron una propuesta para poner fin al conflicto croata, conocida como Zagreb 4 ó Z-4. El embajador de Washington en Zagreb, Peter Galbraith, desempeñó un papel clave en la negociación con los dirigentes serbios de Krajina.
Aprobado el 3 de agosto de 1995, el Z-4 establecía que las zonas de Croacia de mayoría serbia seguirían formando parte del país, pero con cierto grado de autonomía. Ese mismo día Galbraith confirmó en la televisión local que se había acordado la reintegración de las zonas serbias de Croacia. Al mismo tiempo, los mediadores estadounidenses en Ginebra declararon que, dadas las importantes concesiones realizadas por los serbios, “no había razón para que Croacia entrara en guerra”. Finalmente, se creó el escenario para una paz negociada.
Los optimistas dirigentes serbios de Krajina anunciaron haber recibido garantías de Washington de que intervendría para evitar cualquier acción militar croata contra Krajina si aceptaban los términos del plan Z-4. Pero antes de que terminara el día, los dirigentes croatas rechazaron el plan Z-4 y abandonaron las negociaciones. La Operación Tormenta comenzó a la mañana siguiente.
‘Asestar golpes a los serbios hasta que prácticamente desaparezcan’
Tudjman nunca tuvo la intención de garantizar la paz en la conferencia. Al contrario, los archivos muestran que la participación de Croacia en Ginebra fue una artimaña diseñada para crear la ilusión de que Zagreb buscaba un acuerdo diplomático, mientras desarrollaba en secreto planes para “derrotar completamente al enemigo”. Este plan se reveló en las actas de una reunión del 31 de julio de 1995 entre Tudjman y sus altos mandos militares en el palacio presidencial de las islas Brioni.
Durante la conversación, Tudjman informó a los presentes: “Debemos asestar golpes tales que los serbios prácticamente desaparezcan”. “Voy a Ginebra a ocultar esto, no a hablar […] Quiero ocultar lo que planeamos para mañana. Y podremos refutar todos los argumentos del mundo de que no queríamos hablar”.
Estas declaraciones, que constituyen una prueba clara e inequívoca de la intención genocida, no se limitaron al presidente. La inevitabilidad de la limpieza étnica fue reconocida por Ante Gotovina, un general de alto rango que regresó a Yugoslavia para dirigir la Operación Tormenta tras huir a principios de la década de los setenta. Un ataque decisivo y sostenido contra Krajina significaría que, posteriormente, “no habría tantos civiles, solo aquellos que debían quedarse, aquellos que no tenían posibilidad de irse”, declaró Gotovina.
El excomandante de la Legión Extranjera Francesa, quien en su momento trabajó como escolta del fascista francés Jean Marie Le Pen y como rompehuelgas para reprimir a los trabajadores sindicalizados de la CGT, fue posteriormente absuelto de su papel principal en la Operación Tormenta por un tribunal internacional dominado por Occidente. Para los serbios, ahora atrapados en un enclave étnico hostil, Tudjman sugirió una campaña masiva de propaganda dirigida a ellos, con panfletos que proclamaban “la victoria del ejército croata, apoyado por la comunidad internacional” y llamaban a los serbios a no huir, en un aparente intento de dar un toque inclusivo a su propuesta de reubicar forzosamente a la población civil.
“Esto significa proporcionarles una salida, mientras se pretende garantizar los derechos civiles… Usar la radio y la televisión, pero también panfletos”.
Los generales analizaron otras estrategias de propaganda para justificar el inminente ataque, incluyendo operaciones de falsa bandera. Dado que “toda operación militar debe tener una justificación política”, Tudjman afirmó que los serbios “tenían que darnos un pretexto y provocarnos” antes de que comenzara el ataque. Un funcionario sugirió “acusarlos de lanzar un ataque de sabotaje contra nosotros… por eso nos vimos obligados a intervenir”. Otro general sugirió provocar “una explosión como si hubieran atacado con su fuerza aérea”.
