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El desbarajuste de la gestión sanitaria bajo el gobierno de Pedro Sánchez: La lección del Tribunal de Cuentas

Sánchez promovió la falsa narrativa de que existía un "Comité de Expertos" encargado de tomar las decisiones sanitarias clave durante la pandemia. Esta figura, que muchos creyeron, era, en realidad, una farsa

Corrupción10 de abril de 2025 Salvador Gimenez
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Pedro Sánchez, Salvador Illa

La pandemia de COVID-19 ha sido uno de los mayores retos sanitarios, sociales y económicos de la historia reciente de España. Sin embargo, la gestión de esta crisis por parte del gobierno de Pedro Sánchez ha sido más un espectáculo de improvisación y caos que de liderazgo y eficiencia.

El último informe del Tribunal de Cuentas deja al descubierto las graves deficiencias en la gestión de la información de las vacunas, una de las piezas clave en la lucha contra el virus.

Esta denuncia no es más que una confirmación de lo que muchos ciudadanos ya intuyen: la respuesta del ejecutivo fue desorganizada, lenta y sin la infraestructura adecuada.

La falta de coordinación y la desinformación
En su informe, el Tribunal de Cuentas critica duramente la dispersión y desactualización de la información sanitaria durante la pandemia. El sistema de vacunación en España sufrió importantes deficiencias debido a la falta de un registro nacional interoperable, un fallo grave en un momento crítico.

Mientras el gobierno de Sánchez alardeaba de su estrategia de vacunación, los datos sobre las vacunas eran fragmentados y difíciles de rastrear, lo que resultó en la incapacidad de asociar hasta 2,6 millones de vacunas a beneficiarios identificables.

Este descontrol en la gestión no solo pone en riesgo la salud de los ciudadanos, sino que también demuestra la incapacidad del gobierno para garantizar que su sistema sanitario estuviera preparado para afrontar una crisis de tal magnitud.

La improvisación como respuesta
La creación de la aplicación REGVACU para registrar las vacunas administradas fue un intento de solucionar el problema, pero esta solución fue insuficiente y llegó tarde.

El gobierno de Pedro Sánchez se centró en parches tecnológicos en lugar de construir una infraestructura sólida y coherente desde el principio. Mientras tanto, las comunidades autónomas luchaban por mantener sus propios registros, lo que generaba una disparidad de información y complicaba la toma de decisiones.

El gobierno, en lugar de liderar con claridad, dejó en manos de cada comunidad el esfuerzo por coordinarse. Este tipo de improvisación solo refleja la falta de preparación y visión de un gobierno que, en lugar de anticiparse a los problemas, optó por reaccionar a medida que los mismos se presentaban.

La opacidad y la falta de rendición de cuentas
Uno de los mayores fallos del gobierno de Sánchez fue su opacidad en la gestión de la pandemia. En lugar de proporcionar información clara, coherente y accesible a los ciudadanos, el gobierno se dedicó a difundir mensajes contradictorios, creando confusión en una población ya aterrada.

Las decisiones sanitarias cruciales fueron tomadas de manera improvisada, sin un marco claro de comunicación ni de justificación. Esta falta de transparencia llevó a un aumento de la desconfianza en las instituciones, lo que dificultó aún más el cumplimiento de las medidas de control y vacunación.

Y, por si fuera poco, Sánchez promovió la falsa narrativa de que existía un "Comité de Expertos" encargado de tomar las decisiones sanitarias clave durante la pandemia. Esta figura, que muchos creyeron, era, en realidad, una farsa. En los hechos, las decisiones que definieron el rumbo de las restricciones, los confinamientos y las estrategias de vacunación fueron tomadas por políticos, no por expertos.

Sánchez y su gobierno prefirieron camuflar la toma de decisiones políticas como un proceso técnico y apolítico, cuando en realidad se trataba de un conjunto de medidas guiadas por intereses políticos y no por el consejo técnico de profesionales imparciales. Esta manipulación de la narrativa no solo fue una mentira, sino que también socavó la confianza pública en las medidas adoptadas y en la gestión global de la crisis.

