
La brújula sin cielo: moral, finitud y sentido desde el agnosticismo
“Si la vida termina en la nada, ¿qué puede sostener la voluntad humana frente al bien?” Pablo Anastasi
Hoy en día no es fácil encontrar esta trilogía, porque se intenta tergiversar la historia en favor de la política actual, y si uno lee estos libros escritos por un contemporáneo sobre los hechos descritos, queda claro que la verdad actual sobre ese período es una pura mentira
Opinion 26 de abril de 2025 Jesús de las Heras
Pocas cosas levantan todavía tantas pasiones y mentiras como nuestra desgraciada Guerra Civil, de 1936. Hasta la propia fecha de comienzo, que incluso historiadores muy serios fechan en ese año, cuando en realidad data de la no aceptación de lo que salió en las urnas en 1934, en que se produjo la insurrección en Asturias, y si no se extendió al el resto de España fue porque la policía pilló a tiempo a los insurrectos.
Algunos historiadores, como Pío Moa, datan precisamente el inicio de la Guerra en dicha insurrección, que luego tendría mayor importancia en la falta de libertad y el pucherazo en las elecciones de 1935. Porque si no se admite lo que dicen las urnas, no hay democracia posible, como pasa actualmente en el país hermano de Venezuela.
Entre la propaganda patente —la de los partidos políticos— y la no patente —la de historiadores que se dejan llevar por su ideología hasta el punto de dudar de documentos fehacientes—, yo les propongo que se vuelvan ustedes al testimonio de alguien que vivió aquella época, la de la Segunda República, la de la Guerra Civil, y la Dictadura que le siguió, así como los primeros años de esto que llama pomposamente Democracia, sin serlo.
Pero no tendrán ustedes que preguntarles a sus abuelos, que al fin y al cabo tendrán una visión muy particular y sesgada —según en qué zona estuviesen cuando se produjo el Alzamiento, si en la republicana o en la nacional— dado que en aquella época, o estabas con los revolucionarios o eras enemigo, o estabas con los nacionales, o eras enemigo, y por tanto había que disimular si querías salvar tu vida.
No, no tendrán ustedes que preguntarles, porque hubo una persona que estuvo en ambos bandos y nos lo ha contado por medio de una trilogía, que se vendió por millones de ejemplares en todo el mundo en los años sesenta, pero que ahora solo se encuentra en librerías de viejo, oportunamente silenciada por los partidos políticos interesados de ahora, que se quieren inventar la historia, ignorando —en su querencia— que la historia siempre sale a la luz, tarde o temprano.
Ni el gran Emperador Augusto consiguió que dejáramos de saber hoy en día que fue un felón y un asesino que traicionó todos los valores romanos, porque su sobrino Claudio nos lo contó en su Historia de Roma, así como otros historiadores que en su día le bailaron el agua al Emperador, pero cuyos libros han pasado la prueba del tiempo, y han sido corroborados por otras fuentes históricas.
José María Gironella Pous fue un escritor español que ganó los premios Nadal, Planeta, Nacional de Literatura y Ateneo de Sevilla, pero cuya fama radicó principalmente en su trilogía sobre la Guerra Civil Española, que en realidad constaba de cuatro y no tres libros.
En 1953 ganó el Premio Nacional de Literatura por el primer volumen de la trilogía, Los cipreses creen en Dios, donde describe la vida y el ambiente de la familia Alvear en Gerona (la capital de la provincia que lo vio nacer en 1917), durante los años de la Segunda República, de 1931 a 1936. En 1961, ocho años después, publicó el segundo volumen, quizá el de mayor difusión en todo el mundo, Un millón de muertos, en el que describe la guerra misma, del 18 de julio de 1936 al 1 de abril de 1939, también a través de los miembros de la familia Alvear y sus amigos.
El protagonista es Ignacio Alvear y su amigo Mateo y su hermana Pilar Alvear. Cinco años después, en 1966, presentó al público la tercera parte, Ha estallado la paz, en la que presenta las consecuencias de la guerra hasta 1941. El cuarto volumen, Los hombres lloran solos, describe la vida de la misma familia hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
Es de destacar que al comienzo de la guerra, el autor tenía 19 años y se dirigió a Francia desde la zona republicana en Cataluña al País Vasco, donde se unió al ejército rebelde. Por lo tanto, concluimos que gran parte de la información que proporciona en el segundo volumen puede ser autógrafa.
Más tarde, en 1971, volvió a abordar el mismo tema con Condenados a vivir, una novela en dos volúmenes con la que ganó el Premio Planeta, que describe la vida de las familias burguesas catalanas Vega y otras desde el final de la guerra hasta los años sesenta, y que se puede encontrar aún en cualquier biblioteca en la colección de Premios Planeta.
Hoy en día no es fácil encontrar esta trilogía, porque se intenta tergiversar la historia en favor de la política actual, y si uno lee estos libros escritos por un contemporáneo sobre los hechos descritos, queda claro que la verdad actual sobre ese período es una pura mentira.
Los libros están escritos con un estilo claro y sensible, y en mi opinión cada español de hoy debería leerlos y luego formar su propia opinión sobre nuestra historia reciente. Los libros los encontré yo mismo en librerías de viejo, a un precio bastante barato. Hay un sitio web que permite encontrar fácilmente estas y otras obras que ya no se imprimen, Iberlibro.
Hoy en día la gente vive y habla como si esa terrible guerra nunca hubiera ocurrido, y creo que eso es un grave error. Heródoto, historiador griego de hace 2.600 años, afirmaba que los pueblos que olvidan la historia están condenados a repetirla, y no es un pensamiento baladí, porque el acto de repetirla es una guerra terrible y sanguinaria. La gente miente constantemente sobre lo que sucedió entonces, y si uno contradice esas mentiras, se le difama con el insulto fascista, ignorando —u olvidando— que los fascistas eran izquierdistas por definición.
Una manera de defenderse de tales mentiras es leer libros históricos y otros escritos por personas que vivieron esos años terribles, como José María Gironella, excelente autor cuyos libros deberían publicarse de nuevo, para beneficio de la verdad.
Por eso les recomiendo que, desde la seguridad de su sofá, de su casa y de sus vacaciones pagadas, de sus dos pagas extraordinarias y desde el confort del siglo 21, se informe usted sobre los años más aciagos de nuestra historia, porque le darán una pista importante sobre lo que hay que hacer para no repetirlo. No hablar ni meterse en política no es la solución. Justo lo contrario es el remedio.
Porque no hay que meterse en el PSOE o en el PP para involucrarse en política, sino hacer una cosa mucho más importante: exigir por todos los medios a su alcance responsabilidades políticas, civiles y penales a políticos y partidos por lo que están haciendo con España, que somos todos nosotros, seamos del color que queramos adoptar libremente, sin coacción alguna.
Si no lo hacemos, llegará un momento en que la situación sea tan inaceptable como en los años 30 del siglo pasado, y tengamos nuestra GCE2, la segunda versión —seguramente peor, si cabe— de aquella que nos costó una de las mayores reservas de oro del mundo, cientos de miles de muertos y sobre todo la verdad de lo ocurrido.
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