Según el estudio, las vacunas y refuerzos contra la COVID-19 están asociados con un mayor riesgo de cáncer de mama, colorrectal, gástrico, de pulmón, de próstata y de tiroides, en todos los tipos de vacunas y grupos de edad
Salud y Bienestar09 de octubre de 2025
Impacto España Noticias
Las vacunas y los refuerzos contra la COVID-19 (tanto de ARNm como de no ARNm) suponen un mayor riesgo de seis tipos de cáncer y un riesgo 27 % mayor de cáncer en general , según un estudio reciente realizado en Corea del Sur con más de 8 millones de personas.
Cuatro investigadores surcoreanos publicaron el informe la semana pasada como una carta en Biomarker Research , una revista de Springer Nature.
Según el estudio, las vacunas y refuerzos contra la COVID-19 están asociados con un mayor riesgo de cáncer de mama, colorrectal, gástrico, de pulmón, de próstata y de tiroides, en todos los tipos de vacunas y grupos de edad.
Los principales comentaristas médicos se apresuraron a desestimar los hallazgos, y MedPageToday los calificó de «erróneos». Sin embargo, otros expertos médicos y científicos discreparon.
«En términos sencillos: ambas plataformas principales de vacunas contra la COVID-19 parecen ser cancerígenas «, escribió el epidemiólogo Nicolas Hulscher en una publicación en Substack.
El Dr. Angus Dalgleish , oncólogo médico, dijo a The Defender que el estudio se basa en otros hallazgos recientes, pero «es el primero en demostrar que las vacunas de ADNc [no ARNm] y ARNm están asociadas con el riesgo de cáncer, lo que sugiere que la proteína de pico es directamente cancerígena».
El comentarista médico John Campbell, Ph.D. , dijo esta semana en su programa de YouTube que la investigación marca «el estudio a mayor escala hasta el momento» que examina la asociación entre las vacunas contra la COVID-19 y el cáncer.
“Ninguna tecnología de vacunas estaba libre de riesgo de cáncer”
Según el estudio, si bien el potencial carcinogénico del virus SARS-CoV-2 responsable de la COVID-19 «se ha propuesto hipotéticamente», ha habido poca investigación sobre el riesgo potencial de cáncer de las vacunas contra la COVID-19 .
Los investigadores dijeron que las «estructuras compartidas» contenidas en el virus SARS-CoV-2 y las vacunas contra la COVID-19, incluida la proteína de pico, podrían significar que las inyecciones contra la COVID-19 están asociadas con riesgos de cáncer.
El estudio utilizó datos de 2021 a 2023 de más de 8,4 millones de personas de la base de datos del Servicio Nacional de Seguro Médico de Corea del Sur. La muestra se dividió en dos grupos según su estado de vacunación. La muestra vacunada se dividió a su vez en grupos con y sin refuerzo.
Los investigadores dieron seguimiento a los pacientes durante un año. El grupo vacunado fue monitoreado después de la vacunación. Los resultados mostraron un riesgo estadísticamente significativo de cáncer en el grupo vacunado, incluyendo:
Cáncer en general: 27% más de riesgo
Cáncer de mama: 20% más de riesgo
Cáncer colorrectal: 28% más de riesgo
Cáncer gástrico: 34% más de riesgo
Cáncer de pulmón: 53% más de riesgo
Cáncer de próstata: 69% más de riesgo
Cáncer de tiroides: 35% más de riesgo
El análisis estadístico de los resultados mostró que hay «una probabilidad de 1 en 1.000 de que este resultado surgiera por casualidad», dijo Campbell.
Las vacunas de ARNm contra la COVID-19 producidas por Pfizer y Moderna mostraron un riesgo general de cáncer un 20% mayor y estuvieron estrechamente relacionadas con un mayor riesgo de cáncer de mama, colorrectal, pulmón y tiroides.
Las vacunas contra la COVID-19 sin ARNm , conocidas como vacunas de ADNc, que incluyen las de AstraZeneca y Johnson & Johnson (Janssen), se asociaron con un 47 % más de riesgo general de cáncer. Se vincularon específicamente con un mayor riesgo de cáncer colorrectal, gástrico, de pulmón, de próstata y de tiroides.
Los pacientes que recibieron una mezcla de dosis de ARNm y ADNc también enfrentaron un mayor riesgo, con una incidencia 34% mayor de cáncer en general y una estrecha asociación con un mayor riesgo de cáncer de mama y de tiroides.