La mentira sobre el COVID y los datos
En un giro aún más alarmante, las mentiras sobre el COVID-19 y la eficacia de las vacunas han sido finalmente destapadas. Recientemente, el Congreso de los Estados Unidos ha sacado a la luz una serie de pruebas que demuestran cómo tanto el gobierno de Pedro Sánchez como otros gobiernos globales ocultaron información crucial sobre la pandemia.

Se reveló que los datos sobre la letalidad del virus fueron manipulados para generar un clima de pánico, y lo que es aún más preocupante, se descubrió que las pruebas iniciales sobre la eficacia de las vacunas fueron incompletas, con muchos de los efectos secundarios que posteriormente se reportaron siendo minimizados o ignorados por las autoridades sanitarias.

Desde el inicio, se afirmaba que los efectos secundarios de las vacunas eran mínimos, pero las investigaciones más recientes han revelado que no solo los efectos secundarios eran mucho más frecuentes de lo informado, sino que los informes de reacciones adversas fueron desestimados o incluso silenciados.

En su afán por acelerar la vacunación y controlar la narrativa, el gobierno de Sánchez y otros líderes mundiales intentaron garantizar una imagen de "seguridad absoluta" que, como ahora sabemos, fue profundamente engañosa.

Incumplimiento de las leyes sanitarias
Lo más grave de todo es que, mientras la situación se volvía cada vez más caótica, el gobierno de Pedro Sánchez y las autoridades sanitarias incumplieron sistemáticamente las leyes sanitarias y los derechos fundamentales de los ciudadanos. Uno de los aspectos más preocupantes fue la falta de cumplimiento de los principios de consentimiento informado.

Los médicos, en muchos casos, no proporcionaron la información completa y necesaria a los pacientes sobre los efectos secundarios de las vacunas, como exige la legislación sanitaria. Esto constituye una clara violación del derecho de los ciudadanos a tomar decisiones informadas sobre su salud, y un desdén por la obligación de los profesionales médicos de explicar los riesgos y beneficios de cualquier tratamiento.

Además, la receta médica para la vacunación, que en condiciones normales es una herramienta crucial para garantizar el acceso a medicamentos y tratamientos, se transformó en un instrumento de presión política. En lugar de ser una decisión individual y respetuosa de la autonomía del paciente, se convirtió en una imposición gubernamental, donde la vacunación fue presentada casi como un deber cívico obligatorio.

Este enfoque autoritario contravino las normativas sanitarias, ya que no se garantizó el proceso adecuado de consulta médica individualizada, ni se ofreció un verdadero análisis de los riesgos y beneficios en cada caso.

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El negocio detrás del COVID: la remuneración por diagnóstico
Otro aspecto alarmante de la gestión sanitaria de la pandemia fue la aparición de un incentivo económico para los hospitales y médicos al diagnosticar COVID-19. Tal como fue publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE), los centros sanitarios y los profesionales médicos comenzaron a recibir compensaciones económicas por cada diagnóstico de COVID-19.

Esta medida, que en principio tenía como objetivo agilizar la respuesta a la pandemia, dio lugar a una práctica poco ética en la que muchos médicos, en ocasiones, diagnosticaban COVID-19 incluso a pacientes que presentaban otras patologías o que no tenían síntomas claros de la enfermedad.

Se dio la situación en que algunos pacientes, atendidos por otras dolencias, fueron finalmente diagnosticados con COVID-19 para asegurar que el hospital recibiera la compensación económica derivada de dicho diagnóstico.

Este tipo de prácticas no solo generó una sobrecarga de casos oficialmente diagnosticados de COVID, sino que también cuestiona la integridad del sistema sanitario, al poner en riesgo la fiabilidad de los datos y de los diagnósticos. La existencia de este incentivo económico, sin un control adecuado, hizo que se distorsionara la realidad de la pandemia, creando un clima de desconfianza y manipulando las cifras de contagios.

La valentía de los medios críticos
En este contexto, hubo un medio de comunicación que se destacó al alzar la voz cuando otros callaban. Impacto España Noticias, desde el año 2020, comenzó a informar sobre la corrupción que rodeaba las vacunas contra el COVID-19 y sus posibles efectos secundarios.

