Los mapas se tiñen de rojo para asustar a los adoctrinados a que paguen impuestos por el timo climático

¿Han notado que los mapas del tiempo en la televisión e internet cada vez parecen una paleta de pintor psicodélico? Todo rojo, naranja chillón y colores que gritan "¡peligro, el fin del mundo está aquí!". Esto no es casualidad. Es parte de una estrategia comunicativa

Noticias27 de junio de 2025Impacto España NoticiasImpacto España Noticias
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Los mapas se tiñen de rojo para asustar

El Timo Climático: Cuando el Miedo se Vuelve Negocio
I. Introducción: El nuevo rostro del miedo
¿Han notado que los mapas del tiempo en la televisión e internet cada vez parecen una paleta de pintor psicodélico? Todo rojo, naranja chillón y colores que gritan "¡peligro, el fin del mundo está aquí!". Esto no es casualidad. Es parte de una estrategia comunicativa diseñada para infundir miedo. El objetivo: condicionar a la opinión pública a aceptar sin cuestionamientos toda medida, ley o impuesto bajo la etiqueta de "acción climática".

Antaño, los mapas del tiempo eran simples y prácticos: te decían si ibas a necesitar paraguas o si podías salir con chanclas. Hoy, los meteorólogos parecen haber descubierto el botón de "pánico" en sus programas de diseño. Y esto no responde a un avance técnico, sino a un giro ideológico que transforma la meteorología en propaganda emocional.

II. La Declaración CLINTEL y la crítica científica
En 2023, más de 1 609 científicos —entre ellos los premios Nobel John F. Clauser e Ivar Giaever— firmaron la declaración "There is No Climate Emergency" publicada por la organización CLINTEL. Su mensaje fue claro:

"El cambio climático está ocurriendo, como siempre ha ocurrido. Pero no hay una emergencia climática. La ciencia del clima ha sido secuestrada por una agenda política".

John F. Clauser: Nobel y disidente del alarmismo
Clauser ha sido especialmente duro con el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC). Según él:

"La ciencia climática errónea se ha convertido en una pseudociencia periodística de choque... No hay una crisis climática real."

Además, acusa a los modelos del IPCC de ignorar factores fundamentales como el efecto de las nubes. Estas, que cubren entre un tercio y dos tercios de la Tierra en cualquier momento, reflejan hasta el 90% de la radiación solar, actuando como termostatos naturales.

Ivar Giaever: otro Nobel escéptico
Giaever también ha criticado duramente la narrativa dominante. Ha calificado el calentamiento global como "una nueva religión" basada más en fe que en evidencia empírica.

III. Inconsistencias y errores científicos
1. Modelos climáticos poco fiables
Clauser ha señalado que más de 40 modelos del IPCC no replican adecuadamente las temperaturas históricas. La diferencia energética atribuida al CO2 (0,7 W/m²) está dentro del margen de error (±3 W/m²), lo que invalida cualquier afirmación categórica basada en ese cálculo.

2. El papel de las nubes ignorado
La cobertura nubosa, al reflejar gran parte de la radiación solar, es uno de los factores más determinantes del clima. Sin embargo, muchos modelos del IPCC no la incluyen con la precisión requerida. Según Clauser:

"Las nubes regulan la temperatura terrestre mejor que cualquier política ambiental."
3. Otros estudios alternativos

Kauppinen y Malmi (2019): concluyen que el efecto del CO2 es marginal comparado con otros factores naturales.
Gerlich y Tscheuschner (2007): cuestionan la base física del efecto invernadero antropogénico.

IV. ¿Ciencia o propaganda?
Los medios de comunicación tienen un papel clave. A través de titulares apocalípticos, documentales alarmistas y mapas apocalípticos, convierten el calentamiento global en un espectáculo emocional. El miedo vende. Y el miedo climático vende aún más.

"El IPCC es una de las peores fuentes de desinformación peligrosa", sostiene Clauser.
PolitiFact, sin embargo, señala que muchos de los firmantes de la declaración CLINTEL no son climatólogos, lo que resta autoridad al documento. Aun así, la existencia de una oposición científica calificada exige debate, no censura.

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V. ¿Quién se beneficia del alarmismo?
1. Gobiernos e impuestos
Las medidas contra el cambio climático casi siempre terminan con una factura con tu nombre. Nuevos impuestos a los combustibles, limitaciones energéticas, incentivos forzados a tecnologías inmaduras. Todo se justifica por la supuesta "emergencia".

2. Corporaciones y élites
Curiosamente, estos impuestos no tocan a las grandes corporaciones contaminantes, ni a los jets privados de los líderes que predican austeridad desde sus mansiones. El ciudadano de a pie es quien paga la fiesta.

