Noticias Salvador Gimenez 20 de abril de 2025

Los partidos políticos: el cáncer subvencionado de la democracia, aprueba mas millones en el BOE

Esta práctica tiene algo de ritual mafioso. Publican los repartos económicos en fechas señaladas o en horarios en los que la atención ciudadana está dormida. Lo hacen cuando no miramos: en agosto, en navidades, en puentes nacionales

Partidos Politicos

La democracia española no se muere. La están matando, a golpe de BOE, subvención y propaganda. Mientras la ciudadanía lucha día a día por sobrevivir en un sistema cada vez más desigual, nuestros partidos políticos —todos— se reparten millones a espaldas del pueblo, en festivos, por la noche, sin rendir cuentas. Y lo hacen sin disimulo, sin pudor y sin consecuencias. Porque pueden.

El BOE del Viernes Santo: saqueo con sello oficial
El pasado Viernes Santo, mientras medio país descansaba o celebraba tradiciones familiares, el Gobierno publicaba en el BOE (Boletín Oficial del Estado) una resolución escandalosa: más de 10 millones de euros repartidos entre los partidos políticos para “gastos de funcionamiento ordinario”. A eso se sumaron otros 600.000 euros en concepto de “gastos de seguridad”. En total, 10,6 millones regalados en una sola noche.

No es un caso aislado. Es parte de una maquinaria perfectamente engrasada. Una maquinaria en la que todos los partidos están de acuerdo —sin importar sus colores, sus ideologías o sus broncas en el Congreso— cuando se trata de dinero, se abrazan, se tapan y se reparten el botín.

Este saqueo no es anecdótico. Es estructural: en 2024 los partidos políticos recibirán más de 200 millones de euros procedentes de nuestros impuestos. No por méritos. No por resultados. No por gestión. Simplemente por existir.

La política del sigilo: BOEs de madrugada, a oscuras y sin vergüenza
Esta práctica tiene algo de ritual mafioso. Publican los repartos económicos en fechas señaladas o en horarios en los que la atención ciudadana está dormida. Lo hacen cuando no miramos: en agosto, en navidades, en puentes nacionales. Y cada vez que lo hacen, el mensaje es claro: “el dinero es nuestro y no tenemos que dar explicaciones”.

¿Te imaginas a alguien justificando que le suben el sueldo mientras despide a sus empleados o recorta servicios esenciales? Eso hacen nuestros partidos políticos. Lo que a cualquier trabajador le costaría la indignación y el despido, a ellos les sale gratis. Porque se han construido un sistema donde ellos mismos se legislan, se vigilan y se perdonan.

No hay dinero para salvar vidas, pero sí para alimentar partidos
Y aquí es donde la indignación se convierte en rabia. Porque mientras Sánchez dice públicamente que “no hay fondos suficientes” para:

Financiar la asistencia integral a pacientes con ELA (una enfermedad degenerativa que te condena a una muerte lenta y dolorosa)
Ampliar la financiación para medicamentos contra el cáncer de mama (que podrían alargar o salvar vidas),
O cubrir tratamientos innovadores contra la leucemia infantil (cuyo acceso depende, muchas veces, del bolsillo de las familias),
… al mismo tiempo, no tiene ningún reparo en aprobar decenas de millones para que los partidos sigan operando como si fueran ONGs de lujo, repletas de asesores, propaganda, coches oficiales y sedes que pagamos todos.

Es inmoral. Es indecente. Y sobre todo: es la prueba más palpable de que no hay voluntad de cambio.

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La táctica del enfrentamiento: pueblo dividido, poder intacto
Pedro Sánchez —y como él, muchos otros— ha convertido el enfrentamiento social en su herramienta política más eficaz. Mientras él reparte millones a los partidos, mantiene a la ciudadanía enfrentada: derecha contra izquierda, hombres contra mujeres, ricos contra pobres, regiones contra regiones.

No busca unión, busca fricción. Porque un pueblo dividido jamás se organiza, jamás se planta, jamás se atreve a mirar al verdadero enemigo: ellos.

