La narrativa incompleta: cuando se culpa a Israel y se silencian las atrocidades de Hamas

Desde hace meses circulan videos verificados que muestran a combatientes de Hamas interceptando y robando camiones de ayuda humanitaria. En muchos de esos casos, los suministros de alimentos y agua terminan revendidos en mercados paralelos

Noticias27 de septiembre de 2025Impacto España NoticiasImpacto España Noticias
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7 DE OCTUBRE ATAQUE DE HAMAS AL ACTO MUSICAL

Cada vez que un convoy humanitario intenta llegar a la Franja de Gaza, el foco mediático se enciende y la condena contra Israel aparece casi de inmediato. Así pasó en 2010 con el Mavi Marmara y vuelve a repetirse con la flotilla Global Sumud.

 La rapidez para señalar a Israel, muchas veces con poca o ninguna prueba pública concluyente, forma parte de una narrativa que —pese a su potencia emocional— omite otra parte clave de la realidad: la naturaleza autoritaria de Hamas y sus prácticas que dañan, a diario, a la propia población palestina de Gaza.

Este artículo no pretende exonerar a nadie. Pretende, sí, exigir una cobertura más completa: que junto a las preguntas sobre el bloqueo naval y las acciones del Estado israelí, se cuente con igual fuerza y documentación cómo se gestionan los recursos, cómo se rearman las milicias y cómo las tácticas militares de Hamas ponen en riesgo a civiles y servicios esenciales.

 1. ¿A dónde va realmente la ayuda?
Desde hace meses circulan videos verificados que muestran a combatientes de Hamas interceptando y robando camiones de ayuda humanitaria. En muchos de esos casos, los suministros de alimentos y agua terminan revendidos en mercados paralelos a precios inalcanzables para la mayoría de la población. El resultado es que la ayuda, que debería aliviar el hambre, se convierte en una fuente de ingresos para financiar la maquinaria de guerra.

Organismos internacionales han investigado la situación. Un robo masivo y sistemático de toda la ayuda que entra a Gaza, sí existen pruebas de apropiaciones puntuales, desvíos y ventas ilegales. Es decir: el saqueo existe y está documentado; la discusión está en la magnitud y en qué medida se trata de una política organizada o de prácticas puntuales toleradas.

 2. Armamento y túneles: inversión en guerra, no en bienestar
Hamas ha destinado recursos significativos a la construcción de un vasto entramado subterráneo —túneles con kilómetros de extensión, cámaras de almacenamiento, salidas múltiples— que permiten ocultar armas, mover combatientes y resistir operaciones militares. La magnitud de esa infraestructura, certificada por hallazgos en terreno, demuestra que los recursos se han invertido en un proyecto militar, no en mejorar la vida de los ciudadanos.

Los materiales que podrían servir para reconstruir viviendas, hospitales o sistemas de agua han sido desviados a la fabricación de túneles y arsenales. Así, la población sufre un doble abandono: el bloqueo externo y la decisión interna de destinar recursos a la guerra en lugar de a la reconstrucción.

 3. Escudos humanos: hospitales y escuelas en riesgo
Numerosas investigaciones han mostrado que Hamas utiliza hospitales, escuelas y edificios civiles como cobertura militar. Instalar arsenales, puestos de mando o lanzadores en zonas densamente pobladas convierte automáticamente a la población en escudo humano voluntario.

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Aunque el derecho internacional prohíbe atacar hospitales incluso si hay sospechas de uso militar, también es cierto que operar desde estas instalaciones viola la protección civil y pone en peligro a miles de inocentes. El mensaje es claro: Hamas se refugia detrás de su pueblo.

 4. Robo de ayuda: un negocio paralelo
La ayuda humanitaria —comida, agua, medicinas— debería ser intocable. Sin embargo, además de los videos que documentan los robos de camiones, abundan testimonios sobre cómo parte de esa ayuda reaparece en mercados clandestinos. Para los civiles de Gaza, esto significa pagar precios abusivos por productos que ya habían sido enviados para aliviar su sufrimiento.

El saqueo no solo agrava el hambre: también transforma la ayuda internacional en un mecanismo de financiamiento para Hamas, que la revende y la convierte en combustible para su estrategia militar.

 5. Las cifras de muertos: ¿qué credibilidad tiene Hamas?
Hamas no solo controla la distribución de recursos; también controla la narrativa de la guerra. De manera sistemática anuncia cifras de víctimas, como el reciente número de “más de 70 mil muertos”. Pero, ¿qué credibilidad puede tener un régimen que reprime a su población, desvía recursos, roba ayuda y utiliza a civiles como escudos humanos?

La comunidad internacional necesita cifras verificadas, recopiladas por organismos independientes, no datos proporcionados por una organización que tiene un claro interés en inflar las estadísticas para ganar apoyo político y condena internacional contra Israel. La desconfianza no significa que no haya una catástrofe humanitaria —la hay—, pero obliga a preguntar si los números difundidos responden más a una estrategia propagandística que a una contabilidad real.

 La historia que se cuenta sobre Gaza suele estar incompleta. Es legítimo cuestionar las acciones de Israel cuando hay pruebas de abusos, pero es irresponsable ignorar los crímenes y abusos de Hamas contra su propio pueblo.

Robos documentados de ayuda humanitaria, mercados paralelos, túneles construidos con materiales que deberían haber servido para reconstrucción, hospitales y escuelas convertidos en escudos humanos, y cifras de víctimas infladas sin verificación independiente forman parte de la realidad.

Si la prensa internacional insiste en repetir solo una parte de la narrativa, la consecuencia es clara: se condena a los gazatíes a un doble sufrimiento, víctimas de la guerra y víctimas de su propio gobierno.

Hamas y la propaganda visual: la guerra de los videos
En los conflictos modernos, la batalla no se libra solo con armas, sino también con imágenes. Hamas lo sabe y ha convertido la producción de videos en una de sus herramientas más eficaces para moldear la percepción internacional.

Videos preparados y coreografiados. En más de una ocasión, Hamas ha difundido imágenes cuidadosamente editadas que muestran escenas de sufrimiento, pero en contextos controlados o incluso recreados, diseñados para generar indignación inmediata contra Israel.

Manipulación de escenarios. Testimonios de residentes y análisis posteriores han revelado que algunos de estos videos se producen en lugares donde se han modificado los escenarios, se exageran daños o se presenta como ataque reciente lo que en realidad ocurrió en otro momento.

Uso de niños y hospitales. Las imágenes más sensibles suelen involucrar menores de edad o instalaciones médicas, con el objetivo de multiplicar el impacto emocional y neutralizar cualquier cuestionamiento.

Propaganda como arma. Estas producciones no buscan documentar objetivamente la guerra, sino dirigir la narrativa internacional: Hamas se presenta como víctima absoluta y omite su papel activo en poner en riesgo a su propia población.

Una fotografía viral o un video de pocos segundos pueden pesar más que cualquier investigación forense. Así, la propaganda visual se convierte en un arma tan poderosa como un misil o un túnel subterráneo: capaz de cambiar percepciones, mover a multitudes y presionar gobiernos.

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