La gran lección del apagón: la importancia del dinero en efectivo
«El efectivo no requiere energía. Puede permanecer indefinidamente en circulación activa y ser procesado por la mano y el ojo»
El gran apagón de 2025: una advertencia sobre el euro digital y la pérdida de libertad
El 28 de abril de 2025 pasará a la historia como el día en que España quedó literalmente a oscuras. Las causas aún están bajo investigación. No obstante, lo sucedido pone en jaque la confianza ciega en la tecnología y reabre un debate de fondo: ¿qué pasa si todo depende de lo digital y un día ese sistema colapsa?
El colapso no solo afectó al transporte público, a hospitales o a sistemas de telecomunicaciones. También paralizó toda la infraestructura financiera digital: tarjetas bancarias, plataformas de pago, aplicaciones móviles. Millones de españoles se vieron incapaces de comprar ni siquiera una botella de agua. Y en ese instante, el dinero en efectivo —al que tantos pretenden desterrar— volvió a demostrar por qué sigue siendo insustituible.
Un país digitalizado… pero indefenso
Durante horas, la vida moderna dejó de funcionar. Las redes móviles cayeron, los ordenadores se apagaron, y en muchos casos, ni siquiera era posible abrir la puerta de un comercio si esta dependía de sistemas automáticos. Sin energía, no hay transacciones. Sin efectivo, no hay compras.
La lección es clara: en un mundo completamente digitalizado, una interrupción energética puede desembocar en un caos absoluto. Andy Farnell, experto en ciberseguridad y director en Boudica Cybersecurity, lo expresó sin rodeos:
«El efectivo no requiere energía. Puede permanecer indefinidamente en circulación activa y ser procesado por la mano y el ojo».
Y añadió:
«El efectivo puede ayudar a fortalecer la confianza en el período crítico de dos a cinco días después de una interrupción del sistema, siendo vital para el orden civil. A largo plazo, puede ayudarnos a superar períodos más prolongados de incertidumbre».
No es un detalle menor. Durante la crisis, quienes aún tenían algo de dinero físico pudieron comprar alimentos o gasolina, mientras que los demás quedaron completamente a merced del sistema, bloqueados y sin respuesta.
La tentación del control total: el euro digital
Este apagón llega justo en el contexto de una aceleración del proceso de implementación del euro digital, previsto para octubre de 2025. La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, ha defendido públicamente esta nueva forma de dinero controlado por los bancos centrales. Lo más preocupante de sus palabras fue la confesión de que el objetivo del euro digital es “acabar con el anonimato” en los pagos, esto es, con el dinero en efectivo.
Tal afirmación pone en jaque no solo el derecho a la privacidad, sino la misma noción de libertad financiera. Si cada movimiento económico está registrado, supervisado y controlado, el ciudadano se convierte en un súbdito económico. No podrá comprar sin permiso. No podrá ahorrar sin control. Y lo peor: podrá ser bloqueado o sancionado por razones ideológicas o políticas.
Desde la Plataforma Denaria, que agrupa a entidades defensoras del uso del efectivo, se ha levantado la voz de alarma. Su presidente, Javier Rupérez, ha sido claro: «El euro digital puede acabar eliminando el efectivo».
Y eso, advierte Rupérez, supondría «una pérdida significativa de autonomía para los ciudadanos». Además, Denaria ha denunciado ante Bruselas que las propuestas legislativas actuales discriminan al dinero físico, favoreciendo su extinción progresiva.
El efectivo sigue siendo el medio más usado en España
Pese al empuje mediático y político hacia los pagos digitales, los datos demuestran que el efectivo sigue vivo. Y no solo eso: es el medio de pago más utilizado por los españoles.
Según datos del Banco de España, el 59% de la población sigue usando efectivo como su forma habitual de pago en tiendas físicas. Tres de cada cuatro personas lo obtienen de cajeros automáticos, y casi un millón de españoles lo utilizan como único medio de pago disponible.
Además, el 90% de los ciudadanos consideran importante poder seguir usando dinero en efectivo. No es una cuestión de nostalgia, sino de libertad, privacidad y seguridad.
Privacidad, soberanía y resistencia al abuso
Eliminar el efectivo no es un paso inocente. Supone entregar el control absoluto del dinero —y por tanto de nuestras vidas— a gobiernos y entidades bancarias. ¿Qué ocurre si una administración decide restringir compras de ciertos productos “por razones climáticas”? ¿O si una plataforma bloquea tus fondos por “incumplir normas de comunidad”? Ya lo hemos visto en China, y el Foro Económico Mundial lo promueve abiertamente: una economía sin dinero físico es el primer paso hacia una sociedad sin disidencia posible.
Con el euro digital se pretende reemplazar el billete tangible por una unidad monetaria totalmente controlada, programable y fiscalizable. No solo sabrán cuánto tienes, sino también en qué lo gastas, con quién, cuándo y dónde. Este nivel de control es incompatible con una sociedad libre.
Una defensa necesaria desde la soberanía
Desde una visión que defiende la soberanía nacional y la libertad individual frente a los abusos del globalismo tecnocrático, el efectivo representa una herramienta de resistencia cívica. Mantener el dinero físico es defender la autonomía del ciudadano, la solidaridad vecinal, la economía local y la protección de los más vulnerables.
Las familias, los mayores, los niños y los sectores rurales serían los más perjudicados por una digitalización forzosa del dinero. En una España que aún conserva sus raíces, no podemos permitirnos ser esclavos de una red digital que puede fallar, como lo demostró este apagón.
Una llamada de alerta
El gran apagón de 2025 no ha sido solo un incidente eléctrico. Habrá más. Ha sido una advertencia, un anticipo de lo que puede ocurrir si seguimos delegando toda nuestra economía en sistemas vulnerables, vigilados y controlados por intereses ajenos a los de la nación y la familia.
El dinero en efectivo no es un capricho del pasado: es una necesidad del presente y una garantía para el futuro. Mientras existan billetes y monedas, existirá una forma de independencia que ningún banco central podrá arrebatar.
El dinero en efectivo no solo es esencial en situaciones de emergencia, sino que también es un pilar fundamental de la privacidad, la libertad y la soberanía económica. Es imperativo que las autoridades y la sociedad en su conjunto reconozcan la importancia de mantener y proteger el uso del efectivo frente a las presiones para su eliminación.
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