El gobierno compró combustible para Generadores días antes del apagón Nacional

En una democracia madura, los actos de gobierno deben poder resistir no solo el escrutinio legal, sino también el juicio crítico de la ciudadanía informada

Nacional03 de mayo de 2025Impacto España NoticiasImpacto España Noticias
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Pedro Sanchez

El pasado 15 de abril de 2025, mientras España seguía con aparente normalidad su agenda política y social, se publicaba en el Boletín Oficial del Estado (BOE) una licitación urgente que, en su momento, pasó desapercibida.

Sin embargo, pocos días después se produjo uno de los mayores apagones eléctricos de las últimas décadas. La coincidencia de fechas, el objeto del contrato y la discreción de la administración plantean hoy serias preguntas sobre si el Estado sabía más de lo que comunicó a la ciudadanía.

La licitación, con expediente 20258200002, fue promovida por la Subdirección General de Administración Financiera y Patrimonio de la Administración General del Estado en el Territorio, dependiente del Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática. El objeto: la compra urgente de combustible tipo gasóleo C por un valor de 670.899,60 euros, destinado exclusivamente a alimentar generadores eléctricos en delegaciones del Gobierno, subdelegaciones y direcciones insulares.

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Un suministro crítico… solicitado tres días antes del apagón nacional.

 Un contrato con olor a previsión
La publicación oficial describe el contrato como un procedimiento abierto, sin variantes aceptadas, bajo la fórmula de contrato marco o sistema dinámico. La duración prevista es de 12 meses a partir del 18 de julio de 2025, pero la licitación se realizó con tramitación de urgencia, una figura legal recogida en la Ley 9/2017 de Contratos del Sector Público. Esta modalidad solo debe usarse cuando el interés público lo exija imperiosamente, como en situaciones de catástrofe, guerra o, precisamente, emergencias energéticas.

La pregunta es inevitable:

¿Qué motivó una tramitación urgente para un suministro de gasóleo que —teóricamente— comenzaría en julio, si no fue la anticipación de un evento inminente?
 
El apagón del 18 de abril: ¿inconveniente o punto de inflexión?
La madrugada del 18 de abril de 2025, una cadena de fallos en nodos críticos de distribución energética dejó sin electricidad a millones de ciudadanos en al menos 12 comunidades autónomas. Hubo cortes en servicios hospitalarios, caídas masivas en telecomunicaciones y problemas logísticos graves en infraestructuras clave. Las autoridades se apresuraron a calificarlo como un “incidente técnico”, pero la magnitud y el impacto fueron elocuentes.

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Mientras tanto, según fuentes internas consultadas bajo condición de anonimato, varias delegaciones del Gobierno no interrumpieron sus operaciones, respaldadas por sistemas generadores alimentados con combustible. Una coincidencia que ahora, vista desde la perspectiva de la licitación, adquiere otro tono.

 Silencio institucional y opacidad informativa
En ningún momento el Ministerio de Política Territorial comunicó públicamente la existencia de esta licitación. Tampoco se advirtió a la ciudadanía de posibles riesgos de interrupción eléctrica ni se tomaron medidas preventivas en sectores vulnerables, como hospitales, residencias, cadenas de frío alimentario o redes de transporte urbano.

De haber existido previsión, ¿por qué no se extendió el mismo criterio precautorio al resto de la administración pública o a la sociedad civil?

Este es uno de los puntos más sensibles del caso. ¿Fue una previsión legítima pero mal comunicada, o una reacción a información clasificada sobre amenazas a la infraestructura energética? Ambas opciones tienen implicaciones graves, y ninguna exime al Gobierno de su obligación de transparencia.

  El contrato: entre la legalidad y la ética
Desde el punto de vista jurídico, el contrato es impecable: se publicó, los pliegos fueron accesibles, y el procedimiento se ajusta al marco legal vigente. Pero lo legal no siempre es lo legítimo.
La ética pública demanda algo más que el cumplimiento de plazos: exige coherencia, equidad y responsabilidad informativa.

En este caso, el gasto de más de 670.000 euros en combustible destinado exclusivamente a oficinas estatales plantea una percepción de autoprotección institucional frente al abandono generalizado del ciudadano común ante la crisis.

 ¿Coincidencia, negligencia o encubrimiento?
Hay tres posibles explicaciones que podrían considerarse:

1. Coincidencia administrativa
La licitación fue programada con anticipación por motivos internos, y su cercanía al apagón fue una desafortunada casualidad.

2. Negligencia preventiva
El Gobierno contaba con señales de alarma pero no actuó con la celeridad ni amplitud necesarias, dejando fuera de la protección a la mayoría de la población.

3. Encubrimiento planificado
Existía información clara sobre el riesgo inminente de un apagón. Se tomaron medidas internas sin informar a la ciudadanía para evitar pánico o comprometer intereses estratégicos.

Cada una de estas hipótesis tiene consecuencias políticas. Si fue coincidencia, se trataría de una demostración de ineficiencia. Si fue negligencia, hablamos de una grave irresponsabilidad institucional. Si fue encubrimiento, estaríamos ante una violación directa del deber de transparencia democrática.

 Una llamada urgente a la rendición de cuentas
Más allá del análisis técnico o político, lo que queda claro es que esta licitación no puede —ni debe— ser ignorada por el Parlamento ni por los medios de comunicación. La coincidencia de fechas y el contenido del contrato son, por sí solos, motivos suficientes para exigir explicaciones públicas al Ministerio de Política Territorial y al Consejo de Ministros.

SANTIAGO-ABASCAL-1Santiago Abascal y su visión crítica del rumbo político, energético y social de España

En una democracia madura, los actos de gobierno deben poder resistir no solo el escrutinio legal, sino también el juicio crítico de la ciudadanía informada.

 El Estado se protegió. ¿Y tú?

Mientras medio país se sumía en la oscuridad, las delegaciones estatales encendían generadores con combustible comprado días antes. Que este hecho no haya desatado aún una comisión parlamentaria o una auditoría del Tribunal de Cuentas dice mucho del clima político que respiramos en 2025.

Una administración que se abastece en secreto frente a una emergencia que no advierte, no solo pierde legitimidad: erosiona la confianza pública en sus instituciones.

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