El gran negocio detrás del aborto en España: una industria millonaria que se alimenta de la muerte y del sufrimiento

En España, según los últimos datos, 103.097 bebés no pudieron crecer y formarse en el seno materno, 4.781 más que en 2022 (lo que supone un aumento del 4,8 %)

Nacional29 de junio de 2025Impacto España NoticiasImpacto España Noticias
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El negocio del aborto: una industria millonaria que se alimenta de la muerte y del sufrimiento
En España, el negocio del aborto se ha consolidado como una de las industrias más lucrativas, generando cientos de millones de euros a costa de los más indefensos: los bebés no nacidos. Solo en 2024, 103.097 niños fueron eliminados en el seno materno. Son 4.781 más que en 2022, lo que representa un aumento del 4,8 %. Es decir, 282 bebés al día.

Desde la aprobación en diciembre de 2022 de la actual Ley del Aborto por el gobierno de Pedro Sánchez, se ha legalizado la eliminación del nasciturus incluso en menores de edad sin consentimiento paterno. La ley permite abortar desde los 16 años, sin necesidad de informar a los padres, lo que representa una gravísima ruptura de la patria potestad.

Además, esta práctica asesina no solo es legal, sino que ha sido incluida en la cartera de servicios públicos. Sin embargo, la mayoría de médicos en hospitales públicos son objetores de conciencia, lo que provoca que miles de mujeres sean derivadas a clínicas privadas, donde el negocio del aborto se desarrolla sin escrúpulos ni límite moral.

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Mientras que un parto natural cuesta entre 150 y 200 euros, los precios del aborto en clínicas privadas revelan el volumen económico que representa el negocio:

Aborto farmacológico (hasta semana 9): 300-700 €
Aborto con anestesia local (hasta semana 12): 300-340 €
Con anestesia general (hasta semana 12): 390-400 €
Entre semanas 15 y 16: 680-750 €
Entre semanas 17 y 18: 900-950 €
Entre semanas 21 y 22: 1.450-2.100 €

Estos precios no incluyen servicios adicionales como ecografías, visitas médicas, sedaciones o complicaciones quirúrgicas. Un procedimiento que cuesta hasta 10 veces más que un parto se convierte así en una industria del descarte humano que pone precio a la muerte de un inocente.

Y mientras tanto, el sistema lo permite. Lo promociona. Lo financia. El Ministerio de Igualdad, entonces dirigido por la comunista Irene Montero, sabía perfectamente que esta ley no solo atentaba contra la vida, sino que impulsaba un gigantesco mercado del aborto regulado desde el propio Estado.

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Una cultura de muerte con respaldo político y financiero
El negocio del aborto es un sistema perfectamente engrasado. La objeción de conciencia de los profesionales públicos no supone un freno, ya que la solución gubernamental es sencilla: derivar a los abortorios y seguir cobrando comisiones, subvenciones y prebendas.

Los datos de 2024 confirman la tendencia: más abortos, más ingresos. No es casualidad. No es libertad. Es dinero manchado de sangre. Y todo esto ocurre con la complicidad de todos los partidos políticos- desde el PP hasta el PSOE pasando por los partidos separatistas- que, aunque discutan en el Congreso, mantienen intactas estas estructuras de muerte en cuanto alcanzan el poder.

Además, la industria cuenta con un lobby pro-aborto que ha logrado colonizar instituciones, medios de comunicación y organismos internacionales. La Agenda 2030, disfrazada de derechos, no es más que una herramienta para consolidar este sistema de eliminación selectiva de seres humanos.

Desmantelar el negocio del aborto
El negocio del aborto es una de las más grandes vergüenzas de nuestra época. No se trata solo de una tragedia moral, sino de un crimen sistemático legalizado y rentable. Centenares de millones de euros circulan cada año por las venas de esta industria de la muerte, con la complicidad activa o pasiva de gobiernos, partidos políticos, medios y lobbies ideológicos.

Reclamar el derecho a vivir no es una opción ideológica: es una exigencia ética, jurídica y social. Mientras cada día mueren 282 bebés en silencio, la sociedad no puede permanecer indiferente. Es urgente reconstruir una cultura de la vida, en la que cada ser humano sea valorado y protegido desde la concepción hasta la muerte natural.

Por cierto, ¿qué va a decir el PP en su próximo Congreso del 5 y 6 de julio sobre terminar con el aborto?

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