Bill Clinton dio luz verde a la masacre
A finales de 1990, la inteligencia yugoslava filmó en secreto al ministro de Defensa croata, Martin Spegelj, planeando expulsar a la población serbia de la república. En una grabación, le dijo a un colega que cualquiera que se opusiera a la independencia de Zagreb debía ser asesinado “in situ, en la calle, en el recinto, en el cuartel, en cualquier lugar” con “una pistola… en el estómago”. Predijo “una guerra civil sin piedad para nadie, ni mujeres ni niños”, y que los hogares serbios serían destruidos con “simples granadas”.
Spegelj procedió a abogar abiertamente por una “masacre” para “resolver” el problema de Knin, la capital de la Krajina, haciendo que la ciudad “desapareciera”. Se jactó: “Tenemos reconocimiento internacional por esto”. Estados Unidos ya había “ofrecido toda la ayuda posible”, incluyendo “miles de vehículos de combate” y “el armamento completo” de 100.000 soldados croatas “gratuitamente”. ¿El resultado final deseado? “Los serbios nunca volverán a estar en Croacia”. Spegelj concluyó: “Crearemos un Estado a toda costa, si es necesario, incluso con sangre”.
El apoyo occidental a los horrores planeados y perpetrados durante la Operación Tormenta también se expresó claramente en la reunión del 31 de julio de 1995. Tudjman dijo a sus generales: “Tenemos un amigo, Alemania, que nos apoya incondicionalmente”.
Los croatas simplemente debían “mantenerlos informados con antelación” de sus objetivos. “Nuestras opiniones también son comprendidas dentro de la OTAN”, explicó, y añadió: “Gozamos de la simpatía de Estados Unidos”. En 2006, la revista alemana Der Spiegel confirmó que las masacres llevaban el sello de Washington, citando fuentes militares croatas que afirmaban haber recibido “apoyo directo, aunque secreto, del Pentágono y la CIA en la planificación y ejecución de la ofensiva ‘Tormenta’”.
Para preparar la ofensiva, los soldados croatas recibieron entrenamiento en Fort Irwin, California, y el Pentágono ayudó a planificar la operación, informó la revista. El apoyo estadounidense fue mucho más allá de lo que se reconoció públicamente, concretamente, que las fuerzas croatas simplemente habían participado en ejercicios de entrenamiento realizados por la empresa militar privada estadounidense MPRI, reveló Der Spiegel.
“Justo antes de la ofensiva, el subdirector de la CIA, George Tenet, se reunió con Gotovina y el hijo de Tudjman, entonces jefe de la inteligencia croata, para consultas de última hora. Durante la operación, aviones estadounidenses destruyeron los centros de comunicaciones y defensa aérea serbios, y el Pentágono transmitió información recopilada vía satélite a las fuerzas croatas”.
En una reunión de gabinete el 7 de agosto de 1995, Tudjman se jactó de que Washington “debería estar satisfecho” con la gestión de la Operación Tormenta por parte del ejército croata. Su primer ministro, Ivo Sanader, abordó entonces la coordinación de esfuerzos con funcionarios estadounidenses, que “trabajaban en nombre” del vicepresidente Al Gore. Aseguró a los asistentes que “todas las autorizaciones […] habían sido aprobadas sin reservas” por el presidente estadounidense Bill Clinton y que, por lo tanto, Croacia podía “contar con el apoyo continuo” de Washington mientras se desarrollaban las masacres.
El diplomático estadounidense celebra el triunfo de los genocidas
El 18 de agosto, se convocó una cumbre de alto nivel con el diplomático estadounidense Richard Holbrooke en el palacio presidencial de Zagreb. Pilar de la cúpula de la política exterior de Washington, obsesionado con el intervencionismo, Holbrooke tenía la vista puesta en puestos prestigiosos durante el gobierno de Bill Clinton y posteriormente, quizás durante una futura administración de Hillary Clinton. El desmantelamiento exitoso de Yugoslavia alimentaría sus ambiciones.
