TRECE DÍAS DE SILENCIO voluntario, alejado del mundanal ruido, apegado al duro banco de la soledad consentida, limpio de corazón y acompañado del hada madrina que vuela alto pero apegada a  la  magia de una política de brujos, de experiencia infinita y sabiduría de una edad madura llena de un encanto sin miedo al futuro en un país de aquelarres insoportables, como esa imagen bochornosa de un Pachi López que cuando era lendakari vasco presidió entierros de vascos asesinados por ser socialistas, y ahora  portavoz de la locura de Pedro Sánchez, ausente del debate sobre la  amnistía a favor de delincuentes y golpistas.

Hay que tener pocos escrúpulos, no solo del individuo de doble moral, sino del jefe que le eligió para convencer a una sociedad de vacaciones ideológicas y éticas, y que se negocia en un país extranjero cuando ellos dicen que el procés catalán es un  problema interno de los españoles, de todos, claro, no solo de los catalanes separatistas, cuando se impone un referéndum a escala nacional.

No solo por la independencia sino sobre  valores morales, cuando en España la crisis deontológica es encabezada por la prostitución, las drogas, la corrupción y el paro juvenil.

Hemos entrado en un proceso de abuso de autoridad y de derroche inmoral que asfixia a una democracia tambaleante y se suma a los terroristas yijadistas con esa brutal desinformación que se apoya en los infanticidios masivos en Gaza, y se olvida la brutalidad de los bombardeos nucleares, las matanzas de judíos alemanes y los genocidios coloniales en África, de antes y de hoy cuando se olvida el suplicio cruel de los saharauis y rifeños porque Marruecos es aliado de los Estados Unidos, y reconociendo a Israel como estado, porque también se matan niños, se violan mujeres y se lapidan homosexuales como en otras naciones mahometanas.

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Es la ley de la selva, la selva donde hay cazadores sin principios humanos. Y en otras cárceles, se pudren internos que robaron en un un supermercado, porque la ley no es igual para todos, según el Parlamento español de mayoría de izquierdas radicales y ultras herederos de los etarras enterrados en los años de gobierno de Pachi López. Sí, efectivamente, estoy indignado, pobrecito español, eso sí, sin miedo.

EPÍLOGO.- Ese poderío de abusos de superioridad incontrolable lo he sufrido, como otros ciudadanos, en Los Alcázares y Santiago de la Ribera, por unas policías municipales que aplican la ley de recaudaciones de multas por aparcamientos indebidos cuando aparcar es un problema, especialmente para gente mayor, cuando deberían  pedir perdón por tener unos pueblos que viven del turismo que en invierno existe por unos románticos, y en La Manga es un camposanto, incomprensiblemente.

Es cierto, la ley se aplica a rajatabla para unos y se perdona a unos miserables, los políticos  que  nos arruinan. Les perdono no saben lo que hacen, les falta cultura. Este pueblo nuestro, español, ha tenido derecho a soñar, durante siglos, especialmente en los dos últimos, pero ha sido castigado por la pesadilla del maniqueísmo feroz que hoy llaman bipolaridad, y que ayer, en el Congreso de los Diputados, fue de drama y cobardía, víctima de un sueño de fantasmas.

Huele a podrido en Europa ya en otra era a la espera de otra invasión llegada de otras estrellas.

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