Ni Sánchez cree en la farsa del cambio climático: La comisión climática que montó solo se ha reunido tres veces en siete años

El Gobierno impone una política climática sectaria que castiga al campo, arruina a los transportistas y encarece la vida de las familias españolas. Todo mientras sus dirigentes viajan en avión privado

Nacional14 de octubre de 2025 AE
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Pedro Sánchez

La Comisión climática de Pedro Sánchez simboliza la hipocresía de un Gobierno que predica la lucha contra el cambio climático mientras actúa con desgana y desinterés. El presidente anunció el 22 de agosto la “puesta en marcha” del órgano, pero esa comisión ya existía desde 2018. una auténtica farsa y un timo a los españoles.

En siete años, solo se ha reunido tres veces. Un dato que desmonta por completo la narrativa del “Gobierno verde” y revela que ni Sánchez cree en la farsa del cambio climático que utiliza para fines ideológicos y recaudatorios.

Su reactivación no responde a un plan estratégico, sino a una maniobra política tras los incendios del verano pasado, cuando el Ejecutivo buscaba lavarse la cara ante la opinión pública.

Una comisión fantasma creada para aparentar
La Comisión Interministerial para el Cambio Climático y la Transición Energética, adscrita al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, nació en 2018 mediante el Real Decreto 958/2018.

Su objetivo era coordinar las políticas públicas sobre energía y medio ambiente, pero en la práctica quedó en el olvido durante años. Solo se reunió una vez en julio de 2018 y volvió a convocarse el 26 de agosto y el 2 de octubre de 2025, tras el anuncio de Sánchez en Asturias.

El propio Gobierno reconoce que no existe obligación de convocarla periódicamente. Todo depende del capricho del presidente o de la ministra responsable. En este caso, Sara Aagesen, actual titular de Transición Ecológica, apenas ha mostrado interés real.

La comisión se presenta como un foro de coordinación interministerial, pero en la práctica carece de contenido y de resultados tangibles. Sus reuniones no han generado informes relevantes, ni políticas efectivas para frenar el deterioro ambiental que ellos mismos denuncian.

Un teatro político con final previsible
Pedro Sánchez presidió personalmente la reunión del 26 de agosto. A ella asistieron ministros como Margarita Robles, Óscar Puente, María Jesús Montero, Yolanda Díaz, Félix Bolaños, Pilar Alegría, Mónica García y Fernando Grande-Marlaska, entre otros.

Una foto de familia más. Una escenografía vacía, cuidadosamente orquestada para simular unidad y compromiso. Pero los resultados brillan por su ausencia.

Durante siete años, la comisión climática de Pedro Sánchez ha sido un teatro institucional. Ni ha formulado políticas eficaces ni ha coordinado las competencias de los ministerios implicados.

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De hecho, varios ministerios —como Vivienda, Igualdad, Transportes y Transformación Digital— ni siquiera designaron representantes para participar. Un reflejo del caos interno y de la falta de coordinación en un Ejecutivo que habla mucho y actúa poco.

Una farsa que desenmascara el dogma climático
El anuncio de Sánchez coincidió con una oleada de incendios forestales que devastaron parte del norte peninsular. En medio del desastre, el presidente prometió una “nueva era verde” y un “pacto de Estado por la emergencia climática”.

Palabras vacías. Promesas sin acción. Porque la Comisión climática de Pedro Sánchez ya existía y nunca funcionó.

Según el propio Gobierno, los gastos de la comisión se cubren con los recursos del Ministerio, sin aumento de gasto público. Pero esa excusa no justifica su inactividad. El problema no es económico, sino ideológico: el cambio climático se ha convertido en una herramienta política para adoctrinar, recaudar y someter.

El Ejecutivo utiliza el miedo climático como justificación para restringir derechos, imponer impuestos verdes y promover la Agenda 2030, el gran proyecto globalista que diluye la soberanía nacional en nombre del planeta.

El relato verde frente a la realidad española
Mientras Sánchez predica desde Bruselas su compromiso ecológico, España sufre la factura más alta de la luz en la historia, paga millones en impuestos al CO₂ y ve cómo se frena la industria nacional en nombre de una supuesta “transición verde”.

La Comisión climática de Pedro Sánchez debería ser el motor de un plan nacional coherente. Pero se ha convertido en una herramienta propagandística al servicio de la izquierda.

El Gobierno impone una política climática sectaria que castiga al campo, arruina a los transportistas y encarece la vida de las familias españolas. Todo mientras sus dirigentes viajan en avión privado a cumbres ecológicas donde reparten lecciones morales al mundo.

No existe mayor contradicción. Ni mayor hipocresía. La Comisión climática de Pedro Sánchez es el reflejo del Estado ideologizado que impone la izquierda. Siete años, tres reuniones y cero resultados. La Comisión climática de Pedro Sánchez simboliza el fracaso del modelo socialista. Un modelo de apariencia, de propaganda, de palabras huecas.

El engaño ha quedado al descubierto: ni el presidente cree en su propio discurso

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