En una transcripción revisada por The Grayzone, Holbrooke describe halagadoramente a Tudjman como el “padre de la Croacia moderna”, su “liberador” y su “creador”. Tras señalar con aprobación que el dictador había “recuperado el 98% de su territorio” —sin mencionar que había sido purgado de serbios—, el diplomático estadounidense se describió como “amigo” del recién independizado Estado, cuya conducta violenta calificó de legítima.
“Tenían razones válidas para su acción militar en Eslavonia Oriental”, declaró Holbrooke a Tudjman, “y siempre la defendí en Washington”. Cuando algunos en Estados Unidos sugirieron frenar a Zagreb, Holbrooke respondió que los croatas debían “seguir adelante” pase lo que pasara, afirmó.
Respecto a la Operación Tormenta, Holbrooke admitió: “Declaramos públicamente, como saben, que estábamos preocupados, pero en privado, ustedes sabían lo que queríamos”. Describió esta terrible guerra relámpago como un “triunfo” desde un “punto de vista político y militar”, que dejaba solo “el problema de los refugiados” desde la perspectiva de Zagreb. En un intento de elogiar al presidente croata, Holbrooke aconsejó a Tudjman que pronunciara un discurso declarando que la guerra había terminado y que [los serbios] debían regresar. Aunque predijo que “la mayoría no regresaría”, Holbrooke aparentemente consideró importante, al menos, mantener esta oferta abierta al público.
Las autoridades croatas abordaron este “problema” aprobando leyes discriminatorias que prácticamente imposibilitaban el regreso de los serbios desplazados, al tiempo que confiscaban sus bienes. A pesar de la abrumadora evidencia de graves crímenes de guerra, el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, financiado por la OTAN, no acusó a ningún responsable de la Operación Tormenta hasta 2008. Muchos oficiales culpables, incluido Tudjman, han fallecido desde entonces. Tres comandantes militares supervivientes fueron finalmente procesados en 2011. Uno fue absuelto y dos condenados, pero esta decisión fue revocada en apelación en 2012.
Esta sentencia llegó a otras conclusiones extraordinarias. Si bien reconoció que Zagreb había recurrido a medidas discriminatorias y restrictivas para impedir el regreso de los serbios desplazados, sostuvo que esto no significaba que su salida fuera forzada. Si bien muchos civiles fueron asesinados, incluidos ancianos y enfermos que no pudieron huir, la Operación Tormenta no habría tenido como objetivo deliberado a no combatientes. Y a pesar del deseo explícito de Spegelj y Tudjman de “desaparecer” a los serbios, ni el gobierno ni los militares fueron declarados culpables de intentar específicamente expulsar a toda la minoría serbia de Croacia.
El aniversario de la Operación Tormenta se celebra ahora como el “Día de la Victoria” en Croacia. El éxito de este ataque es venerado en los círculos militares occidentales, y esta iniciativa podría haber influido en operaciones similares en otros escenarios de conflicto. En septiembre de 2022 el periódico ucraniano Kyiv Post elogió la inesperada contraofensiva de Ucrania en Jarkov como la “Operación Tormenta 2.0”, sugiriendo que anunciaba la “inminente capitulación de Rusia”.
Casi tres años después, las fuerzas de Kiev se desmoronan en todo el Donbas. A diferencia de Croacia, parece improbable que la última oleada de los fascistas aliados de Estados Unidos prevalezca.
Kit Klarenberg https://thegrayzone.com/2025/08/04/us-ethnic-cleansing-serbs-croat/
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Además, el documento sostiene que el aumento de las concentraciones de dióxido de carbono tiene efectos beneficiosos en determinados contextos, como el incremento del crecimiento vegetal y la mejora del rendimiento agrícola