Sánchez, en su valoración más baja… pero más de la mitad de sus electores le volverían a votar

Ni los escándalos de corrupción, ni las restricciones durante la pandemia, ni la nefasta gestión de emergencias en la gota fría y los incendios recientes logran apartarles de su líder. Ese fanatismo ciego demuestra que el PSOE se aferra más a su ideología que a la realidad

Adoctrinamiento26 de agosto de 2025Impacto España NoticiasImpacto España Noticias
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Pedro Sánchez

Sánchez está en su peor valoración, con un 3 sobre 10 según Sigma Dos, refleja la creciente desconfianza en su figura política. La encuesta publicada por El Mundo demuestra cómo la corrupción, la nefasta gestión y los escándalos judiciales hunden su popularidad.

Desde hace meses, los españoles perciben un principio del fin en la trayectoria de Pedro Sánchez, y que ya es un cadáver político nacional e internacional. Los incendios del verano, la DANA mal gestionada y los casos que salpican a su familia alimentan el desgaste. El consenso es total: suspenso rotundo.

El propio titular de El Mundo lo resume con dureza: “Suspenso sin paliativos”. El resultado no deja lugar a dudas: Sánchez se queda en un 3 sobre 10, bajando desde el 4,3 de hace poco.

El votante socialista, fiel pese al desastre
El elemento más llamativo y preocupante es que, aunque Sánchez está en su peor valoración, que ya es un hecho, dos de cada tres de su electorado volvería a votarle. Según la encuesta, un 68% de los votantes socialistas repetiría su apoyo.

Ni los escándalos de corrupción, ni las restricciones durante la pandemia, ni la nefasta gestión de emergencias en la gota fría y los incendios recientes logran apartarles de su líder. Ese fanatismo ciego demuestra que el PSOE se aferra más a su ideología que a la realidad.

El votante socialista sigue otorgándole notas superiores a la media. Si al inicio del verano pasado le daban un 6,5, ahora baja al 5,4. Aun así, mantiene una mayoría de leales, mostrando un patrón de obediencia que trasciende los hechos.

El fanatismo socialista como obstáculo para el cambio
A pesar de que Sánchez en su peor valoración evidencia la caída, lo más preocupante es que el votante socialista sigue fiel. Ese 68% que asegura volver a votarle demuestra un fenómeno de fanatismo ideológico.

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El socialista medio no castiga la corrupción ni la mala gestión. Ni siquiera las acusaciones de nepotismo o las restricciones de libertades logran apartarle de Sánchez. Esa fidelidad casi sectaria convierte al PSOE en una maquinaria política impermeable al escrutinio democrático.

Cuando más de la mitad del electorado socialista aprueba a su líder, el problema trasciende la política: hablamos de una sociedad anestesiada por el clientelismo, el adoctrinamiento y los beneficios de las redes de poder.

El camino no será electoral
Si Sánchez en su peor valoración no erosiona su base electoral, queda claro que las urnas no serán el camino para sacarle del poder, al menos, el único. Su red de fieles y el control institucional hacen improbable que pierda solo por desgaste.

La conclusión es obvia: la vía para frenar el deterioro del país no será solo la electoral, sino la judicial o incluso la social. El Estado de Derecho, con jueces independientes, puede convertirse en la única herramienta para frenar la corrupción y los abusos de poder.

El pueblo español debe estar alerta, porque mientras la mitad del socialismo siga votando a Sánchez pase lo que pase, el futuro de España no dependerá de las urnas.

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Contexto internacional y paralelismos
La crisis de Sánchez en su peor valoración no se entiende sin analizar el contexto internacional. En otros países, como Italia o Francia, los líderes corruptos pierden apoyos rápidamente. Sin embargo, en España la izquierda se mantiene fiel aunque la gestión sea un desastre.

Ese contraste refleja la peculiaridad del electorado socialista: un fanatismo ideológico que convierte cualquier crítica en “ataque de la derecha” y cualquier escándalo en “conspiración mediática”.

Sánchez en su peor valoración y el peligro de la fidelidad ciega
La realidad es clara: Sánchez en su peor valoración confirma que la corrupción y la nefasta gestión le pasan poca factura. La fidelidad del 68% de votantes socialistas muestra que España enfrenta un problema más profundo.

Un sistema democrático sano necesita un electorado crítico y dispuesto a castigar la corrupción. Pero en España, el fanatismo socialista se convierte en un muro que protege a Sánchez y perpetúa su poder.

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