Nacional Por: Impacto España Noticias26 de octubre de 2025

Almodóvar elogia al Gobierno de Sánchez tras recibir más de 9 millones en ayudas públicas

Según los últimos informes del propio ICAA, más del 80% de las películas españolas no logra recuperar en taquilla ni la mitad de su presupuesto, y muchas apenas alcanzan los 10.000 espectadores

Pedro Sanchez, Pedro Almodóvar

En la España de los grandes titulares, el debate sobre el dinero público destinado a la cultura vuelve a encenderse cada vez que una figura consagrada del cine sube a un escenario a agradecer, entre aplausos, el apoyo del Gobierno. La última chispa la encendió Pedro Almodóvar, uno de los directores más aclamados del país y símbolo del cine español dentro y fuera de nuestras fronteras.

Durante la entrega del XXIV Premio Julián Besteiro de las Artes y las Letras, otorgado por la UGT el pasado 14 de octubre en Madrid, el manchego alabó al Ejecutivo de Pedro Sánchez afirmando que “este tipo de gobierno es más necesario que nunca”. Lo hacía ante varios ministros y representantes del mundo cultural, en un contexto en el que su productora, El Deseo S.A., ha recibido en los últimos años más de 9 millones de euros en subvenciones, ayudas y deducciones fiscales procedentes de instituciones públicas.

Más allá del gesto y del agradecimiento, la cuestión que resuena entre analistas y ciudadanos es clara: ¿debe el cine español seguir dependiendo del dinero público, incluso cuando las taquillas no logran cubrir el coste de las ayudas?

 El modelo de subvención: una estructura que nunca se reformó del todo
Desde hace décadas, el sistema de ayudas al cine español ha intentado equilibrar una balanza imposible: fomentar la producción cultural sin convertirla en un pozo sin fondo de subvenciones. El Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), dependiente del Ministerio de Cultura, reparte anualmente decenas de millones de euros entre productoras de todos los tamaños, bajo convocatorias públicas y criterios técnicos.

En la práctica, sin embargo, buena parte de esos fondos acaba en manos de un reducido grupo de productoras consolidadas, muchas de ellas vinculadas a los nombres más reconocidos del cine nacional. El argumento es que estas empresas garantizan calidad, empleo y proyección internacional. Pero los números rara vez acompañan al discurso.

Según los últimos informes del propio ICAA, más del 80% de las películas españolas no logra recuperar en taquilla ni la mitad de su presupuesto, y muchas apenas alcanzan los 10.000 espectadores. En cambio, las ayudas cubren gran parte de esos costes, lo que significa que el contribuyente asume las pérdidas mientras los productores minimizan riesgos.

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 El Deseo y la paradoja del éxito subvencionado
En el caso de El Deseo, la productora de los hermanos Almodóvar, los datos son transparentes: desde 2018 ha recibido subvenciones que suman cerca de 9,3 millones de euros, entre ayudas directas a la producción, apoyo a la distribución y beneficios fiscales. Todas dentro de la legalidad y concedidas bajo bases públicas.

El problema no es jurídico, sino ético y estructural. ¿Debe una productora consolidada, con proyección internacional, seguir acudiendo a fondos públicos en igualdad de condiciones que un joven cineasta que intenta rodar su primera película? ¿Hasta qué punto el Estado debe financiar la obra de quienes ya cuentan con los recursos y la reputación suficientes para sostener sus proyectos con inversión privada?

Las películas de Almodóvar, aunque a menudo premiadas y aclamadas por la crítica, no siempre logran grandes resultados en taquilla dentro de España. De hecho, varios de sus últimos títulos no han recuperado su presupuesto de producción únicamente con ingresos del público nacional.

 El coste cultural del subsidio permanente
Los defensores de las subvenciones argumentan que el cine no debe medirse únicamente por su rentabilidad económica, sino también por su valor cultural, su capacidad de reflejar la sociedad y de generar industria. Pero el sistema actual tiende a proteger a los ya protegidos, dejando en la cuneta a creadores emergentes, proyectos independientes o propuestas más arriesgadas.

El resultado es un panorama dominado por nombres de siempre y una desconexión creciente entre el cine subvencionado y el público. Mientras el espectador medio prefiere consumir producciones internacionales, las películas españolas más apoyadas por el Estado rara vez superan los 100.000 espectadores.

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El riesgo, a largo plazo, es que el cine se convierta en un ecosistema cerrado y dependiente del presupuesto público, más preocupado por cumplir con las bases de una convocatoria que por conectar con la audiencia.

 ¿Reformar o mantener el modelo?
El debate sobre la financiación del cine no es exclusivo de España. Francia, Italia o Alemania también destinan grandes cantidades al sector audiovisual. Pero la diferencia radica en los criterios de retorno cultural y económico: en muchos países europeos, las ayudas están condicionadas a la rentabilidad, la distribución o la exportación del producto.

En España, en cambio, el sistema sigue primando la “intención cultural” frente al resultado. Así, el modelo premia la producción más que la recepción: se subvenciona rodar, no necesariamente gustar.

Reformar el modelo no implica abandonar la cultura al mercado, sino hacerla más responsable, transparente y sostenible. La cultura necesita apoyo, pero también autocrítica.

 El arte no puede vivir siempre del Estado
Pedro Almodóvar, con su talento indiscutible y su relevancia histórica, es parte del patrimonio cultural español. Nadie discute su aportación artística. Pero cuando los elogios al poder coinciden con la recepción de millones en ayudas, la frontera entre la gratitud y la dependencia se vuelve difusa.

El cine español necesita un nuevo equilibrio: apoyo público sí, pero con exigencia de resultados, retorno y diversidad real.
Porque de lo contrario, las salas seguirán vacías, los impuestos seguirán llenando los huecos… y la cultura que debía ser de todos acabará siendo de unos pocos.

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