«El aumento del riesgo de cáncer no se limitó a una sola plataforma de vacunas», escribió Hulscher. «Cada tipo de vacuna se asoció con un aumento mensurable del cáncer general, y cada una tenía sitios específicos de cáncer que impulsaban la señal. En otras palabras, ninguna tecnología de vacunas estuvo exenta de riesgo de cáncer en este conjunto de datos».
El médico internista Dr. Clayton J. Baker dijo que los datos muestran que entre las personas vacunadas, el riesgo de cáncer aumenta con el tiempo.
El aumento del riesgo de cáncer en los sujetos vacunados aumenta de forma lineal a lo largo de todo el período del estudio, con una curva más pronunciada que la de los no vacunados, y no se estabiliza. El aumento de la incidencia simplemente se intensifica. Podría continuar durante décadas. Es realmente alarmante, afirmó Baker.
‘Todos los grupos demográficos experimentaron riesgos elevados de cáncer’
Los resultados también mostraron que las personas vacunadas menores de 65 años tenían un riesgo particular de padecer algunos tipos de cáncer.
«La población relativamente más joven (individuos menores de 65 años) era más vulnerable al cáncer de tiroides y de mama; en comparación, la población mayor (75 años y más) era más susceptible al cáncer de próstata», escribieron los investigadores.
En general, las personas vacunadas menores de 65 años mostraron un riesgo general mayor de cáncer, mientras que los adultos mayores, en particular los mayores de 75 años, tuvieron el riesgo general más alto.
Las mujeres vacunadas también tenían un riesgo relativamente mayor de cáncer que los hombres vacunados: las mujeres vacunadas mostraban un riesgo particularmente mayor de cáncer colorrectal y de tiroides, y los hombres vacunados mostraban un riesgo mayor de cáncer gástrico y de pulmón.
Hulscher escribió:
Tanto los resultados generales como los específicos de cada sitio muestran un patrón consistente: todos los grupos demográficos experimentaron un mayor riesgo de cáncer, aunque el tipo y la carga absoluta variaron. Las mujeres y los ancianos fueron los más afectados, pero ningún segmento de la población se salvó.
Los resultados del estudio también mostraron que las vacunas de refuerzo contra la COVID-19 resultaron en un riesgo considerablemente mayor de ciertos tipos de cáncer. Esto incluye un 125 % más de riesgo de cáncer de páncreas y un 23 % más de riesgo de cáncer gástrico.
Dalgleish calificó las cifras de «sorprendentes» y dijo que el salto en el riesgo después de las dosis de refuerzo «es un incremento inesperado que también estamos viendo en el Reino Unido».
Los críticos califican de «loco» el período de seguimiento de un año
Según MedPageToday , el período de seguimiento de un año que utilizaron los investigadores en el estudio fue «una locura» y el estudio no tuvo en cuenta los antecedentes familiares de cáncer de los pacientes ni su historial de detección.
Karl Jablonowski, Ph.D., investigador principal de Children’s Health Defense , afirmó: «Las críticas al estudio se deben al sesgo hacia el usuario saludable». Explicó:
«La idea de que las personas con mayor probabilidad de participar en una intervención médica (vacunación) también tienen mayor probabilidad de participar en otra (detección de cáncer)… es una preocupación válida para un estudio de vacunados y no vacunados como este, ya que quienes buscan una vacuna tendrán un comportamiento de búsqueda de atención médica drásticamente diferente al de quienes no buscan una vacuna.
Sin embargo, este no es solo un estudio de personas vacunadas y no vacunadas, sino que también diferencia las vacunas. El sesgo de los usuarios sanos no justifica por qué una vacuna (ADNc) muestra un mayor riesgo de cáncer que otra (ARNm). Además, el estudio no afirma que las vacunas causen cáncer, sino que están asociadas con él.
Somos organismos multicelulares complejos. Las células cancerosas se generan en nuestro interior con gran frecuencia y suelen ser neutralizadas por nuestros mecanismos anticancerígenos. … Si una vacuna logra interrumpir ese mecanismo anticancerígeno, los cánceres pueden manifestarse en un breve lapso de tiempo.
Incluso si se demostrara que las vacunas de ADNc plantean un mayor riesgo de cáncer, Baker dijo que el estudio también resalta el riesgo de la tecnología de ARNm.
«Este estudio implica sin duda la plataforma de ARNm», afirmó. «Recuerde que la COVID-19 fue el primer uso generalizado de esa plataforma tecnológica en humanos… En su primera aplicación, aumentó los cánceres».