Y así, mientras discutimos en redes sociales por políticos que no nos conocen ni nos representan, ellos se ríen desde arriba. Se ríen de una sociedad cada vez más inculta, más desinformada, más dependiente del relato oficial. Una sociedad que ha aprendido a odiar al vecino que vota diferente, pero no al político que lo explota igual.

Democracia representativa? No, dictadura de partidos
Nos han hecho creer que sin partidos no hay democracia. Que necesitamos estructuras jerárquicas, listas cerradas, líderes mesiánicos y promesas huecas cada cuatro años para que nuestra voz cuente. Pero la verdad es que los partidos políticos han mutado en empresas privadas financiadas con dinero público, cuyo único objetivo es mantenerse en el poder. No importa si están en el Gobierno, en la oposición o en una comisión irrelevante: el dinero siempre llega.

Mientras tanto, el ciudadano no puede elegir ni a su diputado, ni auditar el uso del dinero, ni revocar un cargo público. La famosa “representación” ha muerto. Lo que tenemos es una clase política que vive en burbujas blindadas por la ley, los medios y el dinero.

 ¿Qué se podría hacer con esos 200 millones al año?
Solo por imaginarlo:

Se podrían construir más de 100 centros especializados para enfermedades raras o neurodegenerativas.
Se podrían subvencionar miles de tratamientos de quimioterapia que hoy muchas familias no pueden costear.
Se podría duplicar la inversión en atención primaria, salud mental y cuidados paliativos.
Se podría financiar un plan nacional de ayuda directa a los pacientes de ELA.
O simplemente, bajar los impuestos a los que de verdad los pagan.

Pero no. Mejor mantener las sedes de partido, sus nóminas, sus campañas, sus redes de clientelismo y su maquinaria electoral. Mejor seguir mintiendo cada cuatro años. Mejor seguir haciendo creer que “la democracia somos todos”, cuando la democracia, tal y como está ahora, solo los beneficia a ellos.

¿Es posible otra forma de hacer política?
Sí. Pero no interesa a quienes controlan el juego. Porque una democracia real implicaría:

Participación directa de la ciudadanía,
Presupuestos participativos vinculantes,
Revocación de cargos públicos por mal desempeño,
Fin de la financiación pública a partidos,
Listas abiertas y representación real.
Pero eso quitaría poder a quienes hoy lo acumulan sin límites. Y por eso seguirán aprobando decretos por la noche, mientras dormimos. Para que el pueblo nunca despierte.

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 El cáncer no es la democracia, son sus intermediarios
No se trata de izquierda ni de derecha. Se trata de la estructura misma que permite que te roben la dignidad con papeles legales y firmas selladas. Los partidos políticos no solo han traicionado su función original, sino que han conseguido algo aún peor: que millones de personas crean que son indispensables.

La verdad es incómoda: la política es demasiado importante como para dejarla en manos de profesionales. Y mucho menos de profesionales pagados con nuestro sudor para mantener un sistema que no nos representa, no nos protege y no nos escucha.

No hay ideología, solo ambición y cobro asegurado
Pedro Sánchez, Feijóo, Abascal, Yolanda Díaz, Irene Montero... todos ellos comparten más de lo que aparentan. Discuten en el Congreso, se insultan en mítines, se lanzan titulares por televisión. Pero a la hora de la verdad —cuando hay que aprobar sueldos, privilegios o millones para los partidos— votan lo mismo o se tapan mutuamente.

Porque la única ideología que les une es esta: vivir del dinero de los españoles sin dar explicaciones.

Creer que hay verdaderas diferencias entre ellos, que representan ideales, que existe una democracia real con opciones distintas… es caer en su trampa. Es no entender que la polarización es una puesta en escena. Un teatro que necesita de nuestra fe para sostenerse.

Si crees que aquí existen ideales, democracia real o políticos con vocación de servicio, tienes un problema. Ellos ya resolvieron el suyo: asegurarse su nómina a costa de tus impuestos.

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