Más de 28.000 personas viven sin hogar en España: el drama del chabolismo que no te cuentan

La crisis de vivienda en España ya no es coyuntural, sino estructural. Según el Banco de España, se necesitan al menos 600.000 nuevas viviendas hasta 2025 para cubrir la demanda. Sin embargo, la construcción anual apenas supera las 100.000 unidades, lo que revela una brecha alarmante entre necesidad y oferta.

Esta incapacidad del sistema para garantizar el acceso a una vivienda digna ha expulsado a miles de ciudadanos del mercado, empujándolos al sinhogarismo, a las chabolas o a dormir en condiciones infrahumanas.

Dormir en un coche, levantar una chabola en un descampado, dormir en el aeropuerto o buscar refugio en un cajero automático no son actos voluntarios de marginación. Son síntomas del fracaso de un modelo político y económico que ha dejado de priorizar a las personas. La crisis de vivienda en España ha dejado de ser un problema de minorías para convertirse en un drama nacional que, si no se aborda con firmeza, se convertirá en una bomba de relojería social.

El sinhogarismo se dispara en España: 37.000 personas fuera del sistema
Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que en 2022 había 28.552 personas sin hogar. Sin embargo, organizaciones como HOGAR SÍ y Provivienda elevan esta cifra hasta 37.000 personas, teniendo en cuenta a quienes viven en la calle sin acceder a servicios asistenciales. Esto representa un incremento del 25% en solo una década.

Daniel Fábregas, portavoz de Provivienda, advierte: “Desde 2012 hasta 2022, el número de personas sin hogar se incrementó un 24,47%”. Por su parte, José Manuel Caballol, de HOGAR SÍ, subraya que el INE no capta toda la magnitud del fenómeno: “Un hogar no es solo un techo; es un espacio de seguridad física, psicológica y social”.

En este contexto, la crisis de vivienda en España muestra su rostro más crudo: miles de ciudadanos que, aún trabajando, no pueden pagar un alquiler o acceder a una hipoteca, condenados a la exclusión más absoluta.

¿Quiénes son los nuevos sintecho?
El rostro del sinhogarismo en España ha cambiado radicalmente. Ya no hablamos del estereotipo de indigente crónico, sino de ciudadanos empobrecidos por el sistema. El perfil más frecuente es el de un hombre de entre 45 y 64 años, víctima de la precariedad laboral o rupturas familiares.

Según el INE, el 76,7% de las personas sin hogar son hombres (21.900), frente a un 23,3% de mujeres (6.652). La mayoría de ellos han sido provocados tras una ruptura familiar en la que han perdido la custodia de los hijos y la casa.

Es importante recalcar que estas personas no son okupas ni delincuentes. Son víctimas de un sistema que no les ofrece alternativas reales. Mientras algunos pretenden desviar la atención hacia quienes asaltan casas ajenas, los verdaderos afectados viven en condiciones indignas, sin apoyo institucional y fuera de cualquier red de protección.

Vuelta al chabolismo: el síntoma más visible de la exclusión
Paralelamente al aumento del sinhogarismo, el chabolismo regresa como un fenómeno creciente. Según el Censo de Población y Vivienda del INE (2021), al menos 7.199 personas viven en chabolas o caravanas, cifra que, muy probablemente, ya se ha disparado.

Este tipo de infravivienda no solo es insalubre y precaria, sino que simboliza el fracaso absoluto del Estado del bienestar. El crecimiento de asentamientos informales en zonas rurales y urbanas revela una fractura profunda del modelo social y una desatención institucional sistemática.

La crisis de vivienda en España se manifiesta, así, como un fenómeno que relega a decenas de miles de ciudadanos al olvido y la marginación. Y lo peor es que no se vislumbra una solución real a corto plazo.

Un problema estructural que exige soluciones estructurales
Esta situación no se resuelve con parches ni con propaganda o demagogia. La solución no está en criminalizar a los sintecho ni en promover más burocracia. La crisis de vivienda en España requiere una transformación profunda de las políticas de vivienda, urbanismo y fiscalidad.

Es imprescindible incentivar la construcción de vivienda asequible, facilitar el acceso a la propiedad y combatir de raíz la especulación inmobiliaria, el acaparamiento de suelo y la parálisis urbanística. También es urgente revisar la fiscalidad del alquiler, eliminar trabas a la autopromoción y proteger a las familias vulnerables sin alentar la okupación.

El Banco de España, el INE y las organizaciones sociales ya han alertado de este drama. La política debe dejar de mirar para otro lado y afrontar este desafío con responsabilidad, realismo y sentido de justicia.

Por una España con hogares y sin chabolas
La crisis de vivienda en España no puede seguir siendo ignorada por un gobierno que se muestra más interesado en ideologías que en soluciones reales. Miles de familias sin hogar, el auge del chabolismo y el colapso del modelo habitacional son síntomas de un modelo político agotado, sin ideas ni voluntad.

Esta crisis no se resuelve desde el comunismo ni desde el asistencialismo crónico. Se resuelve rescatando el valor de la propiedad privada, derogando leyes de violencia de género que criminalizan a los hombres y promoviendo el empleo estable y garantizando el acceso real a un hogar digno.

España necesita un cambio de rumbo. No hacia la okupación, sino hacia la dignidad. No hacia la ruina, sino hacia la reconstrucción. Porque sin hogares, no hay patria.

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