El fanatismo climático en Europa está muriendo
El fanatismo climático en Europa está muriendo. Las políticas verdes fracasan, las promesas alarmistas no se cumplen y los ciudadanos despiertan ante un engaño que solo trae ruina económica y social
En 2018, Donald Trump alertó en la ONU que Alemania se haría “totalmente dependiente de la energía rusa” si continuaba con el Nord Stream 2. Los dirigentes alemanes se rieron en su cara. Cinco años después, el tiempo le ha dado la razón.
La estrategia verde basada en molinos de viento y placas solares, compensada con gas ruso barato, se derrumbó. Sin el gas de Moscú, la transición energética es imposible. El fanatismo climático en Europa está muriendo porque nunca fue viable.
Los políticos alemanes, que creían ser visionarios, ahora enfrentan una emergencia económica y social sin precedentes. Se quedaron sin energía barata y sin alternativa real.
Un discurso demoledor contra el fraude climático
En su reciente intervención en la ONU, Trump fue contundente:
“Las energías renovables son un chiste. No funcionan. Son demasiado caras. Los molinos de viento son patéticos y la energía más cara jamás concebida”.
Trump recordó que la ONU lleva décadas profetizando desastres climáticos que nunca llegaron. Desde 1982 anunciaban catástrofes irreversibles, pero nada ocurrió. Las predicciones fallaron y el negocio verde quedó desenmascarado.
El expresidente señaló que Europa redujo un 37 % sus emisiones a costa de destruir empleo y cerrar fábricas, mientras China aumentó un 54 % su contaminación. Resultado: ruina en Europa y riqueza en Asia.
El climatismo en Europa está muriendo porque no protege el medio ambiente, solo transfiere industria y riqueza a potencias extranjeras.
La caída de los Verdes y el hartazgo ciudadano
Los ciudadanos ya no se creen el cuento verde. En Alemania, Los Verdes pierden apoyos incluso en sus bastiones. Los alcaldes ecologistas caen derrotados, y movimientos como Viernes por el Futuro pasan de movilizar multitudes en 2019 a reunir apenas unos miles de jóvenes despistados.
En Berlín, los organizadores hablaron de 4.300 asistentes a una protesta climática, pero la policía apenas contó 3.000. En Hamburgo, solo 2.500. En toda Alemania, menos de 50.000 personas. En 2019, eran cientos de miles.
La gente está harta de pagar facturas de electricidad cuatro o cinco veces más altas que en China por culpa de políticas verdes que solo benefician a burócratas y tecnócratas. El fanatismo climático en Europa está muriendo porque dejó de ser un movimiento popular y se convirtió en un dogma impuesto desde arriba.
El fanatismo climático: una ideología diseñada para otro tiempo
El climatismo siempre tuvo dos pilares:
Una narrativa histérica de miedo al apocalipsis climático.
Una transición energética destructiva basada en molinos y placas.
Pero ambos círculos nunca se tocaron. Los activistas pedían más histeria, los tecnócratas imponían más ruina, y juntos fabricaron una maquinaria incoherente que hoy se descompone.
El fanatismo climático en Europa está muriendo porque su estructura ideológica ya no convence a nadie. Los ciudadanos ven cómo sus gobernantes destruyen empleos, arruinan industrias y elevan impuestos mientras China, India y otros países siguen creciendo con carbón y gas.
La izquierda abandona el clima y busca nuevas causas
La propia izquierda ya no cree en el clima como bandera movilizadora. Las pancartas de Viernes por el Futuro hoy hablan más de “justicia climática”, Gaza, anticolonialismo o ideología de género que de medio ambiente. El movimiento verde se fusiona con la sopa de protestas de siempre: feminismo radical, agenda trans, ataques a “los ricos” y odio a Occidente.
Incluso Greta Thunberg se ha desplazado hacia otros temas, dejando vacío el espacio que en 2019 parecía inamovible.
El climatismo en Europa está muriendo porque ni siquiera sus antiguos líderes lo consideran ya prioritario.
El fracaso económico de las políticas verdes
Las facturas de electricidad en Europa triplican a las de Estados Unidos. Las fábricas cierran y el desempleo aumenta. La llamada transición ecológica no salvó el planeta, solo destruyó la prosperidad de millones de europeos.
La huella de carbono se convirtió en excusa para justificar impuestos y restricciones. Pero en términos globales, el impacto europeo es irrelevante. Mientras tanto, las naciones que se negaron a aceptar el dogma climático siguen creciendo y acumulando poder.
El climatismo en Europa está muriendo porque resultó ser una estafa económica disfrazada de moral ecológica.
Fin de la farsa climática
El climatismo en Europa está muriendo. No lo dicen solo las urnas, las calles vacías o las facturas de luz inasumibles. Lo demuestra el fracaso total de una ideología incoherente que destruyó riqueza y no salvó nada.
Europa debe abandonar el dogma verde y recuperar políticas basadas en la razón, la soberanía energética y la defensa de su industria. De lo contrario, seguirá condenándose a la decadencia mientras otros países se fortalecen.
Es hora de decirlo alto y claro: El fanatismo climático en Europa está muriendo y con él muere uno de los mayores engaños de la historia moderna.
Comparte con tus contactos
¿Conoces algún hecho irregular que quieres que investigue y cuente Impacto España Noticias? Escribe a denuncias@impactoespananoticias.es
Comparte en Redes Sociales
Apoya el periodismo independiente y crítico
Evite la censura de Internet suscribiéndose directamente a nuestro canal de Telegram, Newsletter
Haz tu Donación
Síguenos en Telegram: https://t.me/impactoespananoticias
Whassapt Impacto España: https://chat.whatsapp.com/DkvQU3OzEzz1Ih524CPUd7
Twitter: https://twitter.com/impactoSumustv
Instagram: https://www.instagram.com/impactoespana?r=nametag
YOUTUBE:https://youtube.com/@impactoespananoticias
Odysee: https://odysee.com/@impactoespa%C3%B1anoticias:a
WhatsApp: 635967726
Te puede interesar
Documentos incautados en Gaza vinculan la flotilla española con Hamás: el apoyo de la izquierda española bajo la lupa
El hecho de que un supuesto brazo logístico de Hamás opere desde territorio español debería motivar una respuesta inmediata de las instituciones, no solo judicial sino también política
Las mujeres de la Flotilla se ponen el hiyab y retiran las banderas LGTBI para 'no ofender' al Islam
A pocos kilómetros de una franja gobernada por Hamás, donde la homosexualidad y la identidad transgénero son castigadas por la legislación islámica con penas de prisión e incluso con persecuciones sociales y religiosas, el discurso se ha atenuado
Un terrorista de Hamas navega en la flotilla, se llama Zaer Birawi
Birawi, según informes de inteligencia israelíes y diversos análisis independientes, mantiene lazos estrechos con la Hermandad Musulmana y con estructuras políticas vinculadas a Hamás.
Feijóo o la consolidación de las leyes y políticas de Sánchez
La complicidad del PP con el PSOE es evidente: renuncia a presentar la lista de leyes de Sánchez que derogaría aunque en julio prometió que presentaría dicha lista en septiembre
PSOE y Sumar subvencionan con dinero público los menús del Congreso
La Mesa del Congreso, controlada por ambas formaciones, ha aprobado un presupuesto que aumenta casi un 30% la subvención pública al bar-cafetería de la Cámara Baja
Víctor de Aldama destapa el escándalo: hubo fraude en las elecciones generales
“Quizás alguna cosa tenga que ver con amaños de papeletas o de otra serie de cosas. Como también hablaban ellos de las generales con las famosas urnas que llegaban a IFEMA”