¡Sánchez lidera una secta, no un partido! El 92 % de su electorado lo confirma

Según el estudio, el 92 % de los votantes del PSOE no cree que Pedro Sánchez deba dimitir, a pesar de los múltiples escándalos que rodean a su entorno político y familiar

Noticias24 de junio de 2025Impacto España NoticiasImpacto España Noticias
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Pedro Sánchez

Sánchez se agarra a su voto fiel para no dimitir por la corrupción
Una encuesta sobre el PSOE y la dimisión de Sánchez elaborada por Target Point para El Debate ha dejado una conclusión demoledora: el PSOE no se comporta como un partido político, sino como una secta religiosa. Y Sánchez lidera esa secta. Según el estudio, el 92 % de los votantes del PSOE no cree que Pedro Sánchez deba dimitir, a pesar de los múltiples escándalos que rodean a su entorno político y familiar.

La encuesta no deja lugar a interpretaciones amables: el respaldo a Sánchez es absoluto e irracional, ajeno a cualquier sentido crítico. La política se ha convertido en fe. Y el líder, en gurú.

Este tipo de lealtad ciega no corresponde a una sociedad sana. donde los líderes se deben a los ciudadanos y son fiscalizados por ellos. En una secta, los líderes son incuestionables. Eso es, precisamente, lo que está ocurriendo.

Sánchez actúa como líder de una secta: respaldo incondicional y acrítico
El dato central de esta encuesta es tan inquietante como revelador. A pesar de que el 64 % de los ciudadanos opina que se seguirán publicando informes de corrupción grave relacionados con el PSOE, sus votantes permanecen impasibles. Para ellos, nada de lo que haga su líder justifica su salida del poder.

Esta es la mecánica de una secta: justificar todo lo que provenga del líder, incluso lo que a otros les parece moralmente inadmisible. No se trata de ideas, ni siquiera de ideología. Se trata de obediencia emocional.

De hecho, el mismo sondeo revela que el 76 % de los votantes socialistas quieren que Sánchez continúe como presidente del Gobierno, mientras que solo un 8 % considera que debería dimitir. El resto, un 15 %, responde con un ambiguo “no lo sé”, lo que confirma que ni siquiera se plantean esa posibilidad.

Y no solo ocurre entre los votantes del PSOE. También el 75 % de los votantes de Podemos —la rama más radical del comunismo español— creen que Sánchez debe seguir. La izquierda española no tiene ideología: tiene devoción.

Elecciones anticipadas: un espejismo inútil frente al fanatismo
Ante semejante panorama, plantear unas elecciones anticipadas como solución es ingenuo. Si hoy se celebrasen comicios, los votantes socialistas y comunistas volverían a apoyar a Sánchez sin dudarlo. La encuesta demuestra que no hay escándalo suficiente para quebrar su fidelidad.

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Este fenómeno político anula cualquier posibilidad de regeneración desde las urnas. Porque cuando el votante ha renunciado a su criterio moral para abrazar el dogma partidista, el sistema electoral deja de ser una herramienta de control ciudadano.

Tampoco el Partido Popular escapa a esta lógica sectaria, aunque con una diferencia fundamental. Sus votantes también han demostrado una fidelidad mecánica, independientemente de las decisiones, errores o claudicaciones ideológicas del partido.

Se aferran a las siglas del PP con la misma fe ciega con que los votantes socialistas se aferran al PSOE. La diferencia es que en el PP no existe un gurú carismático como Pedro Sánchez, alguien capaz de generar fanatismo personal. Por eso el PP actúa como una secta sin líder: con obediencia, pero sin alma ni dirección. Alberto Núñez Feijóo no lidera nada.

Corrupción y sectarismo: un binomio que la izquierda ha normalizado
El 64 % de los encuestados cree que seguirán apareciendo nuevos informes de la UCO sobre corrupción grave en el PSOE. Esto no es una sospecha: es una certeza colectiva. Sin embargo, los votantes del PSOE no solo no castigan al partido, sino que lo blindan.

Este comportamiento sectario se complementa con otra cifra reveladora: solo el 15 % considera suficientes las medidas que Sánchez ha tomado para explicar los escándalos. Otro 15 % cree que además debería remodelar el Gobierno. Pero ni siquiera con estas opiniones críticas se plantea la opción de dimitir.

Es decir: se reconoce la gravedad del asunto, pero se niega su consecuencia lógica. Esto no ocurre en una democracia normal. Ocurre en estructuras totalitarias, donde la crítica es superficial y la obediencia es estructural.

¿Cómo se combate a una secta disfrazada de partido?
Seguir tratando al PSOE como un partido político es un error estratégico. Lo que la encuesta revela con total claridad es que estamos ante un fenómeno de masas adoctrinadas, incapaces de juicio crítico y entregadas a un relato oficialista.

La respuesta no puede seguir siendo meramente parlamentaria. Los cauces tradicionales de la política están siendo burlados desde dentro por esta estructura de poder sectaria. Se necesita una respuesta civil, jurídica, mediática, cultural y moral de largo alcance. La secta tiene que ser arrinconada y sus seguidores tienen que darse cuenta que los están llevando al abismo.

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Las asociaciones civiles deben intensificar su labor: plataformas como HazteOír, Manos Limpias o Abogados Cristianos representan la punta de lanza de una resistencia que ya no puede esperar. También los medios de comunicación deben dejar de blanquear al PSOE como si fuera un partido más. No lo es. Es una maquinaria de propaganda, censura y clientelismo que hay que desenmascarar con firmeza.

Mientras se siga permitiendo que el PSOE actúe como una secta sin ser tratado como tal, España seguirá cayendo en manos de quienes han convertido la democracia en una farsa institucional. El problema no es solo Sánchez. El problema es su base acrítica, masiva y fanatizada.

La regeneración democrática solo será posible si primero se rompe el hechizo. Y para ello, hay que decirlo sin miedo: el PSOE ya no es un partido, es una secta. Y hay que combatirlo como tal.

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