El Tribunal de Cuentas alerta de los fondos municipales que se desvían a los partidos

Uno de los puntos más alarmantes señalados por el Tribunal es la última reforma del artículo 73.3 de la Ley Reguladora de las Bases del Régimen Local (LRBRL), en la que se permite que no se lleve una contabilidad específica sobre la parte de las dotaciones destinadas a aportaciones a los partidos político

Noticias03 de junio de 2025Impacto España NoticiasImpacto España Noticias
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Tribunal de Cuentas

El Tribunal de Cuentas ha publicado recientemente un demoledor informe que revela profundas deficiencias en la regulación, gestión y control de los fondos que las entidades locales asignan a los grupos políticos municipales. Lejos de ser un mecanismo transparente y funcional para garantizar el trabajo institucional de los representantes locales, estas dotaciones se han convertido, en muchos casos, en una fuente encubierta de financiación para los partidos políticos, sin la debida fiscalización ni garantías de uso adecuado.

Una normativa insuficiente y permisiva
El informe subraya que la normativa vigente presenta “carencias e insuficiencias significativas”. El problema central es que no existe una regulación clara y exigente sobre cómo deben asignarse, justificar y controlar las dotaciones económicas que las corporaciones locales entregan a los grupos políticos. Esta falta de marco normativo adecuado no solo pone en riesgo la transparencia institucional, sino que abre la puerta a prácticas irregulares y usos indebidos de fondos públicos.

Uno de los puntos más alarmantes señalados por el Tribunal es la última reforma del artículo 73.3 de la Ley Reguladora de las Bases del Régimen Local (LRBRL), en la que se permite que no se lleve una contabilidad específica sobre la parte de las dotaciones destinadas a aportaciones a los partidos políticos. Esta modificación normativa, lejos de fortalecer el control, representa un retroceso en materia de transparencia. En la práctica, dificulta enormemente la fiscalización del destino final de una parte importante de los fondos.

Financiación opaca con dinero público
El informe destaca un hecho poco conocido pero de enorme relevancia: cerca del 24% de la financiación pública ordinaria de los partidos políticos procede de los grupos institucionales locales. Esta cifra evidencia el peso que tienen las dotaciones municipales en el sostenimiento de las estructuras partidistas. Y lo más preocupante es que una parte sustancial de estas transferencias no obedece a contraprestaciones reales por servicios prestados, sino a una práctica más bien opaca, en la que los grupos municipales actúan como intermediarios financieros de sus partidos.

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El Tribunal advierte que las aportaciones de los grupos a sus partidos deben derivarse únicamente de la prestación de servicios efectivamente realizados para el funcionamiento de los grupos políticos en el ámbito local. Para ello, propone que estas operaciones se formalicen a través de acuerdos escritos entre ambas partes y estén debidamente valoradas desde un punto de vista económico. De no ser así, existe el riesgo evidente de que los fondos públicos locales se utilicen para financiar las estructuras nacionales de los partidos, contraviniendo los principios de legalidad, eficiencia y transparencia.

La ausencia de control: un fallo sistémico
La crítica del Tribunal no se limita a la legislación: también señala una preocupante falta de mecanismos de control efectivo en el plano local. Actualmente, muchas entidades locales no exigen a los grupos políticos una rendición de cuentas clara y periódica sobre el uso de las dotaciones económicas recibidas. En otros casos, no existen criterios uniformes para exigir la devolución de fondos no justificados o no utilizados, lo que refuerza una cultura de laxitud y opacidad.

Frente a ello, el organismo propone una serie de reformas urgentes y concretas:

Establecer la obligatoriedad de rendir cuentas anualmente, incluyendo la documentación justificativa correspondiente.
Someter dichas cuentas al control financiero de la Intervención local.

Elevar los informes al Pleno del Ayuntamiento, para su evaluación y, en su caso, exigir reintegros por uso indebido o falta de justificación.

Regular expresamente qué tipos de gastos están permitidos y cuáles prohibidos, como el pago de retribuciones o el uso para bienes suministrados directamente por el Ayuntamiento.

La responsabilidad institucional, en entredicho
Una de las propuestas más relevantes es la de modificar la Ley Reguladora de las Bases del Régimen Local para que las dotaciones económicas a los grupos políticos tengan la naturaleza jurídica de subvenciones públicas. Esto implicaría que estarían sometidas al mismo régimen de justificación, control y rendición de cuentas que cualquier otra subvención pública, reforzando así su trazabilidad y la obligación de uso correcto.

También se plantea que se incluya expresamente en la normativa la prohibición de destinar estas dotaciones a remunerar a miembros de la corporación, cubrir dietas o financiar cualquier clase de material que sea proporcionado directamente por los recursos municipales.

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La situación actual, en la que muchas de estas dotaciones funcionan al margen del escrutinio público y con escasos controles internos, pone en cuestión el compromiso de muchas instituciones locales con los principios de buen gobierno y transparencia. El hecho de que parte del dinero público asignado a la labor institucional de los grupos municipales termine en las arcas de los partidos políticos sin justificación adecuada, es incompatible con una democracia sana y con un uso responsable de los recursos públicos.

Una reforma inaplazable
El Tribunal de Cuentas no solo diagnostica el problema con claridad, sino que propone medidas estructurales para revertir la situación. Entre ellas, la actualización de los modelos contables locales, de forma que las memorias anuales incluyan información detallada sobre todas las dotaciones económicas entregadas a los grupos políticos, y sobre cualquier otro gasto asumido por las entidades locales en beneficio de estos.

Esta información, además, debe mostrar el impacto económico que dichas operaciones tienen en la situación financiera de la entidad local, cerrando así el círculo de la fiscalización.

 Lo que revela el informe del Tribunal de Cuentas es más que una colección de anomalías contables. Es un retrato preocupante de cómo el sistema actual de financiación política en el ámbito local puede ser instrumentalizado sin los controles necesarios, a menudo con el beneplácito o la negligencia de los responsables públicos.

En un momento en el que la ciudadanía exige mayor transparencia y rendición de cuentas a sus instituciones, seguir permitiendo estas prácticas supone mantener zonas grises dentro del sistema democrático. La financiación de la política debe estar sujeta a normas claras, controles efectivos y sanciones ante el incumplimiento. De lo contrario, se perpetúa una lógica de opacidad que erosiona la confianza pública y favorece los abusos.

El informe del Tribunal de Cuentas es un aviso claro: sin una reforma profunda, los fondos públicos seguirán fluyendo por cauces poco transparentes, sin control ni responsabilidad real.

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