3. Industria mediática
Los medios ganan con cada click, cada visualización, cada titular que dice "ola de calor mortal" en pleno agosto. ¿Es una anomalía o simplemente es verano?

VI. Conclusión: ¿Cambio climático o timo climático?
No se niega que el clima cambia. Siempre ha cambiado. Pero la politización de este fenómeno ha creado una narrativa desequilibrada donde el miedo se convierte en moneda de cambio.

La solución siempre parece ser la misma: más impuestos, menos libertad, más control. Pero nunca se tocan los intereses de quienes realmente contaminan.

La próxima vez que veas un mapa del tiempo en rojo sangre, pregúntate:

¿Es realmente tan grave?
¿Por qué siempre el rojo?
¿Quién gana con este miedo?
¿Por qué la solución siempre pasa por vaciar mi cuenta corriente?
El timo climático es un negocio redondo para los de arriba. Pero los que pagamos la fiesta somos nosotros. No te dejes pintar de rojo el cerebro.

VII. El Gran Negocio de la Farsa Climática
Detrás de cada ola de titulares alarmistas y mapas térmicos enrojecidos, hay algo más profundo que una simple preocupación por el planeta: un negocio multimillonario que gira en torno a la llamada "crisis climática". Este nuevo dogma se ha convertido en una fuente de ingresos, influencia y control sin precedentes para gobiernos, ONGs, grandes corporaciones y élites financieras.

1. El Mercado del Miedo: subvenciones, bonos verdes y especulación
El miedo climático ha dado origen a un nuevo tipo de economía: la economía del pánico ambiental. Se han creado mercados enteros alrededor del carbono —bonos, créditos, derivados financieros— que no solo no reducen emisiones reales, sino que enriquecen a intermediarios, fondos especulativos y consultoras climáticas que viven de "compensar" en papel lo que otros contaminan en la práctica.

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Bonos verdes: supuestamente destinados a financiar proyectos ecológicos, muchas veces sirven para lavar la imagen de empresas contaminantes sin que haya un cambio real en sus operaciones.
Fondos ESG (ambiental, social y gobernanza): presentados como inversiones responsables, han sido criticados incluso por expertos financieros por su falta de transparencia y criterios laxos.

2. Lobbies energéticos y la transición forzada
Mientras a los ciudadanos se les pide que renuncien a los coches de gasolina, aviones y calefacción, las grandes multinacionales energéticas reciben subvenciones millonarias para reconvertirse… sin perder poder. En muchos casos, empresas antes vinculadas a los combustibles fósiles simplemente se “rebautizan” como verdes para recibir ayudas estatales.

Empresas como BlackRock o Vanguard impulsan estas políticas mientras invierten simultáneamente en industrias extractivas y en tecnologías “verdes”.

Los nuevos oligopolios de baterías, litio y minerales “verdes” han desplazado a los del petróleo, pero con el mismo objetivo: control del recurso.

3. La maquinaria política: más poder, menos resistencia
Bajo la bandera del cambio climático, los gobiernos han encontrado la excusa perfecta para:

Imponer nuevos impuestos energéticos.
Justificar restricciones de movilidad o consumo.
Aprobar leyes que limitan la actividad agrícola, ganadera o industrial.
Centralizar decisiones bajo organismos internacionales no electos.
Todo esto, sin pasar por referéndums ni debates abiertos. La "emergencia" sustituye al consenso democrático.

4. ONGs, fundaciones y pseudoactivismo subvencionado
Miles de ONGs reciben financiación pública y privada para promover la narrativa climática. ¿Qué hacen muchas de ellas?

Presionan por más regulaciones.
Publican informes sesgados.
Participan en protestas "espontáneas" organizadas profesionalmente.
Reciben financiación de los mismos grupos empresariales que contaminan.
En este teatro, el activismo es negocio y el ecologismo se convierte en una industria más del espectáculo político.

 La “farsa climática” no niega el cambio climático. Niega que la única respuesta posible sea la sumisión fiscal, el empobrecimiento controlado y la obediencia ciega. Mientras los ciudadanos asumen el coste moral y económico de “salvar el planeta”, los verdaderos beneficiarios se reparten los dividendos de un nuevo orden financiero, verde por fuera, pero gris de intereses por dentro.

 Referencias:

World Climate Declaration (CLINTEL, 2023)
John F. Clauser, Nobel de Física, 2022
Ivar Giaever, Nobel de Física, 1973
Kauppinen & Malmi, arXiv:1907.00165
Gerlich & Tscheuschner, 2007
https://dailysceptic.org
https://sharylattkisson.com
https://rclutz.com
https://politifact.com
 

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