Mientras gran parte de los medios de comunicación seguían la línea del gobierno y evitaban cuestionar las decisiones oficiales, Impacto España Noticias se convirtió en una rara excepción, atreviéndose a abordar temas incómodos y a exponer hechos que muchos preferían silenciar. Su valentía al destapar estos problemas fue crucial, pero también puso en evidencia la falta de una cobertura crítica más amplia, lo que permitió que la narrativa oficial dominara sin oposición.

Las recomendaciones del Tribunal de Cuentas: una oportunidad perdida
El informe del Tribunal de Cuentas hace varias recomendaciones fundamentales para mejorar la gestión sanitaria en situaciones de emergencia.

En primer lugar, se destaca la necesidad de un sistema de información integral y moderno para gestionar las alertas sanitarias. Sin embargo, estas recomendaciones no son nuevas. El gobierno de Sánchez debería haber implementado estas medidas desde el principio, no cuando la crisis ya estaba en marcha y los daños eran evidentes.

Lo que queda claro es que la pandemia reveló la falta de una infraestructura tecnológica robusta en el sistema sanitario español. Si el gobierno hubiera actuado con antelación, si hubiera trabajado en la creación de una plataforma nacional eficiente desde el principio, muchas de las dificultades actuales podrían haberse evitado. Pero en lugar de anticiparse, Sánchez y su equipo han permanecido atrapados en una política reactiva, gestionando la crisis a medida que avanzaba, sin aprender de los errores cometidos.

Los medios y la manipulación de la información
El papel de los medios de comunicación durante la pandemia fue otro de los factores críticos que contribuyó a la confusión y desinformación. En particular, medios como La Sexta se alinearon completamente con la narrativa oficial del gobierno, tratando a los no vacunados como "asesinos" y descalificando a quienes cuestionaban la eficacia o la seguridad de las vacunas.

En lugar de informar objetivamente sobre los efectos secundarios de las vacunas, La Sexta y otros canales similares, en una clara muestra de apoyo al discurso oficial, descalificaban a aquellos que ponían en duda las decisiones políticas con un enfoque polarizador y alarmista.

Lo que estos medios no mencionaban, sin embargo, es que BlackRock, uno de los mayores accionistas de La Sexta, también era dueño de importantes farmacéuticas que estaban vendiendo las vacunas contra el COVID-19.

Este conflicto de intereses es extremadamente preocupante, ya que plantea la posibilidad de que los medios de comunicación no solo estuvieran influyendo en la opinión pública con información sesgada, sino que también podrían haber tenido un interés económico directo en promover la vacunación sin ofrecer una cobertura imparcial de los posibles efectos secundarios.

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El hecho de que estos medios, influenciados por un conglomerado económico con intereses financieros en las farmacéuticas que producían las vacunas, promovieran políticas de vacunación sin dar información completa sobre los riesgos podría considerarse un comportamiento cercano a delito.

Obligar a la población a vacunarse sin un consentimiento completamente informado, y con el conocimiento de que los intereses económicos podrían estar sesgando la información, representa una violación grave de los principios éticos, y legalmente podría considerarse como un acto de manipulación de la información en beneficio de intereses privados.

Un legado de desconfianza
El legado del gobierno de Pedro Sánchez en la gestión de la pandemia está marcado por la falta de previsión, la opacidad y la descoordinación. La denuncia del Tribunal de Cuentas es solo una pieza más en un rompecabezas de ineficacia y falta de responsabilidad. Mientras tanto, el gobierno continúa ignorando las lecciones que deberían haberse aprendido y parece más preocupado por mantener una imagen de control que por asumir las fallas graves de su gestión.

En tiempos de crisis, lo que los ciudadanos necesitan es claridad, responsabilidad y liderazgo. En lugar de eso, lo que obtuvieron durante la pandemia fue un gobierno dividido, sin coordinación ni capacidad para tomar decisiones claras.

Si Pedro Sánchez quiere que su gobierno sea recordado de manera positiva, deberá empezar por aceptar los errores cometidos y hacer las reformas necesarias para garantizar que España esté mejor preparada para futuras crisis.

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