¿Qué nos esconden nuestros representantes políticos europeos? ¿Qué saben ellos, y ellas, que no quieren compartir con los ciudadanos de este arrastrado continente?

Porque, amigos míos, tanta celeridad y alarma, tanta insistencia y matraca, tanta noticia uniformada y declaraciones institucionales centrando la atención general en el ipso facto rearme europeo, en medidas de urgencia y supervivencia, en esa mochila de las 72 horas −tres días− con todo el personal civil desamparado por los poderes públicos, todo dios al garete y sálvese quien pueda,  empieza a chirriar en tono de mosca tras la oreja.

Porque si estamos a dos cuartos de hora –presuntamente− del final del conflicto en Ucrania, que para ello se están acordando –con éxito relativo y asaz cuestionable− las condiciones del alto el fuego en la Europa oriental –desde los Cárpatos hasta el Donetsk− con la divina y petrolera intermediación de Arabia Saudita, el desconfiado comité ruso y los eternos sheriffs soperos-gulusmeros de los yanquis, dejando a un lado a la propia Ucrania y haciendo un supremo corte de manga a los belicistas de la comisión europea, quedando así con tres palmos de narices más una deuda gigantesca por tanto esfuerzo bélico invertido en parar a las hordas rojas en su avance y conquista de viejo continente.

Ante todo lo anterior, pareciese injustificada toda urgencia en prevención y protección de la ciudadanía, incluido un apresurado rearme de nuestras fuerzas armadas continentales, con esos 800.000 millones de euros de inversión prevista en cuatro años de disentería geoestratégica.

Por todo ello, ¿Qué necesidad, estratagema o secreto inconfesable de altos intereses ocultos o jodidas pre-tensiones futuribles andan hurgando en el tercer ojo de la actual comisión europea para tanta alarma continental? ¿Por qué intimidan de forma tan brutal al pueblo?

¿Qué pretenden sacar además de resecar in extremis nuestros bolsillos con otra ‘metida’ batería de impuestos y recortes de libertades y medidas de control casi carcelario? ¿Volverán a encerrarnos con la disculpa de un imaginario conflicto armado, un meteorito Armagedón, una llamarada solar de intensidad XXXL o un nuevo bichito cabroncete – e igualmente figurado−, que se infiltrará en nuestras reservas económicas dejando los recursos familiares más resecos que el Mar de Aral?

¿Qué andarán tramando estos decrépitos impresentables que no representan para nada la voluntad popular −la comisión europea se ha constituido con las mismas personas de anteriores ejecutivos, incluida la Sra. Ursula von der Leyen– dado el nuevo reparto de candidatos electos en la últimos comicios europeos, ¿Qué pijo andarán tramando aparte de cagarnos de MIEDO para sacarnos los cuartos?

Nos preguntamos al principio sobre estos vientos de guerra que hielan la sangre de la vieja Europa. Vientos gélidos, como siempre, memoria congelada en la noche de los tiempos que nos traslada a principio del siglo XX, con políticas de desinformación social y proclamas belicistas hasta en la sopas del gato, maniobras armadas del norte al sur continental, discursos, declaraciones, censura legislada y corrupción informativa.

Nula libertad de opinión y prensa, panfletos y mascaradas públicas para imbuir en el pueblo ese ambiente castrense y guerrero, machadas de gallitos al mando de países en la inopia −Francia y Reino Unido, por ejemplo−, despechados y rabiosos ante la posibilidad de ser un cero a la izquierda en el reparto del poder planetario.

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Y todo este coctel molotov de indecencias y disparates de alta graduación sicótica, nos predisponen para normalizar una forma de convivencia antinatural llamada GUERRA.

POST SCRIPTUM.- Una reserva del dominio político y el cajón. En cada conflicto armado a lo largo de la historia, los ideólogos del mismo nunca bajaron a las trincheras ni se dejaron jirones de tripas o de corazón esparcidos en el campo de batalla. Ni altos mandos ni responsables políticos empuñaron un fusil, una bayoneta, o los mandos de un eurofighter typhoon en medio de una tormenta de saetas antiaéreas.

Ni hubieron de pasar penurias y hambrunas como consecuencia del conflicto y pos conflicto armado. Antes bien, antes de antes de dar la orden de atacar al “enemigo”, estos ‘grandes’ hombres y mujeres al mando de millones de ciudadanos de una nación en guerra, salvaron su culo y su futuro ‘escaqueando’ unos cuantos miles de millones del tesoro nacional en ciertos paraísos muy lejanos del campo de batalla.

Huyeron como traidores, cobardes cabrones y vendepatrias dejando al pueblo el marrón de las trincheras, los campos de prisioneros y las familias vagando como alma en pena en busca de un mañana sin munición de guerra ni camisa metálica.  Somos los eternos desmemoriados, o gilipollas terminados. Una de dos, o ambas a la par… ¿Qué pijo andarán tramando?

Y punto.

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