Pedro Sanchez mintió sobre culpar en gran parte a las nucleares del apagón: Eran la solución

Pero el presidente olvidó (o prefirió omitir) un hecho incómodo: la reconexión del sistema eléctrico español se logró gracias a Francia, país cuya matriz energética es abrumadoramente nuclear (más del 70%)

Noticias30 de abril de 2025Impacto España NoticiasImpacto España Noticias
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Pedro Sanchez

El gran apagón eléctrico que dejó a millones de ciudadanos sin luz en toda España el pasado 28 de abril ha desatado una tormenta política y energética que va mucho más allá de una simple caída del suministro.

En el centro del huracán, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha vuelto a mostrar una preocupante inconsistencia discursiva al abordar el papel de la energía nuclear en la crisis, dejando a la opinión pública con más preguntas que respuestas y a los expertos boquiabiertos ante la desconexión entre lo que se dice y lo que realmente ocurrió.

Un discurso plagado de contradicciones
En su comparecencia del martes 29 de abril desde La Moncloa —la primera tras 24 horas de silencio institucional— Sánchez intentó ofrecer una explicación a la ciudadanía sobre las causas del apagón. Sin embargo, lo que pretendía ser un mensaje de tranquilidad y liderazgo, se convirtió en un ejercicio torpe de improvisación política, plagado de contradicciones que minaron aún más la confianza en la gestión del Gobierno.

De entrada, el líder socialista aseguró de forma categórica que las centrales nucleares no fueron parte de la solución, sino “un problema, porque estaban paradas”. Una afirmación rotunda que no tardó en desmoronarse. Apenas unos minutos después, el propio Sánchez se corrigió, admitiendo que “había generación nuclear funcionando justo antes de la caída del sistema” y que “dos centrales estaban activadas”. La justificación para este volantazo discursivo fue que su activación “ya estaba planificada”, como si eso restara importancia al hecho de que estaban, efectivamente, operativas.

Esta secuencia de afirmaciones mutuamente excluyentes deja en evidencia una profunda incoherencia: si las centrales estaban paradas, no podían estar generando energía. Y si estaban generando energía, como luego reconoció, no pueden ser acusadas de ser el “problema”. Lo cierto es que, incluso con solo dos reactores activos de los siete disponibles, la energía nuclear estaba aportando estabilidad al sistema… hasta que este colapsó.

Los expertos desmontan el relato oficial: las nucleares habrían sido parte de la solución
La respuesta del sector energético no tardó en llegar. Numerosos expertos, ingenieros energéticos y asociaciones profesionales —entre ellas la Sociedad Nuclear Española— han desmentido públicamente las afirmaciones del presidente. Y han ido más allá: han defendido que, de haber estado operativas más centrales nucleares, el impacto del apagón podría haberse mitigado o incluso evitado.

El motivo es claro: a diferencia de las renovables, la energía nuclear es una fuente regulable, continua y estable. Puede absorber excedentes, aportar inercia al sistema y mantener el equilibrio cuando la demanda o la producción fluctúan. En cambio, la energía solar y eólica, por su propia naturaleza intermitente, no pueden ser gestionadas con la precisión que requiere un sistema eléctrico moderno.

Además, los expertos han señalado un hecho clave que Sánchez omitió con intención: fue Red Eléctrica de España (REE), y no las centrales nucleares, quien ordenó o incentivó la reducción de su producción en días previos, precisamente para evitar desequilibrios provocados por los picos de generación renovable no gestionada. Es decir, las nucleares no bajaron su generación porque quisieran, sino porque el propio operador del sistema lo pidió, en una estrategia de ajuste que, a la postre, mostró sus limitaciones.

