La venganza de los líderes europeos a Sánchez en la Conferencia de Sevilla

La IV Cumbre de Financiación confirma que Sánchez es un cadáver político
Sánchez es un cadáver político. Esa es la frase que recorre pasillos diplomáticos y redacciones europeas tras el humillante vacío que sufrió el presidente del Gobierno en Sevilla. La IV Conferencia Internacional para la Financiación al Desarrollo de la ONU iba a ser su momento estelar. Un intento desesperado por recuperar un barniz internacional perdido tras los fracasos en la OTAN. Pero lo que encontró fue el portazo de las principales potencias. Fue su funeral político.

Europa lo deja solo: nadie quiere estar con el apestado de Moncloa
El fracaso no se puede ocultar. La mayoría de los grandes líderes internacionales ignoraron la convocatoria. Ni Friedrich Merz por Alemania, ni Giorgia Meloni (Italia), ni Keir Starmer (Reino Unido), ni Donald Trump (EEUU) acudieron. Todos le dieron la espalda. Todos le hicieron ver que Sánchez es un cadáver político.

Friedrich Merz ni siquiera tenía una agenda oficial en Alemania. Aun así, prefirió quedarse antes que aparecer en la foto con el líder socialista español. Lo mismo hizo Meloni, cuya única actividad ese día fue un homenaje vespertino al juez Paolo Borsellino. Starmer prefirió hablar con Zelenski antes que avalar con su presencia a quien ya no representa a nada. Y Trump ni se molestó en fingir cortesía diplomática.

Los ausentes no son cualquier cosa. Son las principales potencias europeas y occidentales. Países con voz y voto. Y todos coinciden en algo: Sánchez es un cadáver político.

Solo con países que vienen a pedir dinero: la foto de la humillación
La escena en Sevilla era patética. El presidente del Gobierno, anfitrión junto al socialista Antonio Guterres, rodeado únicamente por líderes de segundo nivel, de países que acuden a España a pedir dinero. Ni uno solo de los grandes quiso legitimar el evento con su presencia.

Únicamente Úrsula von der Leyen acudió, y lo hizo por obligación institucional. Emmanuel Macron asistió, pero, según fuentes diplomáticas, solo para devolverle el favor por haber estado Sánchez en la Cumbre de los Océanos en Niza. Ni respeto, ni alianza, ni amistad. Simple deuda política.

El mensaje fue cristalino: Sánchez es un cadáver político. Nadie quiere estar con él. Nadie se fía de él. Y ni siquiera los más obligados quieren arriesgarse a salir en una foto con su sombra.

Corrupción, desprestigio y rechazo internacional: el ocaso del líder socialista
A la falta de aliados se suma la reputación por los suelos. En Europa y Estados Unidos Pedro Sánchez es visto como un “alborotador, egoísta y socio poco fiable”. Así lo afirma un diplomático europeo que resume el sentir general de las cancillerías del continente.

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La sombra de la corrupción se alarga. La presencia de Begoña Gómez, imputada en tres causas, fue otra losa sobre el evento. Muchos líderes evitaron conscientemente compartir espacio con ella. Nadie quiere que una foto hoy les salpique mañana. La marca Sánchez apesta. Porque Sánchez es un cadáver político y eso ya lo sabe todo el mundo.

Trump y los aranceles: castigo anunciado al socio traidor
Desde Washington, el mensaje fue aún más duro. Donald Trump ni se planteó asistir. No olvida lo ocurrido en la Cumbre de la OTAN en La Haya, donde ya le reprochó a Sánchez su actitud de “traidor a los compromisos firmados”. No solo fue un desplante. Fue una amenaza directa: si España no cumple, habrá castigo, empezando por duplicar aranceles.

Así trata Trump a los que considera poco fiables. Y en su agenda, Sánchez ya no existe. Porque para los líderes de peso,

Sevilla no salvó su imagen: lo enterró aún más
La esperanza de Sánchez era relanzar su imagen internacional. Reunir a los poderosos, mostrar músculo diplomático y eclipsar sus escándalos de corrupción. Pero el resultado fue justo el contrario. Su cita terminó de enterrarlo.

Como resume un diplomático español: “Todos podían haber hecho un esfuerzo y acudir. Pero las imágenes de Sánchez en La Haya aún están frescas. No quieren repetir el error”.

Incluso Francia, que mantiene una relación instrumental con Moncloa, acudió por simple cortesía. El resto simplemente ignoró la convocatoria. Porque en el mundo real, donde se juegan los intereses de las naciones,

La evidencia es aplastante. Lo que ocurrió en Sevilla no fue un acto institucional. Fue un funeral político. Uno en el que el protagonista, Pedro Sánchez, ni siquiera se dio cuenta de que ya nadie cree en él.

El vacío internacional, la corrupción que le llega al cuello y el rechazo diplomático son síntomas de lo evidente: Sánchez es un cadáver político.

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