Campbell dijo que los datos oficiales de Corea del Sur suelen ser confiables y que el estudio estaba bien estructurado.
«Corea del Sur era un país con una alta tasa de vacunación», dijo. «Había solo unos pocos cientos de miles en el grupo no vacunado, pero eso es suficiente para obtener datos bastante fiables».
Los autores del estudio no dieron más detalles sobre los posibles mecanismos contenidos en las vacunas contra la COVID-19 que podrían resultar en un mayor riesgo de cáncer.
Baker afirmó que «el aumento significativo de los índices de riesgo para seis tipos diferentes de cáncer me sugiere un posible deterioro del sistema inmunitario que contribuye al aumento del riesgo. Es alarmante, porque el riesgo no se limita a un solo tipo de cáncer que pueda detectarse mediante pruebas de detección».
Según Campbell, la proteína de pico y los contaminantes del ADN encontrados en las vacunas de ARNm pueden estar entre los factores que contribuyen a este riesgo.
Los autores sugirieron que se necesita más investigación «para dilucidar las posibles relaciones causales, incluidos los mecanismos moleculares subyacentes relacionados con la hiperinflamación inducida por la vacuna COVID-19».
Un número creciente de estudios vinculan las vacunas contra la COVID con eventos adversos graves
Otros estudios y análisis recientes a gran escala sugieren un vínculo entre las vacunas contra la COVID-19 y eventos adversos graves como el cáncer.
A principios de este año, un análisis de una base de datos japonesa de 18 millones de personas mostró que quienes recibieron la vacuna contra la COVID-19 tenían un riesgo significativamente mayor de muerte durante el primer año tras la vacunación, en comparación con quienes no la recibieron. El riesgo aumentaba con cada dosis adicional.
Un estudio de 1,3 millones de mujeres en la República Checa publicado en el International Journal of Risk & Safety in Medicine en junio mostró que la tasa de concepción exitosa (un embarazo que conduce a un nacimiento vivo nueve meses después) para las mujeres vacunadas era «sustancialmente menor» que para las que no estaban vacunadas.
Un estudio de 30 meses de casi 300.000 personas en Italia, publicado en la revista EXCLI en julio, encontró un aumento del 23% en el riesgo de cáncer después de una o dos dosis de la vacuna COVID-19, y un aumento adicional del 9% en el riesgo entre aquellos que recibieron tres o más dosis.
Los resultados del estudio italiano también mostraron aumentos estadísticamente significativos en los cánceres de mama, vejiga y colorrectal.
Jablonowski dijo que los hallazgos del estudio italiano reflejan en gran medida los del estudio surcoreano, ya que hay «una corroboración de evidencia que no se puede ignorar».
«La comparación de los resultados… es sumamente interesante», dijo Jablonowski. «Ambos estudios coinciden en general en muchos tipos de cáncer. Un tipo de cáncer en el que no concuerdan es el cáncer de próstata. Esto no es nada destacable en el estudio italiano, y la señal más contundente en el estudio coreano».
‘Casi el 70% de la población mundial ha sido inyectada con un producto cancerígeno’
Los investigadores surcoreanos dijeron que el equilibrio entre los riesgos relativos de infección por COVID-19 y los eventos adversos posteriores a la vacunación contra la COVID-19 justifica un examen más profundo.
«Dada la disminución de la gravedad de la COVID-19, las preocupaciones actuales con respecto a la vacuna contra la COVID-19 giran principalmente en torno a los EA [eventos adversos], incluso con las dosis de refuerzo», escribieron los investigadores.
Los autores del estudio también pidieron más investigación para determinar si las estrategias de vacunación específicas podrían ser óptimas para las poblaciones que necesitan la vacunación contra la COVID-19. Sugirieron que los profesionales clínicos prioricen la monitorización del riesgo de cáncer gástrico en relación con las dosis de refuerzo contra la COVID-19.
Hulscher fue más allá y sugirió que los resultados del estudio refuerzan los pedidos de algunos científicos y organizaciones médicas de que las vacunas COVID-19 deberían suspenderse o retirarse .
«Gobiernos, reguladores, médicos e investigadores deben afrontar una realidad alarmante: casi el 70% de la población mundial ha sido inyectada con un producto cancerígeno. La evidencia exige la retirada inmediata del mercado de estos productos», escribió Hulscher.
«Ahora es completamente indefendible continuar con cualquier programa de vacunación de refuerzo o contra variantes», afirmó Dalgleish.
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