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España no está preparada: las redes eléctricas no pueden absorber tanta renovable
Más allá del debate político, existe un consenso técnico que el Gobierno está ignorando peligrosamente: la red eléctrica española no está preparada para integrar tanta energía renovable sin respaldo firme. Numerosos expertos del sector, desde hace años, han advertido que un crecimiento acelerado de renovables, sin la modernización simultánea de las infraestructuras de transporte y almacenamiento energético, conduciría inevitablemente a episodios de inestabilidad como el vivido.

La transición energética no puede hacerse simplemente instalando paneles solares y molinos eólicos a ritmo récord. Se necesita capacidad de almacenamiento, una red inteligente y flexible, sistemas de control de frecuencia, y energía de base como la nuclear, que permita gestionar la oferta en tiempo real. España carece aún de estas herramientas a gran escala.

El apagón del 28 de abril, según varios ingenieros eléctricos, no fue un accidente imprevisible, sino una consecuencia lógica de una estrategia desequilibrada, que ha querido sustituir tecnologías firmes sin tener aún alternativas maduras para garantizar la estabilidad del sistema. Por eso afirman con rotundidad: las nucleares hoy en día son necesarias.

Una política fiscal deliberadamente hostil: Sánchez quiere cerrar las nucleares sin asumir el coste político
A esta presión técnica se suma la política fiscal agresiva e ideológica del Gobierno contra las centrales nucleares. Lo que Sánchez no dijo en su comparecencia es que su Ejecutivo ha impuesto una carga impositiva de hasta el 70% sobre los beneficios de las nucleares, a través de tributos como el canon por uso del agua para refrigeración, el impuesto sobre el valor de la producción eléctrica, y las tasas sobre residuos radioactivos, entre otros.

Este acoso tributario no responde a ninguna lógica medioambiental ni técnica. Se trata de una estrategia deliberada para hacer inviable la rentabilidad de las nucleares y forzar su cierre sin necesidad de decretarlo directamente. Así, Sánchez se ahorra el desgaste político de clausurarlas con un decreto formal —algo impopular y arriesgado— y se lava las manos mientras deja que el sector muera por asfixia fiscal. Una maniobra cobarde, opaca y profundamente irresponsable.

La demonización de la energía nuclear: un lastre ideológico
El intento de culpar a la energía nuclear por no haber “resistido” la caída del sistema eléctrico forma parte de una estrategia narrativa que el Gobierno lleva años cultivando: presentar a la nuclear como una energía del pasado, prescindible y hasta peligrosa. Sánchez reafirmó esta postura en su discurso: “La recuperación no hubiera sido más rápida con más nucleares”, dijo, en lo que más parece un dogma ideológico que un juicio técnico.

Pero el presidente olvidó (o prefirió omitir) un hecho incómodo: la reconexión del sistema eléctrico español se logró gracias a Francia, país cuya matriz energética es abrumadoramente nuclear (más del 70%). Es decir, la energía que permitió reiniciar buena parte del sistema español provenía de la fuente que Sánchez insiste en deslegitimar. ¿Cómo puede ser que la misma tecnología que se desprecia en España sea alabada implícitamente cuando proviene del extranjero?

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La energía no entiende de discursos
Lo que ha quedado claro tras este episodio es que el sistema eléctrico español está expuesto a riesgos graves, y que la gestión de Pedro Sánchez ante la crisis ha sido, como mínimo, torpe e inconsistente. Su discurso refleja no solo desconocimiento técnico, sino una peligrosa tendencia a construir narrativas políticas a costa de la verdad y la seguridad nacional.

El presidente actúa con desinformación, aplica políticas fiscales punitivas de forma encubierta y esconde decisiones clave como la reducción de producción nuclear ordenada por REE, para después culpar a los operadores.

La energía no entiende de discursos políticos. La electricidad no se genera con eslóganes. Y cuando llega el momento de la verdad, lo que cuenta no es la ideología, sino la robustez del sistema. Si el Gobierno persiste en cerrar las nucleares sin un plan realista de respaldo, lo ocurrido el 28 de abril puede no ser un caso aislado, sino una advertencia de lo que